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“Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes” John William Cooke

Sánchez sigue pagando el chantaje a Cataluña, por su apoyo

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Los españoles, a fuerza de recibir sorpresas, de ser engañados por nuestros políticos, de que sea menospreciada nuestra inteligencia y de que tengamos que sufrir los cambios de rumbo, con los que se nos intenta ocultar lo que verdaderamente tienen entre ceja y ceja, aquello que han decidido, desde el Gobierno, que va a ser más conveniente para sus fines electorales que, por supuesto, no tiene nada que ver con lo que le conviene a España y a los españoles; parece que hemos llegado a un punto en el que nos cuesta reaccionar ante la serie de absurdos, provocaciones, arbitrariedades y maquinaciones que, cada vez con mayor desparpajo, cara dura y frecuencia utilizan, los que nos gobiernan, para intentar llevarnos del ronzal hasta aquella situación a la que pretenden arrastrarnos; que es, evidentemente, allí donde nos tienen a su merced, cuando han conseguido lavar el cerebro de aquellos a los que, con falsas promesas de futuros beneficios, es fácil convencerles y que suelen ser, por desgracia, la mayoría.


Era difícil imaginar que Pedro Sánchez consiguiera regresar triunfante como líder del PSOE, sin embargo así sucedió. Era complicado pensar que habiendo colaborado, aparentemente, con lealtad a luchar contra el desafío separatista planteado a consecuencia del 1.O, en un intento de crear una situación de rebelión contra el Estado de derecho, para conseguir lo que, para ellos, era la antesala de la separación de Cataluña de España mediante un supuesto referéndum “por el derecho a decidir” que, de haberlo ganado, en estos momentos no sabemos en qué situación nos hubiera colocado. Fue uno de los que, finalmente, se adhirió a la aplicación del 155, seguramente porque no le quedó más remedio ante una situación que no se podía negar que representaba un grave peligro para la unidad de España. No obstante, ya se cuidó de impedir que se interviniesen los principales medios de la propaganda soberanista, la TV3 y Radio Cataluña, que no cejaron en todo los días en los que se estuvo gestando el proyecto revolucionario, de animar a los separatistas, informarlos de donde estaban las fuerzas de seguridad encargadas de impedir la consulta ilegal y orientando a los grupos destinados a crear disturbios hacia los lugares en los que, las fuerzas del orden, no estaban presentes.


En todo caso, no tuvo inconveniente, aprovechando la debilidad del gobierno de Rajoy y la repulsa general de todo el resto de partidos en contra de su persona, para crear una fuerza que le permitió obtener los votos precisos para poder ganar la moción de censura, que presentaron en contra del anterior presidente del Gobierno. Mintió, una y otra vez, para que los que le apoyaron se decidieran a hacerlo, prometiendo que, en tres meses, se celebrarían unas nuevas elecciones. Cuando consiguió acceder al poder todas sus promesas quedaron en agua de borrajas y aquellos planes a corto plazo que se había comprometido a llevar a cabo preparando las elecciones, se han convertido, como se han cansado de repetir todas las ministras, sobrevivientes a la tala que, los problemas sobre la originalidad de sus respectivos masters, les llevaron a pedir la dimisión; hayan cerrado filas en torno a Sánchez para decir que van a estar gobernando hasta el 2020, sin que la puesta en cuestión de la Señora Delgado, ministra de Justicia, parezca que haya influido en ellos si bien, el caso todavía no ha quedado cerrado. Todo ello sin que Sánchez, en el extranjero, un truco para no verse comprometido en todos los problemas que asedian a su partido, haya dicho más que generalidades que no le comprometen a nada.


Hete aquí que, entre tanto, como era de suponer que estaba sucediendo, se han intensificado la serie de reuniones de enlaces de los socialistas con los políticos catalanes, en un intento de conseguir encontrar una rendija por la que se pudieran colar los acuerdos que satisficieran al nacionalismo catalán, sin poner en un grave aprieto al señor Sánchez y sus socialistas. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que tiene entre sus prioridades satisfacer a los de Podemos, que son los que marcan su agenda fiscal, aumentando desorbitadamente los impuestos, precisamente en un país que, anteriormente, era de los que menos pagaban de Europa, para convertirnos, en la actualidad, en uno de aquellos en los que, la presión fiscal, se está volviendo más agobiante para la clase media y obrera.


