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La intervención quirúrgica permite controlar los síntomas en el 80% de las ocasiones y mejora de la calidad de vida del paciente

Párkinson: la cirugía, un éxito en 8 de cada 10 casos

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Parkinson


El 11 de abril se celebró el Día mundial contra el Párkinson, una enfermedad neurodegenerativa cuya incidencia se ha disparado durante los últimos años y que merma notablemente la calidad de vida de quien la padece. Solo en España el número de afectados supera los 160.000; y la cifra alcanza los siete millones en todo el mundo. Además, se estima que será la enfermedad grave más común dentro de veinte años y que en 2040 la padecerán hasta 12 millones de personas.


Sin embargo, el envejecimiento de la población influye en estas cantidades. Sí, porque en solo tres décadas, el porcentaje de habitantes que superan los 60 años se duplicará. Y la pauta de envejecimiento no deja de acelerarse. Ante tal contexto la entidad ha querido señalar en qué situación se encuentra la enfermedad, así como recalcar la importancia de un pronto abordaje.



¿Cuándo aparece y por qué?

Al margen de lo dicho, el párkinson suele aparecer a partir de los 50 años de edad. Solo en el 20% de las ocasiones la patología se detecta entre los 40 y los 45 años -se dice que padecen párkinson de inicio temprano-. La parte “positiva” es que puede empezar a manifestarse hasta veinte años antes de la aparición de síntomas motores.


Si bien no existen causas determinantes para su desarrollo, sí encontramos ciertos factores de riesgo. Por ejemplo, la edad comentada, así como los factores medioambientales y genéticos. No obstante, solo entre el 5% y el 10% de los diagnósticos tienen origen genético. Respecto al entorno, algunos estudios establecen como riesgo el haber estado en contacto continuado con pesticidas, herbicidas y similares.



Abordaje y cirugía contra la enfermedad del Parkinson

Respecto al abordaje, cabe comentar que 1 de cada 5 afectados por enfermedades graves prefiere tratarse con un seguro privado. Y aquí tienen cabida desde el cáncer hasta el párkinson que nos ocupa. Entre las razones para decantarse por la sanidad privada se encuentra la reducción de los tiempos de espera -frente a la Seguridad Social- y la facilidad de acceso a las pruebas diagnósticas y especialistas, así como a las intervenciones quirúrgicas.


Además, en el caso del párkinson, la cirugía permite controlar e incluso atenuar los síntomas hasta en 8 de cada 10 ocasiones; un índice de éxito más que destacable. Lo que hace es reducir las alteraciones motoras -los temblores y la rigidez-, y retrasar la evolución de la enfermedad.



Precisamente por esto, los expertos inciden en la necesidad de una intervención temprana, pues los beneficios que ofrece la operación precoz superan a los riesgos. Los más beneficiados, eso sí, son los pacientes jóvenes y no se recomienda en aquellos que han superado la barrera de los ochenta, aunque depende de cada caso.


Al margen de la cirugía, por supuesto, debe darse un tratamiento farmacológico. Aquí habitualmente se emplean precursores de la dopamina, inhibidores de la MAO-B/COMT, agonistas de la dopamina, anticolinérgicos y amantadina. Acudir al fisioterapeuta, logopeda, y el psicólogo ayuda.



Volviendo a las pólizas, el párkinson está considerado como una enfermedad grave. Es por eso que ha de abordarse con un seguro de enfermedades graves. Ahora bien, cabe comentar que no todas las aseguradoras lo cubren. Deberemos contar con una cobertura completa. También hay que matizar que la edad del paciente resulta clave a la hora de contratar un seguro y que la mayoría de aseguradoras rechazan a los pacientes mayores de 65 años. La idea es contar con el seguro con antelación para prevenir cualquier incidente pues, normalmente, los seguros no suelen cubrir las enfermedades preexistentes -que se detectan en el cuestionario médico que pasan al futuro asegurado, por ejemplo-.



