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La decisión de Manuela Carmena de reeditar su candidatura a la Alcaldía de Madrid no tendría mayor importancia si no fuera porque se inscribe en la nueva oleada de caudillismos que se extiende por la UE –con el presidente francés, Emmanuel Macron, como su más genuino representante–, que parasita la estructura y la argamasa ideológica de los partidos políticos para desarrollar proyectos personales, populistas, con equipos conformados en demasiadas ocasiones por simples aspirantes a un cargo.
Cuando en las relaciones personales, sociales o políticas se pierden o desprecian las mínimas reglas o costumbres de educación o cortesía, éstas se convierten en un territorio minado donde el desencuentro y el enfrentamiento vienen a ser la tónica general entre los miembros de una colectividad. Si además esto se traslada a las relaciones personales de ámbito internacional, las consecuencias pueden ser imprevisibles.
Lo importante es caminar en sintonía con la naturaleza y el cosmos. La vida, por si misma, es una dependencia existencial, que nos llama a ocuparla de modo armónico. Sin embargo, las acciones humanas surgen de la iluminación o de la ignorancia. Esto es lo que tenemos que trabajar, haciéndolo con la energía del corazón y con la actitud de análisis de la mente, para no caer en la deshumanización e inhumanidad de los tiempos actuales.
Por ser de diferente forma, no quiere decir que los animales sean inferiores, sino que Dios nos ha hecho distintos unos de los otros, pero todos somos creaciones de Dios y debemos respetarnos. Todos deseamos vivir con el cuerpo con que hemos nacido y anhelamos la felicidad.
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