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Lo que uno quiere recordar, lo que recuerda..., y la Historia; son cosas distintas

Guiones de la memoria

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Me parece penosa la emisión de referencias a la memoria con ínfulas grandilocuentes, en abstracto, sin apenas registros de la variedad de sentimientos particulares implicados, en una absurda visión única. El punto de partida radica en el individuo, centrado en el recuerdo de sus predecesores y en las diversas cargas acumuladas en su rastro GENEALÓGICO. Desde 2 padres, 4 abuelos, 8 tatarabuelos, 16, 32, 64, etc.; configuradores de su entidad actual, sin prescindir de otras influencias recibidas. Las ramificaciones reflejan el potencial genético junto a una amplia gama de modeladores. Partimos de dos componentes fundamentales, los recuerdos y la carga intrínseca transmitida, como primeros rasgos memorísticos.


La ligazón con los familiares la percibimos casi en directo, aunque en dicha visión retrospectiva vamos perdiendo los contactos en la medida que aumenta su número. Ocurre algo similar con las influencias ambientales, desde las evidencias próximas a las menos conocidas. En cualquier caso, destaca la AMPLITUD en cuanto a los factores activos en la memoria. Es imposible mantenerlos a todos en el recuadro actualizado. Aparte de que el funcionamiento cerebral ilustra sobre sus mecanismos caprichosos. La atención prestada a tales fenómenos naturales redundará en la mayor profundidad de sus alcances, pero siempre saltan evoluciones sorprendentes que hemos de empezar a valorar.


Contra quienes pretenden someternos a memorias sectarias, de miradas miopes y quién sabe qué intenciones, conviene sacar a colación el minúsculo, pero decisivo, sector del ADN que diferencia a los humanos entre sí. Vamos a centrarlos en los denominados Marcadores Centrales Informativos o SNIP. Transmiten una información crucial al mapa genético de un individuo, permiten identificar sus orígenes genéticos en el tiempo. Precisan con porcentajes las PROCEDENCIAS genéticas, de Europa, África, escandinavos, americanos, asiáticos. Descubren curiosas sorpresas, quisquillosas para los presuntuosos de purezas étnicas; pueden saberse portadores de varios porcentajes insospechados.


El transcurso del tiempo favorece el olvido. En efecto, nadie se libra, sobre todo al estar sometidos a ritmos de vida acelerados. Aunque parece conveniente la diferenciación del olvido natural frente a los silencios preconcebidos con malas artes. Acabo de comentar algunas parcelas de las PESQUISAS genéticas, destaca su potencial aclaratorio de cara a los grados posibles de la memoria. A los citados presuntuosos de grupos étnicos aislados les puede dejar con el culo al aire, su pureza puede quedar en migajas de múltiples procedencias. La pretendida tribu adolece de contactos remotos. Se detectan rasgos de zonas concretas, de grupos humanos alejados, en un mismo sujeto.


Por muchos empeños igualitarios, por ideas uniformistas o por dominios intransigentes o totalitarios, nunca podremos revertir la terca realidad de la FRAGMENTACIÓN en todos los niveles humanos y en particular en el sector de la memoria. Sin necesidad del recurso de los efectos enigmáticos, cuánticos o similares, la simple diversidad de los individuos, de las circunstancias y de las evoluciones, son demostrativas de los enormes brotes discordantes. Ni en el sujeto aislados se aprecia ese carácter unitario, la edad, las relaciones, la ubicación geográfica, son suficientes para la generación de ramificaciones importantes. La captación de los recuerdos y sus interpretaciones, explican la multiplicación de las memorias.


En este proceso de congeniar con el pasado, tratamos con datos previos, enigmas, intenciones; enseguida se pone de manifiesto la disparidad de criterios y opciones. Aun así, no valen las componendas falsificadoras, está claro el concepto de HISTORIA, con sus investigaciones, comprobaciones y límites; distanciada de la MEMORIA, que significa otra cosa. La memoria parte de una elaboración individual o colectiva, agrupando sus recuerdos e interpretándolos según sus ideas particulares. Para entendernos, sería bueno no confundir los términos, según los conocimientos o los efectos buscados. La Historia no se aviene con los sectarismos, pasaría a ser una serie de historietas banales.


Las desviaciones conceptuales invaden las deliberaciones, mucho peor si determinan las conductas. Los procedimientos pueden deformar la convivencia hasta extremos escandalosos. Cuando hablamos de hechos o datos históricos nos servimos de los PARADIGMAS, aquello que se considera como cierto después de las comprobaciones pertinentes. La ciencia cambia los paradigmas si las pruebas dicen otra cosa. En cambio., el seguimiento de unos modelos, de unos patrones establecidos, resultan de una elección arbitraria según las preferencias del grupo o individuo, son muy subjetivas. Las diferencias son notables, aunque no sean tenidas en cuenta por la ligereza de los actuantes.