Otra opción interesante sería contar con un plan de pensiones que contemple la incapacidad laboral. Eso sí, estaríamos hablando del párkinson en una fase avanzada y convertido en un trastorno incapacitante.



Detectarla a tiempo, clave

Tras lo comentado, resulta evidente que detectarla a tiempo es clave:




Puede comenzar con cansancio, malestar general, e incluso temblores muy ligeros durante las primeras horas del día. La dificultad para levantarse de una silla, el tono de voz bajo y la caligrafía apretada son otros indicativos.


Dolores musculares en los hombros, espalda y cuello, e incluso calambres: se trata de síntomas de los primeros estadios que, pasado un tiempo, se transforman en rigidez e incluso en trastornos posturales -la espalda y las extremidades se llevan hacia delante-.


Lentitud para realizar las labores cotidianas, en especial las que demandan más precisión. En estadios más avanzados puede afectar a cuestiones como pelar fruta, abrocharse los cordones y similares.


Postura inestable, temblor y falta de equilibrio.


Brandicinesia: lentitud y pérdida del movimiento espontáneo.


Más allá de los trastornos motores también pueden darse alteraciones en la función cognitiva, dolor, alucinaciones, trastorno del control de los impulsos, disfunción del sistema nervioso autónomo y depresión. Esta última puede considerarse un síntoma secundario, igual que las alteraciones del sueño, la ansiedad y las alteraciones cutáneas -fruto del estrés por la merma en la calidad de vida que sufren los pacientes-.


Para prevenir los expertos recomiendan llevar una vida saludable: alimentarse bien, practicar ejercicio con regularidad y dormir adecuadamente.


Para acabar, será fundamental informarse con el objetivo de desmitificar algunas cuestiones, como que el párkinson solo afecta a los ancianos, que siempre da síntomas -una quinta parte de los casos son asintomáticos-. Este conocimiento, asimismo, favorece la integración de aquellos que lo sufren y contribuye a acabar con el estigma social.

Párkinson: la cirugía, un éxito en 8 de cada 10 casos

La intervención quirúrgica permite controlar los síntomas en el 80% de las ocasiones y mejora de la calidad de vida del paciente
Redacción
sábado, 13 de abril de 2019, 08:55 h (CET)

Parkinson


El 11 de abril se celebró el Día mundial contra el Párkinson, una enfermedad neurodegenerativa cuya incidencia se ha disparado durante los últimos años y que merma notablemente la calidad de vida de quien la padece. Solo en España el número de afectados supera los 160.000; y la cifra alcanza los siete millones en todo el mundo. Además, se estima que será la enfermedad grave más común dentro de veinte años y que en 2040 la padecerán hasta 12 millones de personas.


Sin embargo, el envejecimiento de la población influye en estas cantidades. Sí, porque en solo tres décadas, el porcentaje de habitantes que superan los 60 años se duplicará. Y la pauta de envejecimiento no deja de acelerarse. Ante tal contexto la entidad ha querido señalar en qué situación se encuentra la enfermedad, así como recalcar la importancia de un pronto abordaje.



¿Cuándo aparece y por qué?

Al margen de lo dicho, el párkinson suele aparecer a partir de los 50 años de edad. Solo en el 20% de las ocasiones la patología se detecta entre los 40 y los 45 años -se dice que padecen párkinson de inicio temprano-. La parte “positiva” es que puede empezar a manifestarse hasta veinte años antes de la aparición de síntomas motores.


Si bien no existen causas determinantes para su desarrollo, sí encontramos ciertos factores de riesgo. Por ejemplo, la edad comentada, así como los factores medioambientales y genéticos. No obstante, solo entre el 5% y el 10% de los diagnósticos tienen origen genético. Respecto al entorno, algunos estudios establecen como riesgo el haber estado en contacto continuado con pesticidas, herbicidas y similares.



