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Los cretinos empeñados en reavivar fuegos adormecidos, pueden quemarse en el intento

El regreso de Franco de mano de los socialistas

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Están tanteando la suerte. Estiran la cuerda intentando averiguar cuál será su punto de ruptura y puede que no se den cuenta de que, si llegara el momento trágico en que la cuerda, está soga que separa la paz de lo que pudiera ser la guerra, es muy posible que el resultado tuviera efectos dramáticos para toda España y para los 45 millones de españoles que la habitan. No se entiende la postura de un Gobierno que apenas hace unos meses defendía la Constitución y colaboraba en la aplicación del Artº 155 de la Constitución en la autonomía catalana en la que, algunos rebeldes catalanes se habían empeñado en traspasar la línea roja de la Ley, adentrándose en el escarpado terreno del enfrentamiento, la desobediencia, el desafío y la rebelión en contra del Estado español, en una absurda, utópica, fanática y desleal operación de enfrentamiento a los preceptos de la Constitución española.


El señor Sánchez parece ser partidario de tensar al límite el aguante de los ciudadanos de orden españoles para, si se diera cuenta de que corre el peligro de pasarse, hacer marcha atrás dejando a los que le han ayudado a crear el entuerto a los pies de los caballos; algo que ya ha sucedido varias veces, como cuando, por ejemplo, se desautorizó a la ministra de Defensa, Margarita Robles, en el caso de la suspensión del envío de bombas “inteligentes” a Arabia Saudí. Ahora, el Presidente, ha dado otro de sus habituales bandazos aliándose, en un pacto poco entendible, con el señor Pablo Iglesias de Podemos, obligando a su partido a uno de estos virajes capaces de descolocar a aquellos de sus integrantes que siguen pensando que, el lugar que le corresponde al PSOE, es dentro de la social-democracia y no participando de una extrema izquierda, completamente trasnochada, que lo único que busca es llevar al país a una situación en la que la miseria y la falta de trabajo le permita hacerse con los votantes perjudicados, que ahora se negarían a apoyarlo.


Sin quererlo o, todavía peor, con ánimo de contentar a todos aquellos que no han aceptado lo que significó para el país los acuerdos promovidos por el señor Suárez, empeñado en reconciliar las dos Españas bajo una Constitución en la que cabían todos, derechas e izquierdas; algo que supuso que, los que mandaban entonces supieron aguantarse, renunciar a mantener el anterior sistema de gobierno, con la innegable colaboración del Ejército, cien por cien adicto a Franco, y, sin embargo, dejaron que se legalizase el Partido Comunista de Carrillo y que se restaurara el sistema de partidos cuando, durante los años de gobierno de Franco sólo existía, en España, un partido único. Si Felipe González supo entender que España no podía volver a caer en el error de lo que fue la II República y supo aceptar la monarquía y adaptarse al sistema legislativo derivado de aquella Constitución de 1978, gobernando con moderación, manteniendo el respeto por la Iglesia católica y acatando, sin entrar en ello, lo que fueron los símbolos de aquella España que, durante 40 había vivido ( con el apoyo de la mayoría del pueblo ) en un régimen militar; conociendo que un cambio radical podía llevar de nuevo a España a nuevos enfrentamientos entre españoles.


Carlos I, el rey que legó Franco a los españoles, tuvo la habilidad de contribuir, juntamente con los gobernantes, a ir efectuando los cambios que precisaba España para pasar de una dictadura a un régimen democrático, sin que las instituciones del Estado crujiesen o se produjeran grandes enfrentamientos entre los distintos partidos surgidos de la democratización de España. Y España progresó, creó riqueza, se creó trabajo y los españoles aprendieron a respetarse mutuamente y a empezar a aceptar las ideas de los otros como algo normal, ante lo que no había que escandalizarse. Pero llegó Zapatero y la crisis del 2008 y fue un cóctel que España no supo digerir. Un gobernante incapaz, ególatra, torpe y poco inteligente supo volver a crear dentro de España el enfrentamiento de clase que la transición había sido capaz de evitar.