Los frutos de estas conversaciones, que podríamos calificarlas más bien de chantajes, han salido a la luz cuando, la señora ministra de Hacienda, ha confesado que han llegado a un acuerdo con los políticos soberanistas catalanes por el que, en la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales Estado-Cataluña (fíjense ustedes el absurdo de crear una comisión en la que el Estado se sitúa al mismo nivel que Cataluña, sin que estén presentes para poder opinar sobre lo que se trata el resto de las 16 comunidades autónomas españolas que, incomprensiblemente se ven privadas de poder presentar sus objeciones a este acuerdo, evidentemente espurio y denigrante) el Estado, se compromete a saldar, en cuatro años, 1.459 millones de los 7.600 de “deuda pendiente” por una obligación asumida por el Estado de invertir en Cataluña “un valor equivalente al peso del PIB en el conjunto del país”. Entendámonos para no llevarnos a engaño ¿estamos hablando de algo que, el Gobierno, se obligó a invertir en la comunidad catalana cuando, precisamente, esta misma comunidad estaba luchando para conseguir su independencia, nos llamaban cerdos a los españoles, se negaban a cumplir las leyes y las sentencias de los tribunales españoles y, para más INRI, unos delincuentes que además eran políticos se revolvieron contra España pretendiendo declarar Cataluña como República Independiente? Y, señores: ¿A estos presuntos reos de rebelión, algunos delos cuales permanecen fugados en otras naciones, todavía se les han de facilitar más medios para que puedan continuar subvencionando su carrera hacia la utópica “nación catalana”, pagándoles unas inversiones que, en teoría, según aprecian los separatistas, se deberían de haber realizado en un territorio extranjero?


La ministra no se ha quedado corta en sus cesiones ante la Comisión mixta pues, a cambio de nada (o a cambio del apoyo a los PGE) se ha comprometido a aliviar la situación de gravedad económica por la que pasa la Generalitat sin que, por parte de ellos, se hayan podido argumentar que han existido contraprestaciones para justificar las cesiones mencionadas. Porque los separatistas, como siempre, se olvidan de la separación de poderes y siguen insistiendo en que “se saque de los tribunales el conflicto político y se lleve a una mesa de negociación”. La solución de siempre que, desgraciadamente, también la comparten muchos periodistas, imbuidos de este “buenísimo” ciego que afecta a todos estos que siguen creyendo en Papá Noel, la del mal llamado “diálogo” que, en el caso de los separatistas, se convierte en un monólogo ya que no escuchan las propuestas de sus interlocutores, encerrándose en una única y exclusiva petición: “un referéndum pactado con el Estado por el derecho de los catalanes a decidir”. Lo curioso es que, todos aquellos que insisten en una actuación pacifista, esperando que los separatistas vayan a renunciar a su proyecto, repiten su propia cantinela inconmovibles a sus sucesivos fracasos en todas las ocasiones en las que han venido repitiendo lo del diálogo, mientras se ha demostrado que, todo lo dialogado hasta ahora, no ha servido más que para que, el soberanismo catalán, se haya ido reforzando mientras la postura del Estado, ya está sufriendo consecuencias fuera de España por no haber zanjado, de una vez por todas y con mano firme, este problema que ya debiera ser un mero recuerdo en la lejanía del tiempo.


Pero, por si faltaba algo en este sinsentido de las conversaciones con la Generalitat, el Gobierno (que no olvidemos que ha respaldado la Deuda catalana para que, la Generalitat pudiera emitirla, deuda basura, según las tres agencias de rating, sin cuyo aval nadie del mundo financiero hubiera comprado un solo de los bonos emitidos desde Cataluña) ha autorizado la refinanciación de 2.773 millones de euros que pasan “de deuda a corto plazo a medio plazo”. Es decir, les están dando una financiación complementaria que, en otro caso y con un gobierno que quisiera acabar, de una vez, con estas tontería separatistas, lo que hubiera hecho sería cortar todo apoyo económico para que se vieran ante el trance de tener que provocar una suspensión de pagos con las consecuencias de verse imposibilitados de continuar manteniendo a los fugados que viven a cuerpo de rey en Bélgica, Suiza o en Escocia, todos ellos financiados desde Cataluña con los apoyos de varios mecenas, que no han dudado en apoyar la causa desde sus abultadas fortunas. ¡Bravo señor Sánchez, usted sí que sabe! Traiciona a España y siguen pensando que es la persona adecuada para dirigir sus destinos. Peor imposible.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos admirados que alguien, en este país, siga creyendo que, de la mano del socialismo del señor Sánchez (podríamos decir: …y de su compadre el señor Pablo Iglesias, que es quien dicta la política fiscal) tenemos alguna posibilidad, aunque fuera mínima, de que España, que ya está dando muestras del cansancio económico, (algo que, en Cataluña, parece que ya empieza a ser preocupante), dentro de unos meses no se encuentre en situación parecido o peor a aquella en la que la dejaron los del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero a finales del año 2011. Recuérdenlo ustedes, se lo recomiendo.

