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Miguel Ángel Silvestre, actor

'Quiero que juzguen a mis personajes, no a mí como persona'

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La nueva generación de actores talentosos tiene un nuevo ocupante: Miguel Ángel Silvestre. A sus 24 años debuta en la pantalla grande con ‘La Distancia’, una historia muy negra en la que da vida a un boxeador que busca su lugar en el mundo pero que tendrá que enfrentarse a golpes bajos. Con un físico imponente, una cabeza bien amueblada y la fortuna de haber tocado el cielo profesional con los dedos, este joven intérprete se desnuda en la gran pantalla y en el tú a tú sin focos de por medio.

Debutar siempre es difícil. Y recibir el aplauso de crítica y público más. Si a eso le sumas un premio la ecuación parece imposible. Pues nada más lejos de la realidad, al menos en el caso de Miguel Ángel Silvestre, que con su primer protagonista en ‘La Distancia’ ha conseguido eso y más. De hecho, este pasado fin de semana fue premiado en el Festival de Cine español de Toulouse como actor revelación. ¿Quién se lo iba a decir a este castellonense aspirante a tenista de élite? Pero la vida da golpes pero también gratas sorpresas…




Miguel Ángel Silvestre.

Sergio Sainz / SIGLO XXI

Primer protagonista en el cine y nada menos que en el papel de boxeador. El proceso para meterse en su piel sería duro, ¿verdad?

Era tensón, trabajo y disciplina. Suponía entrenar todos los días cinco horas de boxeo. Lo más complicado fue familiarizarse con el dolor, eso me costó más. Un día un compañero del gimnasio y me hizo un k.o. de hígado. Al recuperarme me fui corriendo al baño y me puse a llorar como un niño de diez años. Me sentí más solo que nunca y eso que vivo independiente desde los 13. Y ante cualquier obstáculo o problema ha estado mi gente pero ante el dolor, ese golpe, estás tú solo. Y el personaje anda solo por la vida y más que dolor físico sufre sugestión y soledad.

¿Qué fue más difícil: meterse en la piel de un tipo duro o dejar que fluyeran las emociones del personaje?

En cuanto a lo físico dejar barba, coger diez kilos de masa muscular, agravar la voz… Eran cosas más técnicas y lo abordé con trabajo y disciplina. Pero tenía que haber en la mirada un poso de pena, soledad y tristeza. Doy vida a un personaje que se ha criado en la calle, sin padres, que no se gusta, con una culpa aplastante en la espalda y que quiere quitarse... Todo eso tenía que estar en sus ojos. Y fue duro.

¿Qué recuerdos tiene de la relación con los compañeros de reparto, grandes nombres como Federico Luppi, Lluis Homar o José Coronado?

Increíble. Ellos pusieron todos los medios para que me sintiera como en casa. Consiguieron crear el clima perfecto para que lo hiciera lo mejor posible. Fueron muy generosos conmigo, me dieron muchos consejos. Y aprovechaba cada toma para mirarles y aprender de maestros únicos.

Cuando se cristalizó el proyecto, con un papel tan duro, ¿cómo recibió la noticia?

Siempre mirando hacia delante. Y con muchísima ilusión. En un rodaje sé que hay mucha presión pero no me di cuenta gracias a los actores y al director que llevaban mucha más experiencia que yo. Pusieron un escudo contra toda esa presión.

Sus comienzos fueron en televisión en una serie de éxito como fue ‘Motivos Personales’, ¿fue un buen escaparate?

Sí, aprendí muchísimo. Tuve mucha suerte con el reparto de la serie. Cuando no rodaba me iba con una libreta por los decorados a ver actuar a mis compañeros y me quedaba ‘flipado’. La televisión es un medio muy bueno para exponerte muchísimo público, para que la gente te conozca. Antes se veía como mal hacer ‘tele’ pero ahora da puntos. Los productores tienen que pensar en caras conocidas para asegurarse el éxito. Y empezar siempre es complicad pero yo agradezco que apostaran por mí siendo un completo anónimo.

Dejo la serie en momento álgido, para desconcierto del público: ¿Difícil decisión?

Lo fue. Era el tercer proyecto que la productora de la serie, no Telecinco, no me dejaba compaginar. Propuse trabajar fines de semana, sin cobrar, y no accedieron. Cuando la cadena me apoyaba, incluso los jefes me dieron un abrazo al saber que haría cine y con Federico Luppi, que era uno de mis sueños... Fue muy duro. Era mi primer personaje, le quería mucho y del que no me quería desprender de él. Pero, al final, ante la negativa de no poder hacer nada más... y no compaginarme cuando lo hacían con otros compañeros tuve que dejarlo...

