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A veces se presenta como solución milagrosa a las exigencias del separatismo catalán la adopción de una denominada tercera vía, una especie de enjuague o componenda que consistiría en dar aún más dinero y poderes al gobierno autonómico catalán (en la actualidad es el gobierno regional con más competencias de Europa y maneja más presupuesto que Ucrania), que la última instancia judicial fuesen tribunales catalanes y blindar el catalán como lengua única.
Si se aplicara tal apaño, el nacionalismo controlaría aún más a nuestra sociedad; los casos de corrupción se dilucidarían en tribunales nombrados por el poder político catalán y los castellanohablantes perderíamos nuestros ya escasos derechos lingüísticos sin poder acceder siquiera al Supremo. No nos engañemos: la tercera vía no es más que la vía para hacer de Cataluña un cortijo de los nacionalistas que construirían una Cataluña sin rastro de España y separatista de verdad. ¿Caerá Madrid en la trampa?
A quienes estamos convencidos de la iniquidad intrínseca de Sánchez, no nos va a confundir la supuesta “carta de amor” de este cateto personaje a su Begoña amada, redactada de su “puño y letra” (con sus tradicionales errores y faltas gramaticales) y exceso de egolatría.
Recuerdo con nostalgia la época en la que uno terminaba sus estudios universitarios y metía de lleno la cabeza en el mundo laboral. Ya no había marchas atrás. Se terminaron para siempre esos años de universitario, nunca más ya repetibles. Las conversaciones sobre cultura, sobre política, sobre música. Los exámenes, los espacios de relajamiento en la pradera de césped recién cortado que rodeaba la Facultad, los vinos en Argüelles, las copas en Malasaña...
Tras su inicial construcción provisional, el Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, reforzado en su interior por cables de acero para así acrecentar su firmeza. Se organizó, asimismo, la denominada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día.
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