Abordaje y cirugía contra la enfermedad del Parkinson

Respecto al abordaje, cabe comentar que 1 de cada 5 afectados por enfermedades graves prefiere tratarse con un seguro privado. Y aquí tienen cabida desde el cáncer hasta el párkinson que nos ocupa. Entre las razones para decantarse por la sanidad privada se encuentra la reducción de los tiempos de espera -frente a la Seguridad Social- y la facilidad de acceso a las pruebas diagnósticas y especialistas, así como a las intervenciones quirúrgicas.


Además, en el caso del párkinson, la cirugía permite controlar e incluso atenuar los síntomas hasta en 8 de cada 10 ocasiones; un índice de éxito más que destacable. Lo que hace es reducir las alteraciones motoras -los temblores y la rigidez-, y retrasar la evolución de la enfermedad.



Precisamente por esto, los expertos inciden en la necesidad de una intervención temprana, pues los beneficios que ofrece la operación precoz superan a los riesgos. Los más beneficiados, eso sí, son los pacientes jóvenes y no se recomienda en aquellos que han superado la barrera de los ochenta, aunque depende de cada caso.


Al margen de la cirugía, por supuesto, debe darse un tratamiento farmacológico. Aquí habitualmente se emplean precursores de la dopamina, inhibidores de la MAO-B/COMT, agonistas de la dopamina, anticolinérgicos y amantadina. Acudir al fisioterapeuta, logopeda, y el psicólogo ayuda.



Volviendo a las pólizas, el párkinson está considerado como una enfermedad grave. Es por eso que ha de abordarse con un seguro de enfermedades graves. Ahora bien, cabe comentar que no todas las aseguradoras lo cubren. Deberemos contar con una cobertura completa. También hay que matizar que la edad del paciente resulta clave a la hora de contratar un seguro y que la mayoría de aseguradoras rechazan a los pacientes mayores de 65 años. La idea es contar con el seguro con antelación para prevenir cualquier incidente pues, normalmente, los seguros no suelen cubrir las enfermedades preexistentes -que se detectan en el cuestionario médico que pasan al futuro asegurado, por ejemplo-.



Otra opción interesante sería contar con un plan de pensiones que contemple la incapacidad laboral. Eso sí, estaríamos hablando del párkinson en una fase avanzada y convertido en un trastorno incapacitante.



Detectarla a tiempo, clave

Tras lo comentado, resulta evidente que detectarla a tiempo es clave:




Puede comenzar con cansancio, malestar general, e incluso temblores muy ligeros durante las primeras horas del día. La dificultad para levantarse de una silla, el tono de voz bajo y la caligrafía apretada son otros indicativos.


Dolores musculares en los hombros, espalda y cuello, e incluso calambres: se trata de síntomas de los primeros estadios que, pasado un tiempo, se transforman en rigidez e incluso en trastornos posturales -la espalda y las extremidades se llevan hacia delante-.


Lentitud para realizar las labores cotidianas, en especial las que demandan más precisión. En estadios más avanzados puede afectar a cuestiones como pelar fruta, abrocharse los cordones y similares.


Postura inestable, temblor y falta de equilibrio.


Brandicinesia: lentitud y pérdida del movimiento espontáneo.


Más allá de los trastornos motores también pueden darse alteraciones en la función cognitiva, dolor, alucinaciones, trastorno del control de los impulsos, disfunción del sistema nervioso autónomo y depresión. Esta última puede considerarse un síntoma secundario, igual que las alteraciones del sueño, la ansiedad y las alteraciones cutáneas -fruto del estrés por la merma en la calidad de vida que sufren los pacientes-.


Para prevenir los expertos recomiendan llevar una vida saludable: alimentarse bien, practicar ejercicio con regularidad y dormir adecuadamente.


Para acabar, será fundamental informarse con el objetivo de desmitificar algunas cuestiones, como que el párkinson solo afecta a los ancianos, que siempre da síntomas -una quinta parte de los casos son asintomáticos-. Este conocimiento, asimismo, favorece la integración de aquellos que lo sufren y contribuye a acabar con el estigma social.

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