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España fue una de aquellas naciones que estuvo a punto de sucumbir a la crisis inmobiliaria

La Europa que va dando tumbos ¿necesita a España?

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Lo cierto es, señores, que uno se hace cruces cuando contempla los cambios que se están produciendo en esta nuestra vieja Europa. De aquella UE de hace sólo unos pocos años en la que los prepotentes países del norte enseñaban la espada a las cariacontecidas naciones del Sur, aquellas que, despectivamente, eran denominadas como las PIICS; las que se pintaban como ejemplo de mal gobierno y, en situación extrema se señalaba a Grecia, la primera nación que fue objeto del “rescate” comunitario y víctima de aquellos famosos hombres de negro, más temidos por las entidades crediticias que la propia crisis, debido al poder que se les confería en orden a sus exigencias, imposiciones y recortes, capaces de hacer temblar desde al más humilde ciudadano a los propios miembros del Gobierno, sabedores de que, un informe negativo de tan lúgubres personajes, bastaba para que desde Bruselas se les cortaran las ayudas o se les obligara a sacrificios más humillantes y penosos.

España fue una de aquellas naciones que estuvo a punto de sucumbir a la crisis inmobiliaria, de la que todavía no se ha recuperado; y que, gracias al señor Rajoy y su equipo, en una lucha maratónica para conseguir esquivar la amenaza, casi inminente, de sufrir en sus propias carnes los efectos de tener que ser rescatada; logró esquivar el peligro y, paso a paso, con admirable tesón, ha conseguido el pequeño milagro de superar lo peor y albergar la esperanza de un cambio inesperado de signo. Esto no se le puede negar al PP, por mucho que los partidos de la oposición (que sólo se han limitado a querer negar cualquier progreso, desacreditar los evidentes adelantos en cuestiones económicas y financieras y a poner palos en las ruedas de la actividad gubernamental, para intentar frenar u ocultar cualquier señal de recuperación que desmintiera sus agoreros anuncios de una inminente quiebra de la nación española) intenten denigrarlo y desacreditarlo ante los ciudadanos. Si en otros aspectos hemos criticado al señor Rajoy y su gobierno, en el aspecto de ser el adalid de la mejora de relaciones con Europa, de haber conseguido restablecer la confianza de los inversores en bolsa extranjeros (hasta el punto de que, en la actualidad, se están vendiendo letras del Tesoro al increíble interés de un 0’04%, algo que sólo hace dos años se hubiera considerado algo imposible); se le debe alabar.

Por extraño que pueda resultar, la todopoderosa Alemania ha tenido un segundo trimestre del 2014 peor que en otras ocasiones, con una desaceleración de un 0’2%, algo que también ha ocurrido con la Italia del señor Renzi, con el resultado de que esta nación ha vuelto a entrar en recesión. Por si faltaran sorpresas, la propia Francia, con toda su “grandeur”, lleva varios trimestres de estancamiento y acaba de sufrir una peligrosa crisis de gobierno iniciada por su ministro de Economía, señor Arnaud Montebourg; que se ha opuesto a la política gubernamental, juntamente con los ministros de Cultura y Educación, todos ellos perteneciente al ala izquierda del gobierno, partidarios de enfrentarse a Merkel para rebajar la presión de las medidas de austeridad que, para ellos, son las responsables de la actual situación de Francia.

Evidentemente que, como ha reconocido la Comisión Europea, la caída del PIB en Italia va a contribuir a retrasar la recuperación en el país transalpino y tendrá un impacto en sus finazas públicas. Estos datos ponen en duda las previsiones para la Primavera de la Comisión. El resultado es que, para el ministro de Economía italiano, señor Pier Carlo Padoan, “Italia va a tener que acelerar el ritmo de las reformas”. Francia, por otra parte, viene perdiendo competitividad desde los años 90. El presidente, señor Hollande, está en declive y no levanta cabeza, mientras que el gobierno de Valls, aplicando políticas de derechas (las únicas viables) se viene distanciando de las bases de su partido, que ya le reprochan que siga las políticas propugnadas por la Alemania de Merkel. De los 50.000 millones que el señor Valls se comprometió a ahorrar de gasto público no parece que, hasta el momento, se haya percibido contención o reducción presupuestaria alguna.

Para un simple observador resulta ser que, aquellos países que, cuando se empezó a incubar la crisis de las primes-time, a finales del 2007, parecían ser los mejor dotados para resistirla, los que partían con ventaja respecto a aquellos que, por su especial dependencia de la construcción y la especulación por parte del sistema bancario y cajas de ahorros, sufrieron con más fuerza sus consecuencias y estaban peor preparados para enfrentarse a ella; por un raro azar del destino, ya fuere porque se han visto obligados a realizar drásticos ejercicios de austeridad, recortar su gasto, reestructurar su economía y reducir su dependencia del sector de la construcción, tanto pública como privada, al tiempo que se ha saneado todo su sistema bancario, con la supresión de la mayoría de Cajas de Ahorro o ya fuese por la aplicación de una reforma laboral que ha permitido a las empresas adecuar sus plantillas; hoy en día parecen mejor preparados que muchos de los que, manteniendo las viejas estructuras, sin haber saneado su sistema bancario, con una peor competitividad, se ha estancado o vienen retrocediendo en sus exportaciones o han sido superados por otros mercados emergentes más activos y actualizados.

