MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
El vertido en ríos de di(2-etilhexilo) ftalato (DEHP), un componente que se añade a los plásticos de productos cotidianos para ofrecer más flexibilidad y durabilidad reduce la ingestión de alimento en los carpines o peces dorados (Carassius auratus) al producir un desequilibrio en las señales que regulan su necesidad de alimentarse.
Así lo desvela un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y publicado en 'Comparative Biochemistry and Physiology Part A: Molecular & Integrative Physiology' que también ofrece una visión más completa de cómo puede afectar la fisiología, el comportamiento y el bienestar de los peces, y sus implicaciones en los ecosistemas acuáticos.
A pesar de comer menos, los peces no pierden peso ni dejan de crecer, ya que compensan esa falta de energía al reducir el gasto energético, moviéndose menos y con una menor tasa metabólica. Además, los peces tratados con DEHP mostraron signos de mayor ansiedad, lo que sugiere un impacto negativo en su bienestar.
El pez dorado es de agua dulce muy común en acuarios y estanques ornamentales, y muy utilizado en investigación. Pertenece a la familia de los ciprínidos, que es el grupo de peces más criado en acuicultura a nivel mundial.
La investigadora de Genética, Fisiología y Microbiología de la UCM Nuria de Pedro explicó que los resultados de este trabajo son "especialmente útiles" para la gestión ambiental, la acuicultura sostenible y la evaluación de riesgos de sustancias químicas, ya que permiten "mejorar la detección de efectos subletales y crónicos en especies acuáticas de interés ecológico y económico".
También, refuerzan la importancia de "regular y vigilar el uso de ftalatos en productos de uso cotidiano". Para llevar a cabo el estudio, los investigadores sometieron a los peces al plastificante durante 14 días para analizar parámetros fisiológicos y comportamentales: la alimentación, la actividad locomotora, la tasa metabólica o ritmos diarios.
De Pedro describió que en el trabajo se usaron test comportamentales de preferencia de lugar, donde los peces podían elegir entre zonas "seguras" y zonas "aversivas" (abiertas o luminosas) para ver si el DEHP les causaba ansiedad. Por último, para entender mejor los posibles mecanismos implicados en estos efectos, estudiamos si el DEHP modificaba las señales neuroendocrinas implicadas en la regulación de ingesta y la ansiedad en el cerebro y el hígado".
Los científicos del grupo de investigación UCM 'Neuroendocrinología de peces' avanzaron que el siguiente paso en esta investigación es indagar por separado los efectos del DEHP y de los microplásticos sin contener estos aditivos, para poder identificar con mayor precisión los mecanismos de toxicidad y comprender el verdadero impacto de cada factor en los peces.
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