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Hoy mis comentarios no resultan nada divertidos

Escribir sobre las cosas que pasan es triste

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Hay días que escribir es llorar de pena, de rabia, de impotencia. Empiezo por el niño británico Alfie Evans a quien sus padres no pueden arrancar de las manos de unos doctores empeñados en dejarlo morir y de un juez que se cree por encima del bien y del mal y apoya que los doctores lo decidan, a pesar de que el niño ha seguido respirando sin ayuda mecánica. Quizás forma parte de esta ofensiva general contra la familia (padre, madre, hijos) de nuestros gobiernos occidentales empeñados en decidir sobre la vida, la educación y ¡hasta el sexo! de nuestros hijos.


Asesinar a niño ha pasado de impensable a aceptado en poco tiempo. Cualquier mujer en cuyo seno se está desarrollando una persona, pero no quiere ser madre, encuentra doctores mata-niños que la facilitarán abortarlo y, más aún, proclamarán que gracias a nuestros avanzados gobernantes el aborto ha pasado de delito a derecho y los jueces pueden castigar a cualquiera que intente hacerle cambiar de idea.


Otro espectáculo bochornoso ha sido el aquelarre montado contra la sentencia del caso de “La manada”. Siempre entendí que todo litigio se formaliza entre las partes y después de un proceso casi siempre largo, recae la correspondiente sentencia que puede ser recurrida ante un tribunal superior por aquellos actores que la consideren lesiva para sus intereses. Pero que la gente se levante en varias ciudades contra la el fallo condenatorio, me parece algo novedoso y sumamente peligroso. Que una masa de personas se erija en juez y quiera hasta asaltar la audiencia provincial es, en mi opinión, una aberración intolerable. Toda esa gente que gritaba contra el fallo no había podido leer los hechos ni fundamentos de derecho de la sentencia. ¿Quién movía los hilos de todo esto?


La defenestración de la señora Cifuentes también me parece un espectáculo denigrante. A los gobernantes hay que juzgarlos por sus acciones de gobierno y los ciudadanos harán muy bien en examinarlos y negar su voto a quienes no hayan cumplido su programa electoral, se hayan aprovechado del cargo o hayan perjudicado el bien común. Pero de ninguna manera llegar a los extremos que han llegado con esta señora, cuya acción de gobierno, que era lo importante, ha quedado al margen.


La aprobación de los presupuestos, in extremis, también resulta altamente discutible. Son ya muchas legislaturas en que se compran los votos de los partidos nacionalistas, en perjuicio del bien común de todos los españoles. Cada vez que consigue un voto necesario el partido en el poder, casi seguro que ha sido a costa de todos. Estas prácticas hay que erradicarlas. Vengo diciendo que lo importante no es tanto aprobar el presupuesto del año en curso como presentar los resultados del año anterior y que sepamos cómo se gastó nuestro dinero.


El famoso artículo 155 es otro esperpento deplorable. El estado central no ha gobernado en absoluto en Cataluña, que continúa con sus malas prácticas, sino que ha pasado a los jueces la “patata caliente” para que ellos se lo arreglen a ver si pronto entramos en la “normalidad del diálogo” que es una manera de no resolver ningún problema sino irlo aplazando hasta que reviente.


Por todas estas cosas y otras muchas que no cito, escribir es llorar de rabia e impotencia.

Escribir sobre las cosas que pasan es triste

Hoy mis comentarios no resultan nada divertidos
Francisco Rodríguez
sábado, 28 de abril de 2018, 01:05 h (CET)

Hay días que escribir es llorar de pena, de rabia, de impotencia. Empiezo por el niño británico Alfie Evans a quien sus padres no pueden arrancar de las manos de unos doctores empeñados en dejarlo morir y de un juez que se cree por encima del bien y del mal y apoya que los doctores lo decidan, a pesar de que el niño ha seguido respirando sin ayuda mecánica. Quizás forma parte de esta ofensiva general contra la familia (padre, madre, hijos) de nuestros gobiernos occidentales empeñados en decidir sobre la vida, la educación y ¡hasta el sexo! de nuestros hijos.


Asesinar a niño ha pasado de impensable a aceptado en poco tiempo. Cualquier mujer en cuyo seno se está desarrollando una persona, pero no quiere ser madre, encuentra doctores mata-niños que la facilitarán abortarlo y, más aún, proclamarán que gracias a nuestros avanzados gobernantes el aborto ha pasado de delito a derecho y los jueces pueden castigar a cualquiera que intente hacerle cambiar de idea.


Otro espectáculo bochornoso ha sido el aquelarre montado contra la sentencia del caso de “La manada”. Siempre entendí que todo litigio se formaliza entre las partes y después de un proceso casi siempre largo, recae la correspondiente sentencia que puede ser recurrida ante un tribunal superior por aquellos actores que la consideren lesiva para sus intereses. Pero que la gente se levante en varias ciudades contra la el fallo condenatorio, me parece algo novedoso y sumamente peligroso. Que una masa de personas se erija en juez y quiera hasta asaltar la audiencia provincial es, en mi opinión, una aberración intolerable. Toda esa gente que gritaba contra el fallo no había podido leer los hechos ni fundamentos de derecho de la sentencia. ¿Quién movía los hilos de todo esto?


La defenestración de la señora Cifuentes también me parece un espectáculo denigrante. A los gobernantes hay que juzgarlos por sus acciones de gobierno y los ciudadanos harán muy bien en examinarlos y negar su voto a quienes no hayan cumplido su programa electoral, se hayan aprovechado del cargo o hayan perjudicado el bien común. Pero de ninguna manera llegar a los extremos que han llegado con esta señora, cuya acción de gobierno, que era lo importante, ha quedado al margen.


La aprobación de los presupuestos, in extremis, también resulta altamente discutible. Son ya muchas legislaturas en que se compran los votos de los partidos nacionalistas, en perjuicio del bien común de todos los españoles. Cada vez que consigue un voto necesario el partido en el poder, casi seguro que ha sido a costa de todos. Estas prácticas hay que erradicarlas. Vengo diciendo que lo importante no es tanto aprobar el presupuesto del año en curso como presentar los resultados del año anterior y que sepamos cómo se gastó nuestro dinero.


El famoso artículo 155 es otro esperpento deplorable. El estado central no ha gobernado en absoluto en Cataluña, que continúa con sus malas prácticas, sino que ha pasado a los jueces la “patata caliente” para que ellos se lo arreglen a ver si pronto entramos en la “normalidad del diálogo” que es una manera de no resolver ningún problema sino irlo aplazando hasta que reviente.


Por todas estas cosas y otras muchas que no cito, escribir es llorar de rabia e impotencia.

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