Y le sustituyó Álex González, un amigo con el que además comparte una carrera paralela.

Somos muy, muy buenos amigos. Cada vez más. Por cierto, boxeamos de vez en cuando. Y hemos roto eso de las carreras paralelas haciendo un cortometraje juntos. Se titula ‘Dolly Parton’ e interpretamos a dos íntimos amigos y él me la juega al levantarme a mi novia. Álex es maravilloso, un tío genial al que admiro mucho, no sólo profesionalmente también en lo personal. Y sí, le pasé el testigo.

Tiene que ser difícil competir con amigos por los mismos papeles.

Somos muchos actores jóvenes y no hay tantos personajes. Pero al final te acostumbras a que no es decisión tuya. Si no te cogen a ti lo han cogido a él... y lo positivo es que siempre te alegras por alguien. Siempre hay algo que celebrar.

En ‘La Distancia’ provoca pasiones en ellas y ellos. Nadie duda de que es ya todo un galán de nuevo cuño.

Eso está escrito en el guión. Con los mismos ojos que me mira Coronado en la película le respondo yo porque hay que ver que es guapo el tío y tiene arte por un tubo...

Él reconocía en una entrevista reciente que resulta fácil enamorarse de Miguel Ángel Silvestre...

Pues imagínate yo de él. Lo quería abrazar cada dos por tres por lo bien que se ha portado conmigo en el rodaje, al acoger a un chaval que empezaba, y porque es grande, buena persona. Le admiro muchísimo y creo que ha hecho un papel increíble en la película.

¿Es tan conquistador fuera de las pantallas?

Eso sólo en el cine, en la vida real no es así. No, no. Ojalá.

¿Ser famoso dificulta las cosas en el terreno amoroso?

Bueno, a lo mejor. No soy muy conocido y por ahí me puedo salvar.

Cuando se presenta a alguien dice: ¡Hola, me llamo Miguel Ángel y soy actor!

No, es lo último que digo. Y cuando me preguntan qué hago respondo muy bajito. Para empezar porque todavía no me acabo de creer que sea actor. Todo me ha venido todo muy rápido y me da un poco de apuro.

Ha participado en proyectos de moda como el calendario Guess, ¿cómo se ve en esa faceta?

Tengo claro que no soy modelo. El mundo de la moda fue un buen aliciente para poder costearme la carrera de Fisioterapia cuando estudiaba en Valencia pero no me siento modelo. Lo de Guess fue una excusa para irme de viaje al Caribe con Fernando Tejero, que es muy buen amigo mío. Fueron diez días a gastos pagados y hacer el calendario fue todo un honor.

Entonces no quiere seguir por esa línea.

No. Me gusta más contar historias y, sobre todo, alejarme de que me juzguen a mí como persona. Prefiero que juzguen a un personaje, que es como me siento más cómodo, a lo hagan a Miguel Ángel. Cuando veo una cámara no dejas de ser tú observado por un ojo que te está mirando. Es mucho más incómodo que cuando das vida a un personaje y puedes hacer todo lo que quieras: ser un cabrón, escupir, lo que haga falta...

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Pronto estrenaré ‘3/19’, una película de un director mexicano en la que interpreto a un personaje que lucha contra el cáncer y tuve que perder diez kilos de masa muscular...

Le gustan los extremos.
Ése es el reto. Me he dado cuenta que más que actor de vocación, soy un actor de retos. Busco historias que me hagan crecer y mejorar. .

¿Qué mensaje mandaría a los jóvenes cineastas o actores?

Con la ilusión se va a todos los lados. Si uno sueña algo y lo defiende hasta al final, se consigue. Contar historias y aprender de ellas es lo más bonito que hay.

¿Cómo se definiría como profesional?

Soy un actor con ilusión que se entrega y pone el alma en las películas.

¿Y cómo persona?

Lo mismo. Miguel Ángel se entrega a las cosas en las que cree. Soy demasiado espídico, pero con mucha ilusión, romántico y enamorado de la vida.

¿Es de los de corto o largo plazo?

Corto plazo. Esta carrera es a largo plazo pero pienso que es más positivo ponerse sueños y retos a corto plazo para mantenerse despierto.

¿Cómo se ve dentro de diez años?

No lo sé. Puedo decir cómo me veo dentro de un minuto, pero dentro de años ni idea. Depende de cuál sea la motivación en ese momento.

Y final, ¿su mayor deseo?

Sería feliz siendo feliz.

