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“Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla” Nicolás Maquiavelo

¿Reaccionará España al intento de Sánchez de trocear el país?

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No sabemos cuáles fueron las intenciones del señor Pedro Sánchez, el actual presidente en funciones del gobierno de la nación española, cuando provocó la ruptura drástica con el partido comunista -con sus continuas negativas a aceptar las ofertas, cada vez más humillantes para el señor Pablo Iglesias, de Podemos – cuando, durante meses lo había considerado su aliado preferido para formar un coalición que le permitiera gobernar el país. Es fácil pensar que las encuestas, que siempre se le presentaban favorables, los consejos de sus asesores deslumbrados por lo prometedor de las cifras de votos que parecía que, cada día que pasaba, eran más optimistas para el PSOE o las excelentes noticias que recibía sobre los pobres resultados de los partidos de la oposición a los que les auguraban resultados muy mediocres; le hicieran reconsiderar sus primeras intenciones de compartir, de alguna forma, un gobierno de izquierdas o, al menos, apoyado por las izquierdas; para pretender abarcar aún más, aspirando a obtener una mayoría suficiente para que, si no conseguía la mayoría absoluta, al menos no verse obligado a tener que pactar más que con unos pocos socios a los que podría comprar sin más que darles algunas ventajas económicas con las que taparles la boca.

No estamos en condiciones, como creo que ninguna persona, de predecir los resultados que puedan salir de las urnas el día 10 de noviembre próximo, día en el que están convocadas, una vez más, las elecciones legislativas de las que se supone tiene que salir la solución de este enredo que, la multitud de partidos que concurren a los comicios y una ley D´Hont empeñada en complicar las cosas, nos dejaron a los españoles; retrasando de una forma poco conveniente para la nación española la formación de un gobierno mínimamente estable, fiable y capaz de poder resistir toda una legislatura sin acabar rompiéndose en mil pedazos. Pero sí hay algunos datos verdaderamente sorprendentes que nos permiten, siempre con las cautelas que las cosas de la política nos obligan a tomar, prever algunos posibles cambios que, con toda seguridad, no entraban en los planes del señor Pedro Sánchez y sus consejeros, cuando tomaron la decisión de acudir de nuevo a las urnas.

Empezando por la entrada en la lid electoral de una fracción de Podemos encabezada por Iñigo Errejón (ha esperado pacientemente la hora de la venganza por el trato que recibió de su jefe de filas, Pablo Iglesias), que ha buscado la ocasión más propicia para hacerle el mayor daño posible a su antigua formación política, aunque de una forma elegante con la que pretende disimular el estoconazo que le ha proporcionado a un Pablo Iglesias en evidentes horas bajas, al hablar de “una fuerza de la izquierda potente”. No hay duda que la aparición de Errejón no estaba prevista en el primitivo plan de Sánchez. Es evidente que Errejón no aparece como tan extremista como Iglesias; que se ha ocupado en mantener un tono bajo en las críticas a sus posibles adversarios políticos; que ha mantenido en su alianza con la alcaldesa de Madrid, la señora Carmena, un tono amable y de colaboración que le ha dado una imagen de persona responsable, en los meses que ha ocupado su escaño.

Sabe Sánchez que, en la parte más radical de su partido, el PSOE, el señor Errejón tiene posibilidades de arrebatarle votos, como también es posible que los consiga de los más extremistas de la izquierda del partido de Ciudadanos, hoy en una situación que, si debemos de hacer caso de las encuestas que están apareciendo en los medios de comunicación, están pasando por una de las peores crisis y, además, en el momento más inoportuno para los intereses de un señor Albert Rivera, que no aparece acertar en sus últimas apuestas políticas, de manera que se está granjeando numerosos enemigos entre los miembros de su propio partido, aparte de los que ya han decidido abandonar Ciudadanos.

