MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
Los microplásticos provenientes de alimentos ultraprocesados podrían estar acumulándose en los cerebros humanos y contribuir potencialmente al aumento global de tasas de depresión, demencia y otros trastornos de salud mental.
Esos artículos, publicados este martes en 'Brain Medicine', ofrecen el análisis más completo hasta la fecha de cómo las diminutas partículas plásticas podrían afectar a la salud cerebral a través de múltiples vías biológicas interconectadas.
La portada de este mes de mayo de esa revista muestra un cerebro humano salpicado de coloridas partículas microplásticas (de menos de cinco milímetros) junto a una cuchara de plástico, que refleja que los cerebros humanos contienen aproximadamente 'una cucharada' de material microplástico.
Un artículo de opinión de Nicholas Fabiano, de la Universidad de Ottawa (Canadá); Brandon Luu de la Universidad de Toronto (Canadá); David Puder, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda (Estados Unidos), y Wolfgang Marx, del Centro Food & Mood de la Universidad Deakin (Australia), aporta evidencia emergente para proponer una hipótesis novedosa que conecta el consumo de alimentos ultraprocesados, la exposición a microplásticos y los resultados en salud mental.
"Estamos viendo evidencia convergente de que deberíamos preocuparnos a todos", explica Fabiano, quien añade: "Los alimentos ultraprocesados ahora comprenden más del 50% de la ingesta energética en países como Estados Unidos y estos contienen tasas significativamente más altas de microplásticos que los alimentos integrales. Hallazgos recientes muestran que estas partículas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en cantidades alarmantes".
CONEXIÓN
Los investigadores vinculan el consumo de alimentos ultraprocesados con