Sánchez sigue pagando el chantaje a Cataluña, por su apoyo

“Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes” John William Cooke
Miguel Massanet
jueves, 27 de septiembre de 2018, 08:53 h (CET)

Los españoles, a fuerza de recibir sorpresas, de ser engañados por nuestros políticos, de que sea menospreciada nuestra inteligencia y de que tengamos que sufrir los cambios de rumbo, con los que se nos intenta ocultar lo que verdaderamente tienen entre ceja y ceja, aquello que han decidido, desde el Gobierno, que va a ser más conveniente para sus fines electorales que, por supuesto, no tiene nada que ver con lo que le conviene a España y a los españoles; parece que hemos llegado a un punto en el que nos cuesta reaccionar ante la serie de absurdos, provocaciones, arbitrariedades y maquinaciones que, cada vez con mayor desparpajo, cara dura y frecuencia utilizan, los que nos gobiernan, para intentar llevarnos del ronzal hasta aquella situación a la que pretenden arrastrarnos; que es, evidentemente, allí donde nos tienen a su merced, cuando han conseguido lavar el cerebro de aquellos a los que, con falsas promesas de futuros beneficios, es fácil convencerles y que suelen ser, por desgracia, la mayoría.


Era difícil imaginar que Pedro Sánchez consiguiera regresar triunfante como líder del PSOE, sin embargo así sucedió. Era complicado pensar que habiendo colaborado, aparentemente, con lealtad a luchar contra el desafío separatista planteado a consecuencia del 1.O, en un intento de crear una situación de rebelión contra el Estado de derecho, para conseguir lo que, para ellos, era la antesala de la separación de Cataluña de España mediante un supuesto referéndum “por el derecho a decidir” que, de haberlo ganado, en estos momentos no sabemos en qué situación nos hubiera colocado. Fue uno de los que, finalmente, se adhirió a la aplicación del 155, seguramente porque no le quedó más remedio ante una situación que no se podía negar que representaba un grave peligro para la unidad de España. No obstante, ya se cuidó de impedir que se interviniesen los principales medios de la propaganda soberanista, la TV3 y Radio Cataluña, que no cejaron en todo los días en los que se estuvo gestando el proyecto revolucionario, de animar a los separatistas, informarlos de donde estaban las fuerzas de seguridad encargadas de impedir la consulta ilegal y orientando a los grupos destinados a crear disturbios hacia los lugares en los que, las fuerzas del orden, no estaban presentes.


En todo caso, no tuvo inconveniente, aprovechando la debilidad del gobierno de Rajoy y la repulsa general de todo el resto de partidos en contra de su persona, para crear una fuerza que le permitió obtener los votos precisos para poder ganar la moción de censura, que presentaron en contra del anterior presidente del Gobierno. Mintió, una y otra vez, para que los que le apoyaron se decidieran a hacerlo, prometiendo que, en tres meses, se celebrarían unas nuevas elecciones. Cuando consiguió acceder al poder todas sus promesas quedaron en agua de borrajas y aquellos planes a corto plazo que se había comprometido a llevar a cabo preparando las elecciones, se han convertido, como se han cansado de repetir todas las ministras, sobrevivientes a la tala que, los problemas sobre la originalidad de sus respectivos masters, les llevaron a pedir la dimisión; hayan cerrado filas en torno a Sánchez para decir que van a estar gobernando hasta el 2020, sin que la puesta en cuestión de la Señora Delgado, ministra de Justicia, parezca que haya influido en ellos si bien, el caso todavía no ha quedado cerrado. Todo ello sin que Sánchez, en el extranjero, un truco para no verse comprometido en todos los problemas que asedian a su partido, haya dicho más que generalidades que no le comprometen a nada.


Hete aquí que, entre tanto, como era de suponer que estaba sucediendo, se han intensificado la serie de reuniones de enlaces de los socialistas con los políticos catalanes, en un intento de conseguir encontrar una rendija por la que se pudieran colar los acuerdos que satisficieran al nacionalismo catalán, sin poner en un grave aprieto al señor Sánchez y sus socialistas. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que tiene entre sus prioridades satisfacer a los de Podemos, que son los que marcan su agenda fiscal, aumentando desorbitadamente los impuestos, precisamente en un país que, anteriormente, era de los que menos pagaban de Europa, para convertirnos, en la actualidad, en uno de aquellos en los que, la presión fiscal, se está volviendo más agobiante para la clase media y obrera.


