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Dicen los expertos que la felicidad se basa en la ausencia de miedo

Felicidad

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Y llevan razón. Si te pones a analizar detenidamente tu experiencia vital, descubres que tus momentos de felicidad han coincidido con las etapas de tu vida en la que no has tenido miedo a nada ni a nadie.

Reconozco que soy un pesimista recalcitrante. Toda mi vida me he estado “amargando la existencia” con el miedo al mañana y el que sucederá. Y eso que he convivido con auténticos defensores del “no pasa nada” y que, en la gran mayoría de los casos, llevan razón. Tengo miedo al porvenir político, económico o simplemente a lo que nos deparará el futuro.

Creo que esa “enfermedad” me nace de la experiencia vivida tras el inesperado fallecimiento de mi padre a una edad en la “que no le tocaba”, o bien a mi profesión liberal que no me permitía jamás asegurar el futuro laboral o económico. Encima, muchos hijos y nietos en la jungla del asfalto… dan para asustarse.

Pero ahora no tengo derecho a seguir con mis miedos. Sí, sé que tengo las dolamas (palabra que me encanta utilizar en vez de padecimientos) propias de mi edad, sexo y condición. Yo las magnifico. Estoy en camino de pensar que cuando alguien tarda más de la cuenta no es que le haya sucedido nada malo, sino que se lo está pasando muy bien. En fin soy un “pupas”. Quizás basándome en la frase de mi padre -del que soy un calco- “el año que viene vamos todos al hospicio”.

Lo bueno de todo esto es que conozco las respuestas adecuadas. “Nadie se muere el día antes”; el “quién a Dios tiene nada la falta” de Santa Teresa; “olvida el pasado, vive el presente y deja el futuro en las manos de Dios” de otro filósofo. Pero mis maltrechos huesos, mi espalda fastidiada y mi falta de optimismo me llevan a ser una especie de miedoso recalcitrante.

No sé si estoy a tiempo. Pero tengo que quitarme alguno de mis miedos a fin de alcanzar la felicidad que dicen los que no me conocen que destilo de mi actitud y mis escritos. Los que me sufren a diario son testigos de mi “canguelo” perenne.

¿Cual es mi buena noticia de hoy? Pues que, gracias a Dios, estoy rodeado y acompañado de personas optimistas que rezuman felicidad por los cuatro costados. En este caso, el dicho de Ortega sobre “el hombre y su circunstancia” juega a mi favor. Por consiguiente recomiendo a los “petardos” que tienen mi mismo problema (que espero sean pocos), que se sepan rodear de personas dispuestas a “sufrir con paciencia tus flaquezas” y, consecuentemente, lleven un poco de felicidad a los miedosos compulsivos como yo. Seamos felices. Cuanto se pueda.

Felicidad

Dicen los expertos que la felicidad se basa en la ausencia de miedo
Manuel Montes Cleries
lunes, 27 de mayo de 2019, 16:20 h (CET)

Y llevan razón. Si te pones a analizar detenidamente tu experiencia vital, descubres que tus momentos de felicidad han coincidido con las etapas de tu vida en la que no has tenido miedo a nada ni a nadie.

Reconozco que soy un pesimista recalcitrante. Toda mi vida me he estado “amargando la existencia” con el miedo al mañana y el que sucederá. Y eso que he convivido con auténticos defensores del “no pasa nada” y que, en la gran mayoría de los casos, llevan razón. Tengo miedo al porvenir político, económico o simplemente a lo que nos deparará el futuro.

Creo que esa “enfermedad” me nace de la experiencia vivida tras el inesperado fallecimiento de mi padre a una edad en la “que no le tocaba”, o bien a mi profesión liberal que no me permitía jamás asegurar el futuro laboral o económico. Encima, muchos hijos y nietos en la jungla del asfalto… dan para asustarse.

Pero ahora no tengo derecho a seguir con mis miedos. Sí, sé que tengo las dolamas (palabra que me encanta utilizar en vez de padecimientos) propias de mi edad, sexo y condición. Yo las magnifico. Estoy en camino de pensar que cuando alguien tarda más de la cuenta no es que le haya sucedido nada malo, sino que se lo está pasando muy bien. En fin soy un “pupas”. Quizás basándome en la frase de mi padre -del que soy un calco- “el año que viene vamos todos al hospicio”.

Lo bueno de todo esto es que conozco las respuestas adecuadas. “Nadie se muere el día antes”; el “quién a Dios tiene nada la falta” de Santa Teresa; “olvida el pasado, vive el presente y deja el futuro en las manos de Dios” de otro filósofo. Pero mis maltrechos huesos, mi espalda fastidiada y mi falta de optimismo me llevan a ser una especie de miedoso recalcitrante.

No sé si estoy a tiempo. Pero tengo que quitarme alguno de mis miedos a fin de alcanzar la felicidad que dicen los que no me conocen que destilo de mi actitud y mis escritos. Los que me sufren a diario son testigos de mi “canguelo” perenne.

¿Cual es mi buena noticia de hoy? Pues que, gracias a Dios, estoy rodeado y acompañado de personas optimistas que rezuman felicidad por los cuatro costados. En este caso, el dicho de Ortega sobre “el hombre y su circunstancia” juega a mi favor. Por consiguiente recomiendo a los “petardos” que tienen mi mismo problema (que espero sean pocos), que se sepan rodear de personas dispuestas a “sufrir con paciencia tus flaquezas” y, consecuentemente, lleven un poco de felicidad a los miedosos compulsivos como yo. Seamos felices. Cuanto se pueda.

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