MADRID, 28 (SERVIMEDIA)
Un equipo de investigadores apunta que las chinches son probablemente la primera plaga humana desde que hace unos 60.000 años saltaran de un murciélago y se adhirieran a un neandertal que salía de una cueva.
Con ello, esos insectos han 'disfrutado' de una relación próspera con sus huéspedes humanos. No fue así con las chinches que se quedaron con los murciélagos, pues sus poblaciones siguieron disminuyendo desde el Último Máximo Glacial, también conocido como la Edad de Hielo, que ocurrió hace unos 20.000 años.
Un equipo dirigido por dos investigadores de Virginia Tech (Estados Unidos) comparó recientemente la secuencia completa del genoma de estos dos linajes genéticamente distintos de chinches.
Los hallazgos del estudio, publicado este miércoles en la revista 'Biology Letters', indican que el linaje asociado a los humanos siguió un patrón demográfico similar al de los humanos y bien podría ser la primera plaga urbana auténtica.
"Queríamos observar los cambios en el tamaño efectivo de la población, que es la cantidad de individuos reproductores que contribuyen a la próxima generación, porque eso puede indicar qué ha estado sucediendo en su pasado", según Lindsay Miles, autora principal e investigadora postdoctoral en el Departamento de Entomología de Virginia Tech.
Al vincular directamente la expansión global humana con el surgimiento y evolución de plagas urbanas como las chinches, los investigadores pueden identificar los rasgos que evolucionaron tanto en los humanos como en las plagas durante la expansión urbana.
"Inicialmente, en ambas poblaciones, observamos un declive general consistente con el Último Máximo Glacial; el linaje asociado a los murciélagos nunca se recuperó y su tamaño sigue disminuyendo", indica Miles, quien añade: "Lo realmente emocionante es que el linaje asociado a los humanos sí se recuperó y su población efectiva aumentó".
DIFERENCIAS GENÉTICAS
Miles señala el establecimiento temprano de grandes asentamientos humanos que se expandieron hasta convertirse en ciudades como Mesopotamia hace unos 12.000 años.
"Eso tiene sentido porque los humanos modernos abandonaron las cuevas hace unos 60.000 años. Había chinches viviendo en las cuevas con estos humanos, y cuando se mudaron, se llevaron consigo a un subconjunto de la población, por lo que hay menos diversidad genética en ese linaje asociado a los humanos", apunta Warren Booth, profesor asociado de Entomología Urbana en Virginia Tech.
A medida que los humanos aumentaron el tamaño demográfico y continuaron viviendo en comunidades y las ciudades se expandieron, el linaje de chinches asociado a los humanos experimentó un crecimiento exponencial en el tamaño efectivo de su población.
Al utilizar los datos del genoma completo, los investigadores cuentan ahora con una base para profundizar en el estudio de esta división de linaje de 245.000 años de antigüedad.
Dado que ambos linajes presentan diferencias genéticas, aunque no suficientes como para haber evolucionado en dos especies distintas, los investigadores se centraron en las alteraciones evolutivas del linaje asociado a los humanos, en comparación con el linaje asociado a los murciélagos, que tuvo lugar más recientemente.
"Lo interesante será observar lo que ha sucedido en los últimos 100 a 120 años. Las chinches eran bastante comunes en el viejo mundo, pero con la introducción del DDT para el control de plagas, las poblaciones se desplomaron. Se creía que estaban prácticamente erradicadas, pero en cinco años comenzaron a reaparecer y se resistieron al pesticida", explica Booth.
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