En su libro Ética para una vida mejor que es una obra de principios
de los años noventa del siglo XX el filósofo Peter Singer plantea
la necesidad de una nueva moral de carácter utilitarista, pero con
matices. Y parece que después de la crisis económica iniciada en
2007 sus palabras adquieren, si cabe, mayor resonancia. Si bien es
cierto que parte de sus ideas éticas han sido criticadas por Fernando
Savater, porque considera que lo más esencial no es la evitación
del dolor en la conducta práctica, la abundancia de sus escritos y
su calidad le convierten en uno de los pensadores más influyentes
en la actualidad. Es reconocido como fundador de la ética práctica
o aplicada, y de la bioética. El utilitarismo que afirma Singer no
supone una afirmación del egoísmo individual, sino todo lo contrario.
De hecho este filósofo llega a escribir que: «En Estados Unidos, la
delincuencia es la señal más elocuente de la dirección que puede tomar
una sociedad de individuos que velan únicamente por sus intereses».Y
Singer se muestra escéptico respecto a los cambios de gobierno, en
relación con una transformación hacia un mayor igualitarismo en la
sociedad. Considera que si el diez por ciento de la población adoptara
un enfoque ético de la vida se produciría un cambio social significativo
de índole positiva. La aplicación de una actitud ética frente a otra
egoísta en la vida individual y social sería la fuerza impulsora de un
cambio efectivo en las condiciones de existencia de todas las personas,
por encima de las diferencias políticas.
De todos modos, Singer es un pensador que no está instalado en el
utopismo y dice: «Si se extiende una conciencia ética más elevada,
ello cambiará profundamente la sociedad en la que vivimos». En
efecto, aunque la conciencia ética no es aplicada a la realidad de
un modo universal. En cualquier caso, la perspectiva es ilusionante,
ya que los comportamientos éticos y solidarios cambian el mundo,
y dan pleno sentido a la vida. Frente al materialismo consumista
predominante se abren nuevas posibilidades de afrontar los grandes
retos medioambientales, y los enormes problemas humanitarios que
asolan este planeta. Singer indica cómo viven los japoneses en relación
con una verdadera actitud ética frente a un egoísmo individualista
que es ineficaz desde un enfoque social o comunitario. Escribe
refiriéndose al Japón de principios de los años noventa del pasado
siglo: «Como hemos visto, la riqueza tiende a estar repartida de una
manera relativamente igualitaria, y en Japón hay pocas personas
verdaderamente pobres; es más, incluso las que cumplen tareas
humildes gozan de un lugar respetado en el seno del grupo en que
trabajan». Ciertamente, el nivel de delincuencia también es más bajo
en Tokio que en otras ciudades occidentales comparables lo que no
deja de ser sintomático.
Todas estas consideraciones explicitadas a modo de ejemplos podrían
ser mucho más numerosas. A modo de conclusión cabe decir, que si
una ética compasiva, cordial y a la vez realista y utilitarista, con un
sentido claramente solidario se practicara en Europa, y en el resto
del mundo, la situación económica y social sería mucho mejor sin
duda para la totalidad de los ciudadanos. Porque cada vez somos más
cosmopolitas al vivir en un mundo digitalmente intercomunicado.