Pero ha sido el propio señor Pedro Sánchez el que ha decidido dar un viraje hacia lo que podría considerarse como el centro derecha, en un intento de dar la sensación de ser un individuo capaz de afrontar lo que parece que no le ha preocupado hasta ahora, las advertencias que el Banco de España y todos los economistas y expertos, tanto españoles como extranjeros, vienen haciendo respecto a un evidente enfriamiento de la economía, una disminución de las previsiones de crecimiento de la industria europea, un estancamiento de la producción algo que ya se ha venido notando de una forma especial en la venta de artículos no esenciales, como es el caso de la industria automovilística, afectada por un retraimiento de la demanda interna. Es evidente que la ciudadanía no comparte las, por otra parte absurdas, conclusiones de los ministros españoles, entre ellos la propia Nadia Calviño, empeñados en no reconocer que se acercan momentos en los que les va a resultar muy difícil mantener estas disparatadas promesas electoralistas, que empezaron con los viernes del consejo de ministros de los que salieron multitud de decretos para comprar los votos de los ciudadanos, sin tener en cuenta que iba a costar miles de millones, de los que carecemos, para poder atender unas mejoras sociales que España, como nación, no está en condiciones de poder asumir por muy interesantes que fueran.

Han bajado las inversiones del extranjero en España; el anunciado “brexit” ya se ha valorado en una pérdidas millonarias para la economía española, con el turismo a la cabeza; el señor Trump no ha tenido inconveniente en devolvernos la pelota de las muestras de “simpatía” que ha recibido de la prensa, los políticos y el mismo Gobierno de España, dándonos un sablazo consistente en un aumento del 25% de las tasas de las exportaciones de productos esenciales para España, como es el caso del vino, las aceitunas y el aceite y otros productos que ya han anticipado unas pérdidas de mil millones de euros. No es, pues, la situación más favorable para que un gobierno conducido por el PSOE, como fue el caso de la crisis del 2008, cuando el señor Rodríguez Zapatero estaba al frente del gobierno (se negó admitir que la crisis de las hipotecas sub-prime americanas, que afectaron a toda Europa, también nos afectaría a nosotros, lo que significó de que no se tomaron las medidas oportunas para afrontar la crisis hasta que ya fue tarde para evitar que, sus efectos, nos cogieran desprevenidos) lo que acabó por obligarle a convocar elecciones para entregar el testigo al PP, cuando España estaba al borde de la quiebra nacional y a punto de tener que solicitar el rescate de la UE.

Y ante una situación tan evidente, unos momentos en los que la necesidad de que España tenga un gobierno sólido, con personas capaces de afrontar momentos que pueden ser delicados para el país y sus ciudadanos, nos encontramos en que lo que, lo único que tenemos es un gobierno en funciones, que nos miente acerca de los peligros del futuro que nos acechan, que sigue empecinado en repartir el dinero de los españoles a espuertas para garantizarse el voto de los beneficiarios de semejante despilfarro y que sólo espera que, su viraje político, en el que se ha involucrado directamente el señor Pedro Sánchez, pronunciando cientos de veces una palabra que no había utilizado apenas en los años en los que lleva en la política, debido a que el hablar de España le resultaba incómodo cuando sus socios preferidos eran las izquierdas y los separatistas, a los que el nombrar a España era como, para los andaluces, hablar de la “bicha”.

Por el contrario, cuando ha querido buscar sacar votos de Ciudadanos o incluso del PP sus consejeros parece que le han recomendado que intente mostrarse poco crítico con sus endémicos rivales y dar la sensación de que están en condiciones de mantener la economía a salvo pese a que sus programas ( en la actualidad frenados por mor de la necesidad de prorrogar los Presupuestos Generales del Estado a causa de los problemas electorales que no les ha permitido someterlos a la aprobaciones de las Cortes). Un situación que no es precisamente aquella en la que ningún gobierno y, en especial, en funciones, querría encontrarse en vísperas de unas elecciones legislativas, por muy buenos que hubieran sido los pronósticos que les indujeron a someterse a las urnas. Las encuestas van reflejando un aumento vertiginoso de las posibilidades de sacar un resultado espectacular al PP del señor Casado a la vez que hablan de una debacle en Ciudadanos y, por raro que pudiera parecer en vista de lo que, hace unos meses, se hablaba sobre VOX, es muy posible que no sólo se mantenga, sino que incluso sacara algún escaño de más; de modo que podría quedar muy igualado con el partido de Rivera, Ciudadanos.