De no considerar los procedimientos, iremos creando un dibujo de la memoria caprichosa, paradójicamente desdibujada. Acaba en una estupidez rayana en la TERGIVERSACIÓN oscurantista de la auténtica memoria. Si en ella predominan las cegueras obtusas, la cerrazón, el ensimismamiento, irá perdiendo su relación con lo acontecido. Desde la genética a las relaciones personales, la relación con la comunidad y con la Naturaleza, cuando se pretende soslayar alguno de sus componentes fundamentales, será impropio denominarla como tal, pasando a convertirse en simples impresiones sin consistencia; tendrán su rango, pero no estaremos ante hechos ratificados.


Por el contrario, cuando la elaboración parte de una disposición franca de apertura hacia la comprensión del pasado, a la búsqueda inicial le acompañan descubrimientos insospechados, como sucede con la serendipia, aparecen rasgos EMERGENTES, que nos enriquecen. Así, en busca de culpas ajenas, quizá resalten responsabilidades propias que no considerábamos. Hemos comentado el engaño de los proclamadores de purezas étnicas, que si profundizan serán sorprendidos por las mezclas implicadas en su raigambre. En un sentido más general, es frecuente la búsqueda de respuestas concisas, pero resulta habitual el descubrimiento de complejidades, la memoria es intrrincada.


Cuando tratamos de entender los contenidos de esa memoria, sea en los aspectos individuales o de unas agrupaciones determinadas, será decisivo hacerlo con las ideas claras. . En cuanto a la Historia sería bueno dejarla de lado, porque son estudios concienzudos; o bien, tomarla en serio, con todo su significado documental. Respecto a una memoria de calidad con los menores prejuicios posibles y la dedicación necesaria para la recopilación del material, ya mencioné una gradación en cuanto a los logros, desde los mediocres a los espléndidos, con una mención especial de los planteamientos engañosos y perversos, con la utilización de tretas y contubernios. El buen indicador de su calidad radica en la ORIENTACIÓN de su PROYECCIÓN, de sus objetivos. ¿Para qué?

Guiones de la memoria

Lo que uno quiere recordar, lo que recuerda..., y la Historia; son cosas distintas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 9 de noviembre de 2018, 00:30 h (CET)

Me parece penosa la emisión de referencias a la memoria con ínfulas grandilocuentes, en abstracto, sin apenas registros de la variedad de sentimientos particulares implicados, en una absurda visión única. El punto de partida radica en el individuo, centrado en el recuerdo de sus predecesores y en las diversas cargas acumuladas en su rastro GENEALÓGICO. Desde 2 padres, 4 abuelos, 8 tatarabuelos, 16, 32, 64, etc.; configuradores de su entidad actual, sin prescindir de otras influencias recibidas. Las ramificaciones reflejan el potencial genético junto a una amplia gama de modeladores. Partimos de dos componentes fundamentales, los recuerdos y la carga intrínseca transmitida, como primeros rasgos memorísticos.


La ligazón con los familiares la percibimos casi en directo, aunque en dicha visión retrospectiva vamos perdiendo los contactos en la medida que aumenta su número. Ocurre algo similar con las influencias ambientales, desde las evidencias próximas a las menos conocidas. En cualquier caso, destaca la AMPLITUD en cuanto a los factores activos en la memoria. Es imposible mantenerlos a todos en el recuadro actualizado. Aparte de que el funcionamiento cerebral ilustra sobre sus mecanismos caprichosos. La atención prestada a tales fenómenos naturales redundará en la mayor profundidad de sus alcances, pero siempre saltan evoluciones sorprendentes que hemos de empezar a valorar.


Contra quienes pretenden someternos a memorias sectarias, de miradas miopes y quién sabe qué intenciones, conviene sacar a colación el minúsculo, pero decisivo, sector del ADN que diferencia a los humanos entre sí. Vamos a centrarlos en los denominados Marcadores Centrales Informativos o SNIP. Transmiten una información crucial al mapa genético de un individuo, permiten identificar sus orígenes genéticos en el tiempo. Precisan con porcentajes las PROCEDENCIAS genéticas, de Europa, África, escandinavos, americanos, asiáticos. Descubren curiosas sorpresas, quisquillosas para los presuntuosos de purezas étnicas; pueden saberse portadores de varios porcentajes insospechados.