Luego entró el PP del señor Rajoy, con todos los poderes que le dieron los españoles al concederle una mayoría absoluta pensando que, no sólo mejoraría las perspectivas económicas de un país en ruinas, sino que sería capaz de cumplir las promesas que les hizo a los españoles de destejer todas aquellas instituciones, leyes, normas y desafueros que Rodríguez Zapatero y sus adláteres, cometieron en el tiempo en el que se hicieron con el gobierno de España, esmerándose en poner en práctica, con una diligencia y velocidad que relevaba a las claras su intención de acabar con todo lo que Aznar había conseguido crear para poner a nuestro país en la senda de entrar en las instituciones europeas con grandes posibilidades de éxito, con la clara intención de destruirlo todo.


Pero, dónde España ha empezado a mostrar su lado más oscuro, su incapacidad de volver la mirada hacia atrás y recordar cómo estaba el país a fines del año 2011, cuando Zapatero tiró la toalla para que, en las elecciones de finales de aquel año, el PP lograse una de las más sonadas victorias de su historia. Pero Rajoy decidió volcarse en sacar al país del profundo hoyo económico en el que se lo dejaron los socialistas pero, en cuanto al resto de promesas que les hizo a sus votantes, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que quedaron en el tintero y prefirió desarrollar una política más propia de un gobernante que tiene que gobernar en minoría y que, en consecuencia, se ve obligado a hacer cesiones a quienes le apoyan; que no la de un señor que tiene todo el poder, en el Congreso y en el Senado, para cambiar aquellas leyes que le habían colado de matute sus adversarios durante el tiempo que estuvieron en el poder. No lo hizo y de eso, precisamente, nos quejamos.


Todos sabemos lo que ha sucedido con la llegada al poder de Sánchez. Ha entrado como elefante en cacharrería en la política española, sin importarle las consecuencias de su empeño en acabar con todo lo que consiguió hacer el PP, no sólo en cuanto al aspecto económico, financiero y social, algo que todavía no ha repercutido demasiado en la vida de los españoles, que apenas han notado el cambio debido a la inercia que conservan de los tiempos del PP; sino en cuanto a los métodos, las formas, los temas, las maneras, la irresponsabilidad con la que se comportan y la falta de delicadeza que vienen mostrando en cuanto a su comportamiento, dictatorial y avasallador, con el que vienen actuando.


Y, hete aquí, que se han sacado del bolsillo un tema que piensan que, cultivando el rencor de muchos españoles derivado de la Guerra Civil , puede servirles para ayudarles a sostenerse en el poder, al menos durante unos meses. Como les suele ocurrir, ante la necesidad de motivar a sus votantes, todo aquello que se les ocurre lo han de llevar a término inmediatamente, de modo que no les da tiempo a medir las consecuencias de sus actos. La exhumación del general Franco del Valle de los Caídos se ha convertido, para el gobierno socialista, en algo inaplazable y urgente, lo que les ha impedido o han considerado inútil negociarlo con su familia, sus nietos en concreto. Ineludiblemente, al poner todos huevos en el mismo cesto, no valoraron el hecho de que la familia tuviera una bala en la recámara que ha sido conocida cuando le han informado al gobierno que penaban darles descanso en una tumba que la familia posee en La Almudena, en pleno centro de Madrid, donde reposa la hija única del general Franco. Desesperada por su error la señora Carmen Calvo, incapaz de dominarse y creyéndose que, con su sola presencia, iba a intimidar al Vaticano, decidió visitar al cardenal Secretario de Estado, Pietro Padolín, ante el cual intentó imponerse y convencida de haberlo logrado, con su habitual fatuidad, e ignorando la fama del Vaticano de tener la mejor diplomacia del mundo, pensó que podría añadir de su parte alguna otra cuestión para redondear lo que ella se atribuyó como en viaje de éxito. Lo malo es que, algo que nunca han hecho con anterioridad, el Vaticano envió una nota aclaratoria en la que se decía que, el tema del lugar en el que se enterraría al general Franco, no se había tratado en ningún momento de la entrevista entre ambos mandatarios.