Se me ocurre hablar un poco de la Deuda Pública española. Por supuesto que estamos en unos límites muy altos y que es posible que, en breve, podamos llegar a alcanzar el 100% del PIB. Pero, a diferencia de lo que les ocurre a otras naciones menos afectadas por los vaivenes bursátiles y que sus intereses y prima de riesgo han sufrido menores variaciones; en nuestro caso, el de España, debemos recordar que a finales de julio del 2012 nuestra prima de riesgo respecto al bono alemán llegó a alcanza los 634’3 puntos básicos y el interés que se debía abonar llegó hasta el 7%. Comparémoslo con la situación actual, en el día de hoy nuestra prima de riesgo es de 124 puntos básicos y por el bono a 10 años pagamos el 2’03%. Es posible que nuestra deuda haya aumentado desde finales del 2012, pero el interés que entonces pagábamos por ella estaba muy por encima del 6% y hoy en día pagamos un 4% menos, todo ello sin contar con el precio del seguro de cobro que se tenía que contratar por la desconfianza de los inversores en nuestra economía. Es evidente que, aunque tengamos una deuda superior a la del 2.012, el interés que pagamos por ella es muy inferior al que abonábamos entonces, lo que permite que, el aumento de la Deuda quede equilibrado con la disminución de su coste; algo que, en otros países, no ocurre.

Es significativo que Alemania se acerque a España y, no creamos que la señora Merkel lo hace por simple amistad, aunque también; pero es evidente que, cuando Francia parece que empieza a flaquear e Italia se la está jugando con un Renzi obligado a llevar adelante políticas de austeridad que no son bien recibidas por sus propios votantes; el país que se muestra más sólido, que más confianza inspira ( nuestras letras se han colocado al 0’04%) y que más reformas lleva realizadas para afrontar los retos del futuro (por mucho que les pese a nuestras izquierdas quejicas y alborotadoras) a la señora Merkel es España, en la que parece que piensa apoyarse para llevar adelante sus proyectos europeos. Puede que el apoyo de Alemania a la candidatura del señor De Guindos para presidir el Eurogrupo, sea una muestra más de que hemos hecho nuestros deberes.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, veamos una buena señal en el papel de España en Europa.

La Europa que va dando tumbos ¿necesita a España?

España fue una de aquellas naciones que estuvo a punto de sucumbir a la crisis inmobiliaria
Miguel Massanet
jueves, 28 de agosto de 2014, 07:17 h (CET)
Lo cierto es, señores, que uno se hace cruces cuando contempla los cambios que se están produciendo en esta nuestra vieja Europa. De aquella UE de hace sólo unos pocos años en la que los prepotentes países del norte enseñaban la espada a las cariacontecidas naciones del Sur, aquellas que, despectivamente, eran denominadas como las PIICS; las que se pintaban como ejemplo de mal gobierno y, en situación extrema se señalaba a Grecia, la primera nación que fue objeto del “rescate” comunitario y víctima de aquellos famosos hombres de negro, más temidos por las entidades crediticias que la propia crisis, debido al poder que se les confería en orden a sus exigencias, imposiciones y recortes, capaces de hacer temblar desde al más humilde ciudadano a los propios miembros del Gobierno, sabedores de que, un informe negativo de tan lúgubres personajes, bastaba para que desde Bruselas se les cortaran las ayudas o se les obligara a sacrificios más humillantes y penosos.

España fue una de aquellas naciones que estuvo a punto de sucumbir a la crisis inmobiliaria, de la que todavía no se ha recuperado; y que, gracias al señor Rajoy y su equipo, en una lucha maratónica para conseguir esquivar la amenaza, casi inminente, de sufrir en sus propias carnes los efectos de tener que ser rescatada; logró esquivar el peligro y, paso a paso, con admirable tesón, ha conseguido el pequeño milagro de superar lo peor y albergar la esperanza de un cambio inesperado de signo. Esto no se le puede negar al PP, por mucho que los partidos de la oposición (que sólo se han limitado a querer negar cualquier progreso, desacreditar los evidentes adelantos en cuestiones económicas y financieras y a poner palos en las ruedas de la actividad gubernamental, para intentar frenar u ocultar cualquier señal de recuperación que desmintiera sus agoreros anuncios de una inminente quiebra de la nación española) intenten denigrarlo y desacreditarlo ante los ciudadanos. Si en otros aspectos hemos criticado al señor Rajoy y su gobierno, en el aspecto de ser el adalid de la mejora de relaciones con Europa, de haber conseguido restablecer la confianza de los inversores en bolsa extranjeros (hasta el punto de que, en la actualidad, se están vendiendo letras del Tesoro al increíble interés de un 0’04%, algo que sólo hace dos años se hubiera considerado algo imposible); se le debe alabar.

