Muy diferentes comentadores políticos subrayan la multiplicidad y gravedad de las causas que afectan al conjunto de la familia real. Lejos de ser un motivo de unión, la monarquía lo es cada día más de división entre los españoles. Así E. Sopena sintetiza en titulares: “¿La situación de los Borbones toca a sus límites?”. Los separatistas catalanes han escogido el rechazarla como un elemento clave para justificar la independencia; y en el Parlamento balear se acaba de registrar la proposición no de ley de un referéndum vinculante en toda España sobre monarquía o república.
Es difícil concebir un momento más adecuado e incluso urgente para realizarlo. Porque -basta ver que bando poco democrático se opone más a convocarlo- nos permitiría dar por fin ese importante paso a la modernidad que han realizado ya hace tiempo todos nuestros vecinos europeos. También ayudaría resolver con mayor justicia los grandes problemas que nos ha creado la familia real. Por último, lo que le da una particular importancia y urgencia, eliminaría de raíz ese argumento esgrimido por los separatistas, mostrando a esa mayoría de entre ellos que ha engrosado en los últimos años, por distintas causas, sus filas, que su movimiento no ha sido en vano, consiguiendo en ese terreno tan importante un éxito total.