Los frutos de estas conversaciones, que podríamos calificarlas más bien de chantajes, han salido a la luz cuando, la señora ministra de Hacienda, ha confesado que han llegado a un acuerdo con los políticos soberanistas catalanes por el que, en la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales Estado-Cataluña (fíjense ustedes el absurdo de crear una comisión en la que el Estado se sitúa al mismo nivel que Cataluña, sin que estén presentes para poder opinar sobre lo que se trata el resto de las 16 comunidades autónomas españolas que, incomprensiblemente se ven privadas de poder presentar sus objeciones a este acuerdo, evidentemente espurio y denigrante) el Estado, se compromete a saldar, en cuatro años, 1.459 millones de los 7.600 de “deuda pendiente” por una obligación asumida por el Estado de invertir en Cataluña “un valor equivalente al peso del PIB en el conjunto del país”. Entendámonos para no llevarnos a engaño ¿estamos hablando de algo que, el Gobierno, se obligó a invertir en la comunidad catalana cuando, precisamente, esta misma comunidad estaba luchando para conseguir su independencia, nos llamaban cerdos a los españoles, se negaban a cumplir las leyes y las sentencias de los tribunales españoles y, para más INRI, unos delincuentes que además eran políticos se revolvieron contra España pretendiendo declarar Cataluña como República Independiente? Y, señores: ¿A estos presuntos reos de rebelión, algunos delos cuales permanecen fugados en otras naciones, todavía se les han de facilitar más medios para que puedan continuar subvencionando su carrera hacia la utópica “nación catalana”, pagándoles unas inversiones que, en teoría, según aprecian los separatistas, se deberían de haber realizado en un territorio extranjero?


La ministra no se ha quedado corta en sus cesiones ante la Comisión mixta pues, a cambio de nada (o a cambio del apoyo a los PGE) se ha comprometido a aliviar la situación de gravedad económica por la que pasa la Generalitat sin que, por parte de ellos, se hayan podido argumentar que han existido contraprestaciones para justificar las cesiones mencionadas. Porque los separatistas, como siempre, se olvidan de la separación de poderes y siguen insistiendo en que “se saque de los tribunales el conflicto político y se lleve a una mesa de negociación”. La solución de siempre que, desgraciadamente, también la comparten muchos periodistas, imbuidos de este “buenísimo” ciego que afecta a todos estos que siguen creyendo en Papá Noel, la del mal llamado “diálogo” que, en el caso de los separatistas, se convierte en un monólogo ya que no escuchan las propuestas de sus interlocutores, encerrándose en una única y exclusiva petición: “un referéndum pactado con el Estado por el derecho de los catalanes a decidir”. Lo curioso es que, todos aquellos que insisten en una actuación pacifista, esperando que los separatistas vayan a renunciar a su proyecto, repiten su propia cantinela inconmovibles a sus sucesivos fracasos en todas las ocasiones en las que han venido repitiendo lo del diálogo, mientras se ha demostrado que, todo lo dialogado hasta ahora, no ha servido más que para que, el soberanismo catalán, se haya ido reforzando mientras la postura del Estado, ya está sufriendo consecuencias fuera de España por no haber zanjado, de una vez por todas y con mano firme, este problema que ya debiera ser un mero recuerdo en la lejanía del tiempo.


Pero, por si faltaba algo en este sinsentido de las conversaciones con la Generalitat, el Gobierno (que no olvidemos que ha respaldado la Deuda catalana para que, la Generalitat pudiera emitirla, deuda basura, según las tres agencias de rating, sin cuyo aval nadie del mundo financiero hubiera comprado un solo de los bonos emitidos desde Cataluña) ha autorizado la refinanciación de 2.773 millones de euros que pasan “de deuda a corto plazo a medio plazo”. Es decir, les están dando una financiación complementaria que, en otro caso y con un gobierno que quisiera acabar, de una vez, con estas tontería separatistas, lo que hubiera hecho sería cortar todo apoyo económico para que se vieran ante el trance de tener que provocar una suspensión de pagos con las consecuencias de verse imposibilitados de continuar manteniendo a los fugados que viven a cuerpo de rey en Bélgica, Suiza o en Escocia, todos ellos financiados desde Cataluña con los apoyos de varios mecenas, que no han dudado en apoyar la causa desde sus abultadas fortunas. ¡Bravo señor Sánchez, usted sí que sabe! Traiciona a España y siguen pensando que es la persona adecuada para dirigir sus destinos. Peor imposible.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos admirados que alguien, en este país, siga creyendo que, de la mano del socialismo del señor Sánchez (podríamos decir: …y de su compadre el señor Pablo Iglesias, que es quien dicta la política fiscal) tenemos alguna posibilidad, aunque fuera mínima, de que España, que ya está dando muestras del cansancio económico, (algo que, en Cataluña, parece que ya empieza a ser preocupante), dentro de unos meses no se encuentre en situación parecido o peor a aquella en la que la dejaron los del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero a finales del año 2011. Recuérdenlo ustedes, se lo recomiendo.

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