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La realidad desmiente gran número de las afirmaciones previas

Zahories

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Vaya por delante mi respeto y admiración por los auténticos practicantes de la radiestesia, apasionados ZAHORÍES que buscan en las vetas ocultas de la existencia; agua, minerales, sentimientos o magnetismos, tejen las maniobras de sus actividades hasta extremos curiosos. Hoy dejo de lado la credulidad o no con respecto a sus artes. Como pronto aclararé, voy por otras vertientes de las capacidades de penetración en las zonas misteriosas del mundo y de la vida. Reconocidos o no, dan lugar a las actitudes más diversas en sus desempeños. Como siempre ocurre, a la hora de aplicar sus cualidades hallaremos personas de increíbles cualidades y defectos ostentosos. Lo bueno y lo malo están mezclados entre los humanos.

En esto de las atribuciones proclamadas por cada sujeto para sí mismo, habría mucha materia por delante para los comentarios. La realidad desmiente gran número de las afirmaciones previas. La ignorancia o los errores, parten con una malicia menor; por el contrario, los intereses, engaños y pérfidas actuaciones, contribuyen de lleno al falseamiento de las relaciones sociales. En pocas palabras, resulta primordial la DISTANCIA que va de lo dicho a los hechos posteriores; entre los supuestos zahoríes, y no digamos, entre los numerosos embaucadores que nos abruman con un descaro inusitado en las distintas áreas de la experiencia.

Los engaños son procedimientos inveterados, otro de los oficios antiguos donde los haya, reflejados en relatos e historietas. ¿Quién recuerda ahora a Fernán Caballero? Pues bien, fue la autora de un cuento delicioso. En él, su protagonista Juan Cigarrón se hacía pasar por zahorí, embaucaba a la gente cegada en un alarde de credulidad, “porque habéis de saber que los hombres tienen una desgraciada tendencia a creer lo que no deben creer y a dudar de lo que deben creer”. ¿Les suena? ¿En qué será razonable creer? ¿Cuándo es más razonable la duda? ¿Conviene dudar alguna vez? El cuento denuncia una propensión en la que seguimos enfrascados.

Acaso lleguemos a pensar que escribo de tendencias antiguas, incompatibles con los avances tecnológicos de enorme difusión. Eso pudiera ser lógico, sólo pudiera, por que aún no alcanzamos ese nivel. Veamos no más el asunto de las LIBERTADES anunciadas con énfasis, acabamos creyendo que rozamos el paraíso de la evolución libertaria. Hemos creído los mensajes repetitivos, reiterados, pero con argumentos falseados.

Sin embargo, nos pasaron desapercibidos intrincados y cercanos ESPIONAJES masivos; quizá convencidos por ciertos personajillos vociferantes. Actuan desde diferentes alturas, desde el imperio de las libertades capitalistas a los socialismos inveterados, elegidos en votaciones rimbombantes o en plebiscitos amañados. Cámaras, correos, escritos, viajes u operaciones comerciales, al servicio de los controladores solapados de las libertades. ¿Credulidad o impotencia? ¿Desinterés?.

La economía básica elude las complicaciones teorizantes, el carácter sencillo de las entradas, salidas y depósitos, orienta aquella afirmación. ¿Por qué proliferan las escapatorias inconfesables a dichos trazados clásicos? De nuevo observamos la profusión de cigarrones atrevidos, disfrazados de PREBOSTES fatuos, que saben lo que no está escrito, ni a veces intuído siquiera, en relación con los trajines económicos.

Las oficinas e instituciones están pobladas de quienes alardean de los saberes apropiados, ejecutan oficiosamente y derivan los dineros; con una labia transformadora de la nulidad en inversión propia. ¡Ah! No se olviden de los ALLEGADOS de todo tipo que inflan la nómina de ocupaciones interesadas. ¿A costa de quién? Los diferentes escalones administrativos disponen de las comunidades, que si no aplauden, al menos, consienten.

Somos propensos al seguidismo necio, en asuntos banales y, lo que es más grave, en cuestiones importantes. Cuatro imágenes, unos titulares, el aval de los aparatos del partido (¡Y qué aparatos!) o la mera arrogancia del farsante de turno, suelen ser suficientes para la desgraciada valoración que reiteramos. Nos presentan personalidades MESIÁNICAS en las que no detectamos el carácter imposible de sus propuestas, que huelen con frecuencia a imbecilidad y maquinaciones en los géneros más novedosos. Pequeño detalle, no dicen que van a buscar con dedicación, cacarean soluciones a sabiendas de sus escasos argumentos.

