MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
La ola de incendios de este verano está siendo implacable en España. En la Galicia rural, concretamente en aldeas de Ourense, sus habitantes llevan más de diez días peleando contra un enemigo demasiado conocido, el fuego. Miguel Rodríguez, con una discapacidad del 55% por una grave lesión en la espalda, es voluntario de Protección de Civil y asegura que ha habido otros incendios en el pasado, "pero no tan virulentos" y, además, subraya: "Esta vez nos hemos quedado solos frente al fuego".
Se estima que en torno al 10 % del territorio de la provincia de Ourense es ya tierra carbonizada. Se han quemado unas 70.000 hectáreas, es decir, una superficie superior al municipio de Madrid que mide 60.600. La Galicia rural sigue ardiendo (aún quedan focos activos), y sus vecinos se encuentran extenuados.
"El pueblo de Portela está afectado, pero hemos salvado en gran parte las casas gracias a la colaboración de los vecinos", recuerda Miguel Rodríguez en una entrevista a Servimedia. Este gallego de 64 años relata cómo con los tractores pequeños con los que trabajan la tierra, ya que es una zona dedicada a la vitivinícola, lograron parar el fuego "a apenas diez metros de las viviendas".
CUATRO DIAS FRENÉTICOS
"Estuvimos cuatro días a tope: apagando fuegos, ayudando a la gente, sacando a personas mayores o con problemas de movilidad de sus casas. En momentos así uno no acuerda de la discapacidad".
Reconoce que ha tenido que tomar medicación para el dolor y que la tensión no le dejaba ni descansar por las noches. "El primer día repartí 1.500 mascarillas entre la población porque el humo era tóxico y fuimos recorriendo los pueblos para advertir a la gente de que las llamas estaban encima". Escuchar a Manuel es escuchar una única voz, la de esta comarca que se lamenta de haber tenido que enfrentarse, con sus propios medios, a un fuego titánico.
"Portela es una aldea con muy poquitos habitantes y hasta aquí no llegaron los miembros de la UME porque estaban colapsados. Llegaron después, en la recta final. Todos colaboramos con nuestros tractores, con las mangueras", explica.
La presidenta de la asociación de vecinos de la pedanía, Ana María Valiño, es rotunda a la hora de manifestar su agradecimiento: "Debería agradecer en nombre de todo el pueblo la ayuda recibida por los voluntarios y el equipo forestal, pero perdónenme si no lo hago así".
Valiño destaca, en declaraciones a Servimedia, "la labor de las mujeres, los hombres y los jóvenes que, durante estos días, a pesar del agotamiento atajaron ese infierno; a esos jóvenes voluntarios de otros pueblos que se presentaron sin llamarlos como si de su propia casa se tratara luchando mano con mano con los vecinos porque las ayudas, ya se sabe, no estaban, no existían medios".
UN VINO PROTECTOR
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Valdeorras (Ourense) comenzó este pasado jueves la vendimia justo cuando se desató la ola de incendios. Las aldeas afectadas cuentan con una tradición vitivinícola importante. No en vano, Valdeorras es la cuna de uno de los vinos blancos más codiciados: el godello. Se calcula que pueden haberse calcinado 1.200 hectáreas de viñedos, pero el fuego está vivo y todavía no se puede cuantificar.
Manuel, como casi todos los lugareños, tiene un pequeño viñedo y asegura que "las vides siempre han sido el mejor cortafuegos natural". "¡El vino nos ha salvado! Puede que el fuego queme la primera y la segunda hilera de viñas, pero ahí se queda", expresa con contundencia.
Lo cierto es que el fuego es una fuerza viva que atraviesa aldeas, ríos como el Sil, y vidas como la de este gallego que, al igual que el fuego, tampoco se doblega fácilmente. "Estamos en la vendimia, las mangueras están quemadas y no tenemos agua, pero es el momento de reconstruir".
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