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Pieza clave de un célebre crimen, el cadáver del supuesto asesino desapareció envuelto en un aura de misterio cinematográfico tras saberse que los hallazgos de su exhumación podrían probar su inocencia

El cadáver desaparece

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Por estas fechas pero del año 1991 se concretó la exhumación del cadáver de Carl Weiss, supuesto asesino del Senador Huey Long, protagonista clave de la guerra del Chaco (1932-1935). Curiosamente, hoy se ignora qué sucedió con los restos exhumados cuyo paradero se desconoce, a pesar de que el procedimiento fue tutelado el muy serio Instituto Smithsoniano de Washington D.C. Solo sabemos que los forenses sugirieron, casi seis décadas después de los luctuosos sucesos, haber hallado indicios señalando que Weiss no fue autor del homicidio que le habían atribuido en 1935.


La cuñada de Weiss, Ida Catalina Pavy Boudreaux (nacida en 1922), de Opelousas, recuerda que el volátil cuerpo fue exhumado el 29 de octubre de 1991, y enviado a la a Washington, DC, para realizar un estudio de las balas que entraron y salieron del cuerpo. A pesar de la incuestionable seriedad de todos los involucrados en el procedimiento, los restos nunca volverían a Roselawn.


El análisis antropológico de los restos del Dr. Carl Austin Weiss también reveló información biológica consistente con sus características conocidas. Los cambios peri mortem incluyeron la descomposición de las restauraciones dentales de amalgama, la liberación probable de mercurio que tiñó la dentición anterior, la deposición de compuestos de azufre en gran parte del esqueleto y la formación de numerosas fracturas de huesos pequeños.


El análisis reveló un extenso trauma post mortem, que indicaba múltiples heridas de bala en la parte superior del cuerpo. El análisis de la trayectoria del trauma óseo sugirió que al menos 20 proyectiles penetraron el cuerpo del Dr. Weiss.

Se originaron en muchas direcciones diferentes, pero la mayoría le habían disparado por la espalda. No se observaron cambios óseos asociados con traumatismo peri mortem de las manos.


El informe forense está publicado en un libro, "Una voz para los muertos", se trata de lo escrito por un profesor de Universidad de Washington versado en estas cuestiones, la exhumación fue autorizada por las familias de los involucrados, luego de que conversaran el hijo de Weiss y el Senador Rusell Long, hijo de Huey Long, y expresaran su deseo de aclarar una tragedia que compartían las dos familias.


La explicación convencional, reafirmada el 5 de junio al término de una nueva investigación especial de la Policía del Estado de Luisiana iniciada el otoño pasado, es que Long recibió un disparo de Weiss que, a su vez, fue acribillado en una verdadera granizada de balas por los custodios.


El escenario real de lo sucedido nunca fue universalmente aceptado, dando origen a una controversia que como en la mayoría de los asesinatos de políticos, nunca tuvo solución de continuidad.


Weiss era un joven médico con una carrera ascendente, tenía una bella esposa y un hijo de meses. Tenía mucho que perder, y muy poco que ganar intentando asesinar a un político de creciente protagonismo, aunque algunos de sus adversarios se contaban entre sus allegados.


Una teoría alternativa es que Weiss se acercó a Long, posiblemente blandiendo una pistola, y que los guardaespaldas reaccionaron de forma exagerada, atrapando al senador en el fuego cruzado o con un rebotar en las paredes de mármol. Sin embargo, nunca pudo probarse que Weiss portara arma alguna en ese momento. Su hermano afirmó que habían despojado al cadáver de la llave de su automóvil, y habían extraído de su guantera una pistola que por cierto, no correspondía con el calibre de las balas asesinas que hirieron de muerte al senador.


Versiones aún más inquietantes afirman que un llamado de la corrupta policía estatal de entonces, ñe había engañado afirmando que Long le invitaba a reunirse con él en el Capitolio de Baton Rouge.


Pocas semanas antes de ser asesinado, Long había lanzado su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, y su creciente popularidad le confería al menos el balance de poder para decidir las elecciones de 1936. Ese papel, es bien sabido, bien vale para algunos la sangre derramada sobre el piso de mármol, aquel domingo 8 de Septiembre de 1935, a las nueve de la noche.