El transcurso del tiempo favorece el olvido. En efecto, nadie se libra, sobre todo al estar sometidos a ritmos de vida acelerados. Aunque parece conveniente la diferenciación del olvido natural frente a los silencios preconcebidos con malas artes. Acabo de comentar algunas parcelas de las PESQUISAS genéticas, destaca su potencial aclaratorio de cara a los grados posibles de la memoria. A los citados presuntuosos de grupos étnicos aislados les puede dejar con el culo al aire, su pureza puede quedar en migajas de múltiples procedencias. La pretendida tribu adolece de contactos remotos. Se detectan rasgos de zonas concretas, de grupos humanos alejados, en un mismo sujeto.


Por muchos empeños igualitarios, por ideas uniformistas o por dominios intransigentes o totalitarios, nunca podremos revertir la terca realidad de la FRAGMENTACIÓN en todos los niveles humanos y en particular en el sector de la memoria. Sin necesidad del recurso de los efectos enigmáticos, cuánticos o similares, la simple diversidad de los individuos, de las circunstancias y de las evoluciones, son demostrativas de los enormes brotes discordantes. Ni en el sujeto aislados se aprecia ese carácter unitario, la edad, las relaciones, la ubicación geográfica, son suficientes para la generación de ramificaciones importantes. La captación de los recuerdos y sus interpretaciones, explican la multiplicación de las memorias.


En este proceso de congeniar con el pasado, tratamos con datos previos, enigmas, intenciones; enseguida se pone de manifiesto la disparidad de criterios y opciones. Aun así, no valen las componendas falsificadoras, está claro el concepto de HISTORIA, con sus investigaciones, comprobaciones y límites; distanciada de la MEMORIA, que significa otra cosa. La memoria parte de una elaboración individual o colectiva, agrupando sus recuerdos e interpretándolos según sus ideas particulares. Para entendernos, sería bueno no confundir los términos, según los conocimientos o los efectos buscados. La Historia no se aviene con los sectarismos, pasaría a ser una serie de historietas banales.


Las desviaciones conceptuales invaden las deliberaciones, mucho peor si determinan las conductas. Los procedimientos pueden deformar la convivencia hasta extremos escandalosos. Cuando hablamos de hechos o datos históricos nos servimos de los PARADIGMAS, aquello que se considera como cierto después de las comprobaciones pertinentes. La ciencia cambia los paradigmas si las pruebas dicen otra cosa. En cambio., el seguimiento de unos modelos, de unos patrones establecidos, resultan de una elección arbitraria según las preferencias del grupo o individuo, son muy subjetivas. Las diferencias son notables, aunque no sean tenidas en cuenta por la ligereza de los actuantes.


De no considerar los procedimientos, iremos creando un dibujo de la memoria caprichosa, paradójicamente desdibujada. Acaba en una estupidez rayana en la TERGIVERSACIÓN oscurantista de la auténtica memoria. Si en ella predominan las cegueras obtusas, la cerrazón, el ensimismamiento, irá perdiendo su relación con lo acontecido. Desde la genética a las relaciones personales, la relación con la comunidad y con la Naturaleza, cuando se pretende soslayar alguno de sus componentes fundamentales, será impropio denominarla como tal, pasando a convertirse en simples impresiones sin consistencia; tendrán su rango, pero no estaremos ante hechos ratificados.


Por el contrario, cuando la elaboración parte de una disposición franca de apertura hacia la comprensión del pasado, a la búsqueda inicial le acompañan descubrimientos insospechados, como sucede con la serendipia, aparecen rasgos EMERGENTES, que nos enriquecen. Así, en busca de culpas ajenas, quizá resalten responsabilidades propias que no considerábamos. Hemos comentado el engaño de los proclamadores de purezas étnicas, que si profundizan serán sorprendidos por las mezclas implicadas en su raigambre. En un sentido más general, es frecuente la búsqueda de respuestas concisas, pero resulta habitual el descubrimiento de complejidades, la memoria es intrrincada.


Cuando tratamos de entender los contenidos de esa memoria, sea en los aspectos individuales o de unas agrupaciones determinadas, será decisivo hacerlo con las ideas claras. . En cuanto a la Historia sería bueno dejarla de lado, porque son estudios concienzudos; o bien, tomarla en serio, con todo su significado documental. Respecto a una memoria de calidad con los menores prejuicios posibles y la dedicación necesaria para la recopilación del material, ya mencioné una gradación en cuanto a los logros, desde los mediocres a los espléndidos, con una mención especial de los planteamientos engañosos y perversos, con la utilización de tretas y contubernios. El buen indicador de su calidad radica en la ORIENTACIÓN de su PROYECCIÓN, de sus objetivos. ¿Para qué?

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