No estamos muy seguros de que Podemos, del señor Iglesias, sea tan castigado como algunas encuestas parece que intentan pronosticar. Es evidente que va a perder una parte de sus votos que se irán a Errejón, al que algunas encuestas ya le asignan 10 escaños, pero no se puede despreciar el gancho del señor Pablo Iglesias que, llegado el momento, arrastra a los votante de izquierdas con su verbo fácil y convincente, algo que le permite superar situaciones muy difíciles, sin salir excesivamente trompicado de ellas.

O así es como, señores desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, así como hace apenas un mes parecía que todo estaba decantado hacia una victoria sin paliativos del PSOE, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin llegar a acuerdos de gobierno con ningún otro partido; a lo más concertando algunos acuerdos de legislatura con sus rivales más potentes; ahora parece que la piel de oso todavía está cubriendo a su legítimo poseedor, el plantígrado y, en consecuencia, lo que se está valorando es si, en realidad, el PSOE del señor Sánchez se va a encontrar en una situación tan favorable como se pensaba o sí, llegado el momento, va a continuar teniendo dificultados para gobernar si sus socios naturales, las izquierdas, no sacan los buenos resultados que les permitan sumar para conseguir la mayoría absoluta en el Congreso y el Senado, unos votos que les hacen falta para garantizar la legislatura. Si ello no se produce, entraremos en una nueva crisis de la que, es muy posible, que España salga tocada por mucho tiempo. Y una cita final del gran Marco Tulio Ciceron: “Quien olvida la historia está obligado a repetirla”.

¿Reaccionará España al intento de Sánchez de trocear el país?

“Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla” Nicolás Maquiavelo
Miguel Massanet
martes, 8 de octubre de 2019, 10:44 h (CET)

No sabemos cuáles fueron las intenciones del señor Pedro Sánchez, el actual presidente en funciones del gobierno de la nación española, cuando provocó la ruptura drástica con el partido comunista -con sus continuas negativas a aceptar las ofertas, cada vez más humillantes para el señor Pablo Iglesias, de Podemos – cuando, durante meses lo había considerado su aliado preferido para formar un coalición que le permitiera gobernar el país. Es fácil pensar que las encuestas, que siempre se le presentaban favorables, los consejos de sus asesores deslumbrados por lo prometedor de las cifras de votos que parecía que, cada día que pasaba, eran más optimistas para el PSOE o las excelentes noticias que recibía sobre los pobres resultados de los partidos de la oposición a los que les auguraban resultados muy mediocres; le hicieran reconsiderar sus primeras intenciones de compartir, de alguna forma, un gobierno de izquierdas o, al menos, apoyado por las izquierdas; para pretender abarcar aún más, aspirando a obtener una mayoría suficiente para que, si no conseguía la mayoría absoluta, al menos no verse obligado a tener que pactar más que con unos pocos socios a los que podría comprar sin más que darles algunas ventajas económicas con las que taparles la boca.

No estamos en condiciones, como creo que ninguna persona, de predecir los resultados que puedan salir de las urnas el día 10 de noviembre próximo, día en el que están convocadas, una vez más, las elecciones legislativas de las que se supone tiene que salir la solución de este enredo que, la multitud de partidos que concurren a los comicios y una ley D´Hont empeñada en complicar las cosas, nos dejaron a los españoles; retrasando de una forma poco conveniente para la nación española la formación de un gobierno mínimamente estable, fiable y capaz de poder resistir toda una legislatura sin acabar rompiéndose en mil pedazos. Pero sí hay algunos datos verdaderamente sorprendentes que nos permiten, siempre con las cautelas que las cosas de la política nos obligan a tomar, prever algunos posibles cambios que, con toda seguridad, no entraban en los planes del señor Pedro Sánchez y sus consejeros, cuando tomaron la decisión de acudir de nuevo a las urnas.