Por extraño que pueda resultar, la todopoderosa Alemania ha tenido un segundo trimestre del 2014 peor que en otras ocasiones, con una desaceleración de un 0’2%, algo que también ha ocurrido con la Italia del señor Renzi, con el resultado de que esta nación ha vuelto a entrar en recesión. Por si faltaran sorpresas, la propia Francia, con toda su “grandeur”, lleva varios trimestres de estancamiento y acaba de sufrir una peligrosa crisis de gobierno iniciada por su ministro de Economía, señor Arnaud Montebourg; que se ha opuesto a la política gubernamental, juntamente con los ministros de Cultura y Educación, todos ellos perteneciente al ala izquierda del gobierno, partidarios de enfrentarse a Merkel para rebajar la presión de las medidas de austeridad que, para ellos, son las responsables de la actual situación de Francia.

Evidentemente que, como ha reconocido la Comisión Europea, la caída del PIB en Italia va a contribuir a retrasar la recuperación en el país transalpino y tendrá un impacto en sus finazas públicas. Estos datos ponen en duda las previsiones para la Primavera de la Comisión. El resultado es que, para el ministro de Economía italiano, señor Pier Carlo Padoan, “Italia va a tener que acelerar el ritmo de las reformas”. Francia, por otra parte, viene perdiendo competitividad desde los años 90. El presidente, señor Hollande, está en declive y no levanta cabeza, mientras que el gobierno de Valls, aplicando políticas de derechas (las únicas viables) se viene distanciando de las bases de su partido, que ya le reprochan que siga las políticas propugnadas por la Alemania de Merkel. De los 50.000 millones que el señor Valls se comprometió a ahorrar de gasto público no parece que, hasta el momento, se haya percibido contención o reducción presupuestaria alguna.

Para un simple observador resulta ser que, aquellos países que, cuando se empezó a incubar la crisis de las primes-time, a finales del 2007, parecían ser los mejor dotados para resistirla, los que partían con ventaja respecto a aquellos que, por su especial dependencia de la construcción y la especulación por parte del sistema bancario y cajas de ahorros, sufrieron con más fuerza sus consecuencias y estaban peor preparados para enfrentarse a ella; por un raro azar del destino, ya fuere porque se han visto obligados a realizar drásticos ejercicios de austeridad, recortar su gasto, reestructurar su economía y reducir su dependencia del sector de la construcción, tanto pública como privada, al tiempo que se ha saneado todo su sistema bancario, con la supresión de la mayoría de Cajas de Ahorro o ya fuese por la aplicación de una reforma laboral que ha permitido a las empresas adecuar sus plantillas; hoy en día parecen mejor preparados que muchos de los que, manteniendo las viejas estructuras, sin haber saneado su sistema bancario, con una peor competitividad, se ha estancado o vienen retrocediendo en sus exportaciones o han sido superados por otros mercados emergentes más activos y actualizados.

Se me ocurre hablar un poco de la Deuda Pública española. Por supuesto que estamos en unos límites muy altos y que es posible que, en breve, podamos llegar a alcanzar el 100% del PIB. Pero, a diferencia de lo que les ocurre a otras naciones menos afectadas por los vaivenes bursátiles y que sus intereses y prima de riesgo han sufrido menores variaciones; en nuestro caso, el de España, debemos recordar que a finales de julio del 2012 nuestra prima de riesgo respecto al bono alemán llegó a alcanza los 634’3 puntos básicos y el interés que se debía abonar llegó hasta el 7%. Comparémoslo con la situación actual, en el día de hoy nuestra prima de riesgo es de 124 puntos básicos y por el bono a 10 años pagamos el 2’03%. Es posible que nuestra deuda haya aumentado desde finales del 2012, pero el interés que entonces pagábamos por ella estaba muy por encima del 6% y hoy en día pagamos un 4% menos, todo ello sin contar con el precio del seguro de cobro que se tenía que contratar por la desconfianza de los inversores en nuestra economía. Es evidente que, aunque tengamos una deuda superior a la del 2.012, el interés que pagamos por ella es muy inferior al que abonábamos entonces, lo que permite que, el aumento de la Deuda quede equilibrado con la disminución de su coste; algo que, en otros países, no ocurre.

Es significativo que Alemania se acerque a España y, no creamos que la señora Merkel lo hace por simple amistad, aunque también; pero es evidente que, cuando Francia parece que empieza a flaquear e Italia se la está jugando con un Renzi obligado a llevar adelante políticas de austeridad que no son bien recibidas por sus propios votantes; el país que se muestra más sólido, que más confianza inspira ( nuestras letras se han colocado al 0’04%) y que más reformas lleva realizadas para afrontar los retos del futuro (por mucho que les pese a nuestras izquierdas quejicas y alborotadoras) a la señora Merkel es España, en la que parece que piensa apoyarse para llevar adelante sus proyectos europeos. Puede que el apoyo de Alemania a la candidatura del señor De Guindos para presidir el Eurogrupo, sea una muestra más de que hemos hecho nuestros deberes.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, veamos una buena señal en el papel de España en Europa.

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