Para buscar agua, sondeamos el subsuelo y obtendremos minerales en la mina. Ahora bien, cuando de actitudes humanas tratemos, necesitaremos buscadores de las INTERIORIDADES de las personas, o tendremos que espabilar cada uno en particular. De no aparecer los buenos buscadores, habremos de incrementar la intensidad propia en esa búsqueda. No sé por qué, pero me da la impresión de que tratamos con displicencia la valoración de estas cualidades. Ya de por sí, las circunstancias interiores son esquivas y de distinción compleja; con la menor atención, será mayor la distorsión de los hallazgos. Los interiores no son siempre inconscientes, pero solemos pararnos poco en su consideración. ¿Cómo vamos a sonsacarles así sus potenciales?.

Fijamos demasiado los conceptos en nimiedades. Nos va la marcha en lo de poner etiquetas a las personas. Culpables, inocentes, izquierdas, derechas, amigos, enemigos, profesionales o irresponsables; constituyen señales que tienen su nitidez empañada por los innumerables rasgos intermedios u ocultos. Los signos o las señales fueron establecidos, pertenecen ya al pasado. Precisamos el hallazgo de la DIFERANCIA que definía Derrida.

¿Qué hace cada uno con esos signos? La fluidez y la dirección de esos procesos, ejercen la verdadera responsabilidad personal. Estas diferancias son las que aportarán la magia gratificante o la bruticie en fase de expansión. ¿Permaneceremos en los márgenes? ¿Participaremos y exigiremos, por la parte que nos toca? El futuro dependerá de esas respuestas.

Gran parte de los discursos actuales giran en torno de las dimensiones indirectas, no pocas veces tortuosas (Suposiciones, alusiones, ironías, rumores). Con frecuencia partimos de dichos enfoques para la toma de alguna dicisión. La adquisición laboriosa del auténtico conocimiento y la coherencia de los pronunciamientos personales, quedan DESPLAZADOS por aquellas maneras. La atención está desviada en ese sentido, como ya insistía Paolo Fabri. Así, vamos descarriados en la ansiada mejoría.

Poetas y sabios coincidieron sucesivamente en un señalamiento crucial, es necesario llamar a cada cosa por su nombre. Quedando cada vez más patente, que la red de influencias es dinámica y casi infinita, con repercusiones condicionadas por múltiples causas. De ahí la relevancia de la adecuada orientación para las AVERIGUACIONES. ¿Estaremos interesados en ello?.

Zahories

La realidad desmiente gran número de las afirmaciones previas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 16 de agosto de 2013, 08:05 h (CET)
Vaya por delante mi respeto y admiración por los auténticos practicantes de la radiestesia, apasionados ZAHORÍES que buscan en las vetas ocultas de la existencia; agua, minerales, sentimientos o magnetismos, tejen las maniobras de sus actividades hasta extremos curiosos. Hoy dejo de lado la credulidad o no con respecto a sus artes. Como pronto aclararé, voy por otras vertientes de las capacidades de penetración en las zonas misteriosas del mundo y de la vida. Reconocidos o no, dan lugar a las actitudes más diversas en sus desempeños. Como siempre ocurre, a la hora de aplicar sus cualidades hallaremos personas de increíbles cualidades y defectos ostentosos. Lo bueno y lo malo están mezclados entre los humanos.

En esto de las atribuciones proclamadas por cada sujeto para sí mismo, habría mucha materia por delante para los comentarios. La realidad desmiente gran número de las afirmaciones previas. La ignorancia o los errores, parten con una malicia menor; por el contrario, los intereses, engaños y pérfidas actuaciones, contribuyen de lleno al falseamiento de las relaciones sociales. En pocas palabras, resulta primordial la DISTANCIA que va de lo dicho a los hechos posteriores; entre los supuestos zahoríes, y no digamos, entre los numerosos embaucadores que nos abruman con un descaro inusitado en las distintas áreas de la experiencia.

Los engaños son procedimientos inveterados, otro de los oficios antiguos donde los haya, reflejados en relatos e historietas. ¿Quién recuerda ahora a Fernán Caballero? Pues bien, fue la autora de un cuento delicioso. En él, su protagonista Juan Cigarrón se hacía pasar por zahorí, embaucaba a la gente cegada en un alarde de credulidad, “porque habéis de saber que los hombres tienen una desgraciada tendencia a creer lo que no deben creer y a dudar de lo que deben creer”. ¿Les suena? ¿En qué será razonable creer? ¿Cuándo es más razonable la duda? ¿Conviene dudar alguna vez? El cuento denuncia una propensión en la que seguimos enfrascados.