Empezando por la entrada en la lid electoral de una fracción de Podemos encabezada por Iñigo Errejón (ha esperado pacientemente la hora de la venganza por el trato que recibió de su jefe de filas, Pablo Iglesias), que ha buscado la ocasión más propicia para hacerle el mayor daño posible a su antigua formación política, aunque de una forma elegante con la que pretende disimular el estoconazo que le ha proporcionado a un Pablo Iglesias en evidentes horas bajas, al hablar de “una fuerza de la izquierda potente”. No hay duda que la aparición de Errejón no estaba prevista en el primitivo plan de Sánchez. Es evidente que Errejón no aparece como tan extremista como Iglesias; que se ha ocupado en mantener un tono bajo en las críticas a sus posibles adversarios políticos; que ha mantenido en su alianza con la alcaldesa de Madrid, la señora Carmena, un tono amable y de colaboración que le ha dado una imagen de persona responsable, en los meses que ha ocupado su escaño.

Sabe Sánchez que, en la parte más radical de su partido, el PSOE, el señor Errejón tiene posibilidades de arrebatarle votos, como también es posible que los consiga de los más extremistas de la izquierda del partido de Ciudadanos, hoy en una situación que, si debemos de hacer caso de las encuestas que están apareciendo en los medios de comunicación, están pasando por una de las peores crisis y, además, en el momento más inoportuno para los intereses de un señor Albert Rivera, que no aparece acertar en sus últimas apuestas políticas, de manera que se está granjeando numerosos enemigos entre los miembros de su propio partido, aparte de los que ya han decidido abandonar Ciudadanos.

Pero ha sido el propio señor Pedro Sánchez el que ha decidido dar un viraje hacia lo que podría considerarse como el centro derecha, en un intento de dar la sensación de ser un individuo capaz de afrontar lo que parece que no le ha preocupado hasta ahora, las advertencias que el Banco de España y todos los economistas y expertos, tanto españoles como extranjeros, vienen haciendo respecto a un evidente enfriamiento de la economía, una disminución de las previsiones de crecimiento de la industria europea, un estancamiento de la producción algo que ya se ha venido notando de una forma especial en la venta de artículos no esenciales, como es el caso de la industria automovilística, afectada por un retraimiento de la demanda interna. Es evidente que la ciudadanía no comparte las, por otra parte absurdas, conclusiones de los ministros españoles, entre ellos la propia Nadia Calviño, empeñados en no reconocer que se acercan momentos en los que les va a resultar muy difícil mantener estas disparatadas promesas electoralistas, que empezaron con los viernes del consejo de ministros de los que salieron multitud de decretos para comprar los votos de los ciudadanos, sin tener en cuenta que iba a costar miles de millones, de los que carecemos, para poder atender unas mejoras sociales que España, como nación, no está en condiciones de poder asumir por muy interesantes que fueran.

Han bajado las inversiones del extranjero en España; el anunciado “brexit” ya se ha valorado en una pérdidas millonarias para la economía española, con el turismo a la cabeza; el señor Trump no ha tenido inconveniente en devolvernos la pelota de las muestras de “simpatía” que ha recibido de la prensa, los políticos y el mismo Gobierno de España, dándonos un sablazo consistente en un aumento del 25% de las tasas de las exportaciones de productos esenciales para España, como es el caso del vino, las aceitunas y el aceite y otros productos que ya han anticipado unas pérdidas de mil millones de euros. No es, pues, la situación más favorable para que un gobierno conducido por el PSOE, como fue el caso de la crisis del 2008, cuando el señor Rodríguez Zapatero estaba al frente del gobierno (se negó admitir que la crisis de las hipotecas sub-prime americanas, que afectaron a toda Europa, también nos afectaría a nosotros, lo que significó de que no se tomaron las medidas oportunas para afrontar la crisis hasta que ya fue tarde para evitar que, sus efectos, nos cogieran desprevenidos) lo que acabó por obligarle a convocar elecciones para entregar el testigo al PP, cuando España estaba al borde de la quiebra nacional y a punto de tener que solicitar el rescate de la UE.