'Quiero que juzguen a mis personajes, no a mí como persona'

Miguel Ángel Silvestre, actor
Redacción
viernes, 16 de febrero de 2007, 10:50 h (CET)
La nueva generación de actores talentosos tiene un nuevo ocupante: Miguel Ángel Silvestre. A sus 24 años debuta en la pantalla grande con ‘La Distancia’, una historia muy negra en la que da vida a un boxeador que busca su lugar en el mundo pero que tendrá que enfrentarse a golpes bajos. Con un físico imponente, una cabeza bien amueblada y la fortuna de haber tocado el cielo profesional con los dedos, este joven intérprete se desnuda en la gran pantalla y en el tú a tú sin focos de por medio.

Debutar siempre es difícil. Y recibir el aplauso de crítica y público más. Si a eso le sumas un premio la ecuación parece imposible. Pues nada más lejos de la realidad, al menos en el caso de Miguel Ángel Silvestre, que con su primer protagonista en ‘La Distancia’ ha conseguido eso y más. De hecho, este pasado fin de semana fue premiado en el Festival de Cine español de Toulouse como actor revelación. ¿Quién se lo iba a decir a este castellonense aspirante a tenista de élite? Pero la vida da golpes pero también gratas sorpresas…




Miguel Ángel Silvestre.

Sergio Sainz / SIGLO XXI

Primer protagonista en el cine y nada menos que en el papel de boxeador. El proceso para meterse en su piel sería duro, ¿verdad?

Era tensón, trabajo y disciplina. Suponía entrenar todos los días cinco horas de boxeo. Lo más complicado fue familiarizarse con el dolor, eso me costó más. Un día un compañero del gimnasio y me hizo un k.o. de hígado. Al recuperarme me fui corriendo al baño y me puse a llorar como un niño de diez años. Me sentí más solo que nunca y eso que vivo independiente desde los 13. Y ante cualquier obstáculo o problema ha estado mi gente pero ante el dolor, ese golpe, estás tú solo. Y el personaje anda solo por la vida y más que dolor físico sufre sugestión y soledad.

¿Qué fue más difícil: meterse en la piel de un tipo duro o dejar que fluyeran las emociones del personaje?

En cuanto a lo físico dejar barba, coger diez kilos de masa muscular, agravar la voz… Eran cosas más técnicas y lo abordé con trabajo y disciplina. Pero tenía que haber en la mirada un poso de pena, soledad y tristeza. Doy vida a un personaje que se ha criado en la calle, sin padres, que no se gusta, con una culpa aplastante en la espalda y que quiere quitarse... Todo eso tenía que estar en sus ojos. Y fue duro.

¿Qué recuerdos tiene de la relación con los compañeros de reparto, grandes nombres como Federico Luppi, Lluis Homar o José Coronado?

Increíble. Ellos pusieron todos los medios para que me sintiera como en casa. Consiguieron crear el clima perfecto para que lo hiciera lo mejor posible. Fueron muy generosos conmigo, me dieron muchos consejos. Y aprovechaba cada toma para mirarles y aprender de maestros únicos.

Cuando se cristalizó el proyecto, con un papel tan duro, ¿cómo recibió la noticia?

Siempre mirando hacia delante. Y con muchísima ilusión. En un rodaje sé que hay mucha presión pero no me di cuenta gracias a los actores y al director que llevaban mucha más experiencia que yo. Pusieron un escudo contra toda esa presión.

Sus comienzos fueron en televisión en una serie de éxito como fue ‘Motivos Personales’, ¿fue un buen escaparate?

Sí, aprendí muchísimo. Tuve mucha suerte con el reparto de la serie. Cuando no rodaba me iba con una libreta por los decorados a ver actuar a mis compañeros y me quedaba ‘flipado’. La televisión es un medio muy bueno para exponerte muchísimo público, para que la gente te conozca. Antes se veía como mal hacer ‘tele’ pero ahora da puntos. Los productores tienen que pensar en caras conocidas para asegurarse el éxito. Y empezar siempre es complicad pero yo agradezco que apostaran por mí siendo un completo anónimo.

Dejo la serie en momento álgido, para desconcierto del público: ¿Difícil decisión?

Lo fue. Era el tercer proyecto que la productora de la serie, no Telecinco, no me dejaba compaginar. Propuse trabajar fines de semana, sin cobrar, y no accedieron. Cuando la cadena me apoyaba, incluso los jefes me dieron un abrazo al saber que haría cine y con Federico Luppi, que era uno de mis sueños... Fue muy duro. Era mi primer personaje, le quería mucho y del que no me quería desprender de él. Pero, al final, ante la negativa de no poder hacer nada más... y no compaginarme cuando lo hacían con otros compañeros tuve que dejarlo...