Acaso lleguemos a pensar que escribo de tendencias antiguas, incompatibles con los avances tecnológicos de enorme difusión. Eso pudiera ser lógico, sólo pudiera, por que aún no alcanzamos ese nivel. Veamos no más el asunto de las LIBERTADES anunciadas con énfasis, acabamos creyendo que rozamos el paraíso de la evolución libertaria. Hemos creído los mensajes repetitivos, reiterados, pero con argumentos falseados.

Sin embargo, nos pasaron desapercibidos intrincados y cercanos ESPIONAJES masivos; quizá convencidos por ciertos personajillos vociferantes. Actuan desde diferentes alturas, desde el imperio de las libertades capitalistas a los socialismos inveterados, elegidos en votaciones rimbombantes o en plebiscitos amañados. Cámaras, correos, escritos, viajes u operaciones comerciales, al servicio de los controladores solapados de las libertades. ¿Credulidad o impotencia? ¿Desinterés?.

La economía básica elude las complicaciones teorizantes, el carácter sencillo de las entradas, salidas y depósitos, orienta aquella afirmación. ¿Por qué proliferan las escapatorias inconfesables a dichos trazados clásicos? De nuevo observamos la profusión de cigarrones atrevidos, disfrazados de PREBOSTES fatuos, que saben lo que no está escrito, ni a veces intuído siquiera, en relación con los trajines económicos.

Las oficinas e instituciones están pobladas de quienes alardean de los saberes apropiados, ejecutan oficiosamente y derivan los dineros; con una labia transformadora de la nulidad en inversión propia. ¡Ah! No se olviden de los ALLEGADOS de todo tipo que inflan la nómina de ocupaciones interesadas. ¿A costa de quién? Los diferentes escalones administrativos disponen de las comunidades, que si no aplauden, al menos, consienten.

Somos propensos al seguidismo necio, en asuntos banales y, lo que es más grave, en cuestiones importantes. Cuatro imágenes, unos titulares, el aval de los aparatos del partido (¡Y qué aparatos!) o la mera arrogancia del farsante de turno, suelen ser suficientes para la desgraciada valoración que reiteramos. Nos presentan personalidades MESIÁNICAS en las que no detectamos el carácter imposible de sus propuestas, que huelen con frecuencia a imbecilidad y maquinaciones en los géneros más novedosos. Pequeño detalle, no dicen que van a buscar con dedicación, cacarean soluciones a sabiendas de sus escasos argumentos.

Para buscar agua, sondeamos el subsuelo y obtendremos minerales en la mina. Ahora bien, cuando de actitudes humanas tratemos, necesitaremos buscadores de las INTERIORIDADES de las personas, o tendremos que espabilar cada uno en particular. De no aparecer los buenos buscadores, habremos de incrementar la intensidad propia en esa búsqueda. No sé por qué, pero me da la impresión de que tratamos con displicencia la valoración de estas cualidades. Ya de por sí, las circunstancias interiores son esquivas y de distinción compleja; con la menor atención, será mayor la distorsión de los hallazgos. Los interiores no son siempre inconscientes, pero solemos pararnos poco en su consideración. ¿Cómo vamos a sonsacarles así sus potenciales?.

Fijamos demasiado los conceptos en nimiedades. Nos va la marcha en lo de poner etiquetas a las personas. Culpables, inocentes, izquierdas, derechas, amigos, enemigos, profesionales o irresponsables; constituyen señales que tienen su nitidez empañada por los innumerables rasgos intermedios u ocultos. Los signos o las señales fueron establecidos, pertenecen ya al pasado. Precisamos el hallazgo de la DIFERANCIA que definía Derrida.

¿Qué hace cada uno con esos signos? La fluidez y la dirección de esos procesos, ejercen la verdadera responsabilidad personal. Estas diferancias son las que aportarán la magia gratificante o la bruticie en fase de expansión. ¿Permaneceremos en los márgenes? ¿Participaremos y exigiremos, por la parte que nos toca? El futuro dependerá de esas respuestas.

Gran parte de los discursos actuales giran en torno de las dimensiones indirectas, no pocas veces tortuosas (Suposiciones, alusiones, ironías, rumores). Con frecuencia partimos de dichos enfoques para la toma de alguna dicisión. La adquisición laboriosa del auténtico conocimiento y la coherencia de los pronunciamientos personales, quedan DESPLAZADOS por aquellas maneras. La atención está desviada en ese sentido, como ya insistía Paolo Fabri. Así, vamos descarriados en la ansiada mejoría.

Poetas y sabios coincidieron sucesivamente en un señalamiento crucial, es necesario llamar a cada cosa por su nombre. Quedando cada vez más patente, que la red de influencias es dinámica y casi infinita, con repercusiones condicionadas por múltiples causas. De ahí la relevancia de la adecuada orientación para las AVERIGUACIONES. ¿Estaremos interesados en ello?.

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