Y ante una situación tan evidente, unos momentos en los que la necesidad de que España tenga un gobierno sólido, con personas capaces de afrontar momentos que pueden ser delicados para el país y sus ciudadanos, nos encontramos en que lo que, lo único que tenemos es un gobierno en funciones, que nos miente acerca de los peligros del futuro que nos acechan, que sigue empecinado en repartir el dinero de los españoles a espuertas para garantizarse el voto de los beneficiarios de semejante despilfarro y que sólo espera que, su viraje político, en el que se ha involucrado directamente el señor Pedro Sánchez, pronunciando cientos de veces una palabra que no había utilizado apenas en los años en los que lleva en la política, debido a que el hablar de España le resultaba incómodo cuando sus socios preferidos eran las izquierdas y los separatistas, a los que el nombrar a España era como, para los andaluces, hablar de la “bicha”.

Por el contrario, cuando ha querido buscar sacar votos de Ciudadanos o incluso del PP sus consejeros parece que le han recomendado que intente mostrarse poco crítico con sus endémicos rivales y dar la sensación de que están en condiciones de mantener la economía a salvo pese a que sus programas ( en la actualidad frenados por mor de la necesidad de prorrogar los Presupuestos Generales del Estado a causa de los problemas electorales que no les ha permitido someterlos a la aprobaciones de las Cortes). Un situación que no es precisamente aquella en la que ningún gobierno y, en especial, en funciones, querría encontrarse en vísperas de unas elecciones legislativas, por muy buenos que hubieran sido los pronósticos que les indujeron a someterse a las urnas. Las encuestas van reflejando un aumento vertiginoso de las posibilidades de sacar un resultado espectacular al PP del señor Casado a la vez que hablan de una debacle en Ciudadanos y, por raro que pudiera parecer en vista de lo que, hace unos meses, se hablaba sobre VOX, es muy posible que no sólo se mantenga, sino que incluso sacara algún escaño de más; de modo que podría quedar muy igualado con el partido de Rivera, Ciudadanos.

No estamos muy seguros de que Podemos, del señor Iglesias, sea tan castigado como algunas encuestas parece que intentan pronosticar. Es evidente que va a perder una parte de sus votos que se irán a Errejón, al que algunas encuestas ya le asignan 10 escaños, pero no se puede despreciar el gancho del señor Pablo Iglesias que, llegado el momento, arrastra a los votante de izquierdas con su verbo fácil y convincente, algo que le permite superar situaciones muy difíciles, sin salir excesivamente trompicado de ellas.

O así es como, señores desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, así como hace apenas un mes parecía que todo estaba decantado hacia una victoria sin paliativos del PSOE, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin llegar a acuerdos de gobierno con ningún otro partido; a lo más concertando algunos acuerdos de legislatura con sus rivales más potentes; ahora parece que la piel de oso todavía está cubriendo a su legítimo poseedor, el plantígrado y, en consecuencia, lo que se está valorando es si, en realidad, el PSOE del señor Sánchez se va a encontrar en una situación tan favorable como se pensaba o sí, llegado el momento, va a continuar teniendo dificultados para gobernar si sus socios naturales, las izquierdas, no sacan los buenos resultados que les permitan sumar para conseguir la mayoría absoluta en el Congreso y el Senado, unos votos que les hacen falta para garantizar la legislatura. Si ello no se produce, entraremos en una nueva crisis de la que, es muy posible, que España salga tocada por mucho tiempo. Y una cita final del gran Marco Tulio Ciceron: “Quien olvida la historia está obligado a repetirla”.

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