Y le sustituyó Álex González, un amigo con el que además comparte una carrera paralela.

Somos muy, muy buenos amigos. Cada vez más. Por cierto, boxeamos de vez en cuando. Y hemos roto eso de las carreras paralelas haciendo un cortometraje juntos. Se titula ‘Dolly Parton’ e interpretamos a dos íntimos amigos y él me la juega al levantarme a mi novia. Álex es maravilloso, un tío genial al que admiro mucho, no sólo profesionalmente también en lo personal. Y sí, le pasé el testigo.

Tiene que ser difícil competir con amigos por los mismos papeles.

Somos muchos actores jóvenes y no hay tantos personajes. Pero al final te acostumbras a que no es decisión tuya. Si no te cogen a ti lo han cogido a él... y lo positivo es que siempre te alegras por alguien. Siempre hay algo que celebrar.

En ‘La Distancia’ provoca pasiones en ellas y ellos. Nadie duda de que es ya todo un galán de nuevo cuño.

Eso está escrito en el guión. Con los mismos ojos que me mira Coronado en la película le respondo yo porque hay que ver que es guapo el tío y tiene arte por un tubo...

Él reconocía en una entrevista reciente que resulta fácil enamorarse de Miguel Ángel Silvestre...

Pues imagínate yo de él. Lo quería abrazar cada dos por tres por lo bien que se ha portado conmigo en el rodaje, al acoger a un chaval que empezaba, y porque es grande, buena persona. Le admiro muchísimo y creo que ha hecho un papel increíble en la película.

¿Es tan conquistador fuera de las pantallas?

Eso sólo en el cine, en la vida real no es así. No, no. Ojalá.

¿Ser famoso dificulta las cosas en el terreno amoroso?

Bueno, a lo mejor. No soy muy conocido y por ahí me puedo salvar.

Cuando se presenta a alguien dice: ¡Hola, me llamo Miguel Ángel y soy actor!

No, es lo último que digo. Y cuando me preguntan qué hago respondo muy bajito. Para empezar porque todavía no me acabo de creer que sea actor. Todo me ha venido todo muy rápido y me da un poco de apuro.

Ha participado en proyectos de moda como el calendario Guess, ¿cómo se ve en esa faceta?

Tengo claro que no soy modelo. El mundo de la moda fue un buen aliciente para poder costearme la carrera de Fisioterapia cuando estudiaba en Valencia pero no me siento modelo. Lo de Guess fue una excusa para irme de viaje al Caribe con Fernando Tejero, que es muy buen amigo mío. Fueron diez días a gastos pagados y hacer el calendario fue todo un honor.

Entonces no quiere seguir por esa línea.

No. Me gusta más contar historias y, sobre todo, alejarme de que me juzguen a mí como persona. Prefiero que juzguen a un personaje, que es como me siento más cómodo, a lo hagan a Miguel Ángel. Cuando veo una cámara no dejas de ser tú observado por un ojo que te está mirando. Es mucho más incómodo que cuando das vida a un personaje y puedes hacer todo lo que quieras: ser un cabrón, escupir, lo que haga falta...

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Pronto estrenaré ‘3/19’, una película de un director mexicano en la que interpreto a un personaje que lucha contra el cáncer y tuve que perder diez kilos de masa muscular...

Le gustan los extremos.
Ése es el reto. Me he dado cuenta que más que actor de vocación, soy un actor de retos. Busco historias que me hagan crecer y mejorar. .

¿Qué mensaje mandaría a los jóvenes cineastas o actores?

Con la ilusión se va a todos los lados. Si uno sueña algo y lo defiende hasta al final, se consigue. Contar historias y aprender de ellas es lo más bonito que hay.

¿Cómo se definiría como profesional?

Soy un actor con ilusión que se entrega y pone el alma en las películas.

¿Y cómo persona?

Lo mismo. Miguel Ángel se entrega a las cosas en las que cree. Soy demasiado espídico, pero con mucha ilusión, romántico y enamorado de la vida.

¿Es de los de corto o largo plazo?

Corto plazo. Esta carrera es a largo plazo pero pienso que es más positivo ponerse sueños y retos a corto plazo para mantenerse despierto.

¿Cómo se ve dentro de diez años?

No lo sé. Puedo decir cómo me veo dentro de un minuto, pero dentro de años ni idea. Depende de cuál sea la motivación en ese momento.

Y final, ¿su mayor deseo?

Sería feliz siendo feliz.

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