Y aquí vamos a añadir a los errores que en tan corto tiempo ha venido cometiendo esta señora, Carmen Calvo, excesivamente impulsiva, de esta clase de feministas que se creen superiores al sexo contrario, convencida de que podía presentarse en el Vaticano como si fuera a un concurso de mises, tuvo la ocurrencia de presentarse con un escote desvergonzado, con trasparencias y enseñando el “canalillo” algo que, aparte de constituir una falta grave en el protocolo del Vaticano, según alguien ha dicho con humor: “ daba vistas al valle de las caídas”, una consideración que, con toda seguridad no será del agrado de la señora ministra. En todo caso, no nos creemos que la señora vicepresidenta pretendiera chantajear, con el tema de la propiedad de las iglesias inscritas en los últimos años como patrimonio de la Iglesia, al señor cardenal; aunque se rumoreaba que la señora Calvo llevaba en su valija el tema super-espinoso de las recaudaciones de los turistas que visitan la Mezquita de Córdoba, algo en lo que parece que este Gobierno, necesitado de recursos, tiene puestos sus ojos ambiciosos, como suele hacer con todo aquello que creen que puede beneficiarlos económicamente, sea mediante aumento de impuestos o intentando meter su poderosa zarpa directamente en ellos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que, ante la deriva que está tomando este gobierno del señor Sánchez, por otra parte, incapaz de detener la progresión que va experimentando la reivindicación del Gobierno catalán de insistir en el tema de la República Catalana o la reiteración de insistir sobre, si no se cumplen las condiciones impuestas por el soberanismo catalán, el tema de la aprobación de los PGE va a quedar en el olvido. En todo caso, es obvio que se va a llegar a un punto en el que, el señor Sánchez, muy a pesar suyo, va a tener que reconocer que, con paños calientes, concesiones, humillaciones o concesiones económicas no va a conseguir que los separatistas apoyen los presupuestos, algo que es fundamental pensando en su continuidad como presidente del Gobierno de España. La alternativa consiste en la convocatoria de elecciones, algo que nunca se sabe cuáles van a ser los resultados de la consulta y sus efectos para la nación española. Franco murió hace ya muchos años, pero parece que las izquierdas lo quieren resucitar, sin tener en cuenta el hecho de que nadie es capaz de pronosticar las reacciones de quienes se sientan molestos por ello.

El regreso de Franco de mano de los socialistas

Los cretinos empeñados en reavivar fuegos adormecidos, pueden quemarse en el intento
Miguel Massanet
jueves, 1 de noviembre de 2018, 11:56 h (CET)

Están tanteando la suerte. Estiran la cuerda intentando averiguar cuál será su punto de ruptura y puede que no se den cuenta de que, si llegara el momento trágico en que la cuerda, está soga que separa la paz de lo que pudiera ser la guerra, es muy posible que el resultado tuviera efectos dramáticos para toda España y para los 45 millones de españoles que la habitan. No se entiende la postura de un Gobierno que apenas hace unos meses defendía la Constitución y colaboraba en la aplicación del Artº 155 de la Constitución en la autonomía catalana en la que, algunos rebeldes catalanes se habían empeñado en traspasar la línea roja de la Ley, adentrándose en el escarpado terreno del enfrentamiento, la desobediencia, el desafío y la rebelión en contra del Estado español, en una absurda, utópica, fanática y desleal operación de enfrentamiento a los preceptos de la Constitución española.


El señor Sánchez parece ser partidario de tensar al límite el aguante de los ciudadanos de orden españoles para, si se diera cuenta de que corre el peligro de pasarse, hacer marcha atrás dejando a los que le han ayudado a crear el entuerto a los pies de los caballos; algo que ya ha sucedido varias veces, como cuando, por ejemplo, se desautorizó a la ministra de Defensa, Margarita Robles, en el caso de la suspensión del envío de bombas “inteligentes” a Arabia Saudí. Ahora, el Presidente, ha dado otro de sus habituales bandazos aliándose, en un pacto poco entendible, con el señor Pablo Iglesias de Podemos, obligando a su partido a uno de estos virajes capaces de descolocar a aquellos de sus integrantes que siguen pensando que, el lugar que le corresponde al PSOE, es dentro de la social-democracia y no participando de una extrema izquierda, completamente trasnochada, que lo único que busca es llevar al país a una situación en la que la miseria y la falta de trabajo le permita hacerse con los votantes perjudicados, que ahora se negarían a apoyarlo.


Sin quererlo o, todavía peor, con ánimo de contentar a todos aquellos que no han aceptado lo que significó para el país los acuerdos promovidos por el señor Suárez, empeñado en reconciliar las dos Españas bajo una Constitución en la que cabían todos, derechas e izquierdas; algo que supuso que, los que mandaban entonces supieron aguantarse, renunciar a mantener el anterior sistema de gobierno, con la innegable colaboración del Ejército, cien por cien adicto a Franco, y, sin embargo, dejaron que se legalizase el Partido Comunista de Carrillo y que se restaurara el sistema de partidos cuando, durante los años de gobierno de Franco sólo existía, en España, un partido único. Si Felipe González supo entender que España no podía volver a caer en el error de lo que fue la II República y supo aceptar la monarquía y adaptarse al sistema legislativo derivado de aquella Constitución de 1978, gobernando con moderación, manteniendo el respeto por la Iglesia católica y acatando, sin entrar en ello, lo que fueron los símbolos de aquella España que, durante 40 había vivido ( con el apoyo de la mayoría del pueblo ) en un régimen militar; conociendo que un cambio radical podía llevar de nuevo a España a nuevos enfrentamientos entre españoles.


Carlos I, el rey que legó Franco a los españoles, tuvo la habilidad de contribuir, juntamente con los gobernantes, a ir efectuando los cambios que precisaba España para pasar de una dictadura a un régimen democrático, sin que las instituciones del Estado crujiesen o se produjeran grandes enfrentamientos entre los distintos partidos surgidos de la democratización de España. Y España progresó, creó riqueza, se creó trabajo y los españoles aprendieron a respetarse mutuamente y a empezar a aceptar las ideas de los otros como algo normal, ante lo que no había que escandalizarse. Pero llegó Zapatero y la crisis del 2008 y fue un cóctel que España no supo digerir. Un gobernante incapaz, ególatra, torpe y poco inteligente supo volver a crear dentro de España el enfrentamiento de clase que la transición había sido capaz de evitar.


Luego entró el PP del señor Rajoy, con todos los poderes que le dieron los españoles al concederle una mayoría absoluta pensando que, no sólo mejoraría las perspectivas económicas de un país en ruinas, sino que sería capaz de cumplir las promesas que les hizo a los españoles de destejer todas aquellas instituciones, leyes, normas y desafueros que Rodríguez Zapatero y sus adláteres, cometieron en el tiempo en el que se hicieron con el gobierno de España, esmerándose en poner en práctica, con una diligencia y velocidad que relevaba a las claras su intención de acabar con todo lo que Aznar había conseguido crear para poner a nuestro país en la senda de entrar en las instituciones europeas con grandes posibilidades de éxito, con la clara intención de destruirlo todo.


Pero, dónde España ha empezado a mostrar su lado más oscuro, su incapacidad de volver la mirada hacia atrás y recordar cómo estaba el país a fines del año 2011, cuando Zapatero tiró la toalla para que, en las elecciones de finales de aquel año, el PP lograse una de las más sonadas victorias de su historia. Pero Rajoy decidió volcarse en sacar al país del profundo hoyo económico en el que se lo dejaron los socialistas pero, en cuanto al resto de promesas que les hizo a sus votantes, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que quedaron en el tintero y prefirió desarrollar una política más propia de un gobernante que tiene que gobernar en minoría y que, en consecuencia, se ve obligado a hacer cesiones a quienes le apoyan; que no la de un señor que tiene todo el poder, en el Congreso y en el Senado, para cambiar aquellas leyes que le habían colado de matute sus adversarios durante el tiempo que estuvieron en el poder. No lo hizo y de eso, precisamente, nos quejamos.


Todos sabemos lo que ha sucedido con la llegada al poder de Sánchez. Ha entrado como elefante en cacharrería en la política española, sin importarle las consecuencias de su empeño en acabar con todo lo que consiguió hacer el PP, no sólo en cuanto al aspecto económico, financiero y social, algo que todavía no ha repercutido demasiado en la vida de los españoles, que apenas han notado el cambio debido a la inercia que conservan de los tiempos del PP; sino en cuanto a los métodos, las formas, los temas, las maneras, la irresponsabilidad con la que se comportan y la falta de delicadeza que vienen mostrando en cuanto a su comportamiento, dictatorial y avasallador, con el que vienen actuando.