El cadáver desaparece

Pieza clave de un célebre crimen, el cadáver del supuesto asesino desapareció envuelto en un aura de misterio cinematográfico tras saberse que los hallazgos de su exhumación podrían probar su inocencia
Luis Agüero Wagner
lunes, 15 de octubre de 2018, 08:34 h (CET)

Por estas fechas pero del año 1991 se concretó la exhumación del cadáver de Carl Weiss, supuesto asesino del Senador Huey Long, protagonista clave de la guerra del Chaco (1932-1935). Curiosamente, hoy se ignora qué sucedió con los restos exhumados cuyo paradero se desconoce, a pesar de que el procedimiento fue tutelado el muy serio Instituto Smithsoniano de Washington D.C. Solo sabemos que los forenses sugirieron, casi seis décadas después de los luctuosos sucesos, haber hallado indicios señalando que Weiss no fue autor del homicidio que le habían atribuido en 1935.


La cuñada de Weiss, Ida Catalina Pavy Boudreaux (nacida en 1922), de Opelousas, recuerda que el volátil cuerpo fue exhumado el 29 de octubre de 1991, y enviado a la a Washington, DC, para realizar un estudio de las balas que entraron y salieron del cuerpo. A pesar de la incuestionable seriedad de todos los involucrados en el procedimiento, los restos nunca volverían a Roselawn.


El análisis antropológico de los restos del Dr. Carl Austin Weiss también reveló información biológica consistente con sus características conocidas. Los cambios peri mortem incluyeron la descomposición de las restauraciones dentales de amalgama, la liberación probable de mercurio que tiñó la dentición anterior, la deposición de compuestos de azufre en gran parte del esqueleto y la formación de numerosas fracturas de huesos pequeños.


El análisis reveló un extenso trauma post mortem, que indicaba múltiples heridas de bala en la parte superior del cuerpo. El análisis de la trayectoria del trauma óseo sugirió que al menos 20 proyectiles penetraron el cuerpo del Dr. Weiss.

Se originaron en muchas direcciones diferentes, pero la mayoría le habían disparado por la espalda. No se observaron cambios óseos asociados con traumatismo peri mortem de las manos.


El informe forense está publicado en un libro, "Una voz para los muertos", se trata de lo escrito por un profesor de Universidad de Washington versado en estas cuestiones, la exhumación fue autorizada por las familias de los involucrados, luego de que conversaran el hijo de Weiss y el Senador Rusell Long, hijo de Huey Long, y expresaran su deseo de aclarar una tragedia que compartían las dos familias.


La explicación convencional, reafirmada el 5 de junio al término de una nueva investigación especial de la Policía del Estado de Luisiana iniciada el otoño pasado, es que Long recibió un disparo de Weiss que, a su vez, fue acribillado en una verdadera granizada de balas por los custodios.


El escenario real de lo sucedido nunca fue universalmente aceptado, dando origen a una controversia que como en la mayoría de los asesinatos de políticos, nunca tuvo solución de continuidad.


Weiss era un joven médico con una carrera ascendente, tenía una bella esposa y un hijo de meses. Tenía mucho que perder, y muy poco que ganar intentando asesinar a un político de creciente protagonismo, aunque algunos de sus adversarios se contaban entre sus allegados.


Una teoría alternativa es que Weiss se acercó a Long, posiblemente blandiendo una pistola, y que los guardaespaldas reaccionaron de forma exagerada, atrapando al senador en el fuego cruzado o con un rebotar en las paredes de mármol. Sin embargo, nunca pudo probarse que Weiss portara arma alguna en ese momento. Su hermano afirmó que habían despojado al cadáver de la llave de su automóvil, y habían extraído de su guantera una pistola que por cierto, no correspondía con el calibre de las balas asesinas que hirieron de muerte al senador.


Versiones aún más inquietantes afirman que un llamado de la corrupta policía estatal de entonces, ñe había engañado afirmando que Long le invitaba a reunirse con él en el Capitolio de Baton Rouge.


Pocas semanas antes de ser asesinado, Long había lanzado su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, y su creciente popularidad le confería al menos el balance de poder para decidir las elecciones de 1936. Ese papel, es bien sabido, bien vale para algunos la sangre derramada sobre el piso de mármol, aquel domingo 8 de Septiembre de 1935, a las nueve de la noche.

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