MADRID, 22 (SERVIMEDIA)
El Congreso de los Diputados aprobó este martes, con 177 votos a favor y 171 en contra (los del PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro) una reforma de su propio Reglamento que lo reescribe enteramente en lenguaje inclusivo, desdoblando lo que antes era masculino genérico, empleando términos neutros y rebautizando a la Cámara como "Congreso" a secas.
El Pleno del Congreso aprobó así, de forma definitiva, una iniciativa que partió del PSOE y Sumar y que, como ocurrió en la Comisión de Reglamento, contó con el apoyo de todos los grupos parlamentarios con la excepción del PP, Vox y el diputado de Unión del Pueblo Navarro dentro del Grupo Mixto, Alberto Catalán.
En el debate de hoy en pleno, la diputada del Partido Popular Marta González Vázquez denunció el "caos" e "irracionalidad" de llevar iniciativas a la Cámara que no van a mejorar la vida de nadie, mientras se dejan sin tramitar otras que sí lo harían, "sepultadas por decisión de esta delegación provincial del Gobierno en la que se ha convertido el Congreso".
González se quejó de que la Comisión de Reglamento controlada por el PSOE y Sumar dejara sin calificar enmiendas del PP por no guardar relación con esta reforma, mientras en otros casos que les interesa sí permiten su inclusión. También negó cualquier relación entre género gramatical y sexo, asegurando que las lenguas no discriminan aunque usen masculino genérico.
Recordó que hay feministas que han criticado el lenguaje inclusivo y que la Real Academia también, por dificultades sintácticas que perjudican la redacción y la comprensión, y citó ejemplos de la nueva redacción que contradicen su propósito. Finalmente, subrayó que no se puede cambiar con esta reforma que la Constitución habla de "Congreso de los Diputados", por más que el Reglamento diga ahora "Congreso" a secas.
Por parte del PSOE, Andrea Fernández señaló que todas las lenguas están sujetas al contexto y están "tamizadas por los estereotipos" y el poder, y tienen "un estándar", que se va actualizando a medida que cambia la realidad. "La lengua es mestiza, es rebelde y considerablemente insurrecta", sostuvo, diciendo que no hay "masculino genérico" sino "masculino dominante" y que el "todos y todas" está ya absolutamente instalado en la sociedad.
"PURO CINISMO"
Fernández dijo que la lengua construye la realidad, "nos limita o nos pone alas", y matizó que simplemente se va a priorizar la palabra "Congreso" sobre "Congreso de los Diputados", sin eliminarla por completo en el Reglamento. Defendió que la reforma busca "introducir la presencia del femenino sin distorsionar el texto", y concluyó que negar la relación entre la dominancia del masculino y la del hombre de sociedad es "puro cinismo".
Desde Vox, Lourdes Méndez dijo que la reforma "ni es justa ni es prudente", sino "una maniobra ideológica y por lo tanto ilegítima", que contradice a la Real Academia de la Lengua. En su opinión, el impulso está en "una ideología irracional", porque el lenguaje debería ser "neutral" y garantizar la libertad y la pluralidad.
También cuestionó que el Reglamento pase a hablar de Congreso cuando la Constitución habla de "Congreso de los Diputados", y que se considere un cambio urgente mientras mujeres son violadas por inmigrantes. "Su feminismo irracional sólo hace daño", espetó a la izquierda.
Esther Gil de Reboleño, de Sumar, subrayó el poder del lenguaje para "construir y destruir realidades", y defendió la corrección de la "anomalía" de que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, era hasta ahora un "presidente" para el Reglamento del Congreso. "Silenciar es una forma de violencia", advirtió.
Mikel Legarda, del PNV, se congratuló de que la reforma se iba a aprobar, y la comparó con la posibilidad de hablar en las lenguas cooficiales en el Congreso, pues "el lenguaje también influye en la forma en que las personas percibimos el mundo". Negó que se fuerce la lengua española sin utilidad para la igualdad, y suscribió que el lenguaje inclusivo tiene "un componente político", sólo que en el caso de su partido está a favor.
Por el Grupo Mixto, Águeda Micó, de Compromís, describió el paso como "necesario, justo y coherente" porque "el lenguaje construye el mundo". Por todo ello, cree que la reforma es "mucho más que una corrección gramatical", pues "cuando el lenguaje excluye, también excluye la realidad", y si los textos institucionales sólo hablan de hombres crean "una invisibilización constante de las mujeres".
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