Y, hete aquí, que se han sacado del bolsillo un tema que piensan que, cultivando el rencor de muchos españoles derivado de la Guerra Civil , puede servirles para ayudarles a sostenerse en el poder, al menos durante unos meses. Como les suele ocurrir, ante la necesidad de motivar a sus votantes, todo aquello que se les ocurre lo han de llevar a término inmediatamente, de modo que no les da tiempo a medir las consecuencias de sus actos. La exhumación del general Franco del Valle de los Caídos se ha convertido, para el gobierno socialista, en algo inaplazable y urgente, lo que les ha impedido o han considerado inútil negociarlo con su familia, sus nietos en concreto. Ineludiblemente, al poner todos huevos en el mismo cesto, no valoraron el hecho de que la familia tuviera una bala en la recámara que ha sido conocida cuando le han informado al gobierno que penaban darles descanso en una tumba que la familia posee en La Almudena, en pleno centro de Madrid, donde reposa la hija única del general Franco. Desesperada por su error la señora Carmen Calvo, incapaz de dominarse y creyéndose que, con su sola presencia, iba a intimidar al Vaticano, decidió visitar al cardenal Secretario de Estado, Pietro Padolín, ante el cual intentó imponerse y convencida de haberlo logrado, con su habitual fatuidad, e ignorando la fama del Vaticano de tener la mejor diplomacia del mundo, pensó que podría añadir de su parte alguna otra cuestión para redondear lo que ella se atribuyó como en viaje de éxito. Lo malo es que, algo que nunca han hecho con anterioridad, el Vaticano envió una nota aclaratoria en la que se decía que, el tema del lugar en el que se enterraría al general Franco, no se había tratado en ningún momento de la entrevista entre ambos mandatarios.


Y aquí vamos a añadir a los errores que en tan corto tiempo ha venido cometiendo esta señora, Carmen Calvo, excesivamente impulsiva, de esta clase de feministas que se creen superiores al sexo contrario, convencida de que podía presentarse en el Vaticano como si fuera a un concurso de mises, tuvo la ocurrencia de presentarse con un escote desvergonzado, con trasparencias y enseñando el “canalillo” algo que, aparte de constituir una falta grave en el protocolo del Vaticano, según alguien ha dicho con humor: “ daba vistas al valle de las caídas”, una consideración que, con toda seguridad no será del agrado de la señora ministra. En todo caso, no nos creemos que la señora vicepresidenta pretendiera chantajear, con el tema de la propiedad de las iglesias inscritas en los últimos años como patrimonio de la Iglesia, al señor cardenal; aunque se rumoreaba que la señora Calvo llevaba en su valija el tema super-espinoso de las recaudaciones de los turistas que visitan la Mezquita de Córdoba, algo en lo que parece que este Gobierno, necesitado de recursos, tiene puestos sus ojos ambiciosos, como suele hacer con todo aquello que creen que puede beneficiarlos económicamente, sea mediante aumento de impuestos o intentando meter su poderosa zarpa directamente en ellos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que, ante la deriva que está tomando este gobierno del señor Sánchez, por otra parte, incapaz de detener la progresión que va experimentando la reivindicación del Gobierno catalán de insistir en el tema de la República Catalana o la reiteración de insistir sobre, si no se cumplen las condiciones impuestas por el soberanismo catalán, el tema de la aprobación de los PGE va a quedar en el olvido. En todo caso, es obvio que se va a llegar a un punto en el que, el señor Sánchez, muy a pesar suyo, va a tener que reconocer que, con paños calientes, concesiones, humillaciones o concesiones económicas no va a conseguir que los separatistas apoyen los presupuestos, algo que es fundamental pensando en su continuidad como presidente del Gobierno de España. La alternativa consiste en la convocatoria de elecciones, algo que nunca se sabe cuáles van a ser los resultados de la consulta y sus efectos para la nación española. Franco murió hace ya muchos años, pero parece que las izquierdas lo quieren resucitar, sin tener en cuenta el hecho de que nadie es capaz de pronosticar las reacciones de quienes se sientan molestos por ello.

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