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Hay vallas que cierran, que incomunican, que aíslan

La valla

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Estos días se habla mucho de las vallas. Unas son visibles y otras no; unas están y otras, solamente se notan. Dividen países, regiones, barrios e inclusive familias y personas sueltas.


Nos duele mucho contemplar como hermanos nuestros, a escasos kilómetros del paraíso turístico de la Costa del Sol, se juegan la vida por cruzar estas vallas que les impiden llegar al Dorado europeo. Algunos logran pasar, auque después son devueltos, otros llegan a nuestro país y se encuentran con la valla del egoísmo, la incomprensión y la xenofobia. Algunas veces su paso por nuestro país les lleva a ser objeto de la especulación política y a la autoconfesión de “medallas”.


Tremenda situación que me hace aceptar la incapacidad del hombre de la calle para resolverla en conjunto, pero la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de estos semejantes nuestros que luchan por su supervivencia. He conocido de primera mano la labor que está realizando la Cruz Roja en Málaga gestionando la vida de un montón de refugiados que tienen ubicados en tres albergues provisionales, donde les dan asilo por una media de 24 meses y propician su integración en la sociedad potenciando sus capacidades.


A nosotros, los mayores, los del “segmento de plata”, no dudo en recomendarme y recomendaros la integración en alguna de estas plataformas de ayuda a los “ex/vallados”. Necesitan voluntarios que les acompañen al médico, a tramitar documentos, a entenderse con nosotros. Este trabajo nos ayudará a romper una valla que nos separa de estas criaturas. Tan solo hay que pasar por Cruz Roja en Calle Ollerías por la mañana.


Finalmente, tenemos otras vallas personales. Las que nos separan de los familiares, los amigos, los conocidos, los vecinos, los que no piensan como nosotros. Estas, a veces son más difíciles de superar, porque las hemos construido de prepotencia, de odio, de lejanía, de superioridad, de complejos, de potencial económico o cultural y de mala leche en general. Estas se pueden destruir desde fuera o desde dentro. Igual da. ¡Vaya con las vallas! ¡Lo que dan de sí! ¡Fuera las vallas de todo tipo

La valla

Hay vallas que cierran, que incomunican, que aíslan
Manuel Montes Cleries
jueves, 25 de octubre de 2018, 09:03 h (CET)

Estos días se habla mucho de las vallas. Unas son visibles y otras no; unas están y otras, solamente se notan. Dividen países, regiones, barrios e inclusive familias y personas sueltas.


Nos duele mucho contemplar como hermanos nuestros, a escasos kilómetros del paraíso turístico de la Costa del Sol, se juegan la vida por cruzar estas vallas que les impiden llegar al Dorado europeo. Algunos logran pasar, auque después son devueltos, otros llegan a nuestro país y se encuentran con la valla del egoísmo, la incomprensión y la xenofobia. Algunas veces su paso por nuestro país les lleva a ser objeto de la especulación política y a la autoconfesión de “medallas”.


Tremenda situación que me hace aceptar la incapacidad del hombre de la calle para resolverla en conjunto, pero la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de estos semejantes nuestros que luchan por su supervivencia. He conocido de primera mano la labor que está realizando la Cruz Roja en Málaga gestionando la vida de un montón de refugiados que tienen ubicados en tres albergues provisionales, donde les dan asilo por una media de 24 meses y propician su integración en la sociedad potenciando sus capacidades.


A nosotros, los mayores, los del “segmento de plata”, no dudo en recomendarme y recomendaros la integración en alguna de estas plataformas de ayuda a los “ex/vallados”. Necesitan voluntarios que les acompañen al médico, a tramitar documentos, a entenderse con nosotros. Este trabajo nos ayudará a romper una valla que nos separa de estas criaturas. Tan solo hay que pasar por Cruz Roja en Calle Ollerías por la mañana.


Finalmente, tenemos otras vallas personales. Las que nos separan de los familiares, los amigos, los conocidos, los vecinos, los que no piensan como nosotros. Estas, a veces son más difíciles de superar, porque las hemos construido de prepotencia, de odio, de lejanía, de superioridad, de complejos, de potencial económico o cultural y de mala leche en general. Estas se pueden destruir desde fuera o desde dentro. Igual da. ¡Vaya con las vallas! ¡Lo que dan de sí! ¡Fuera las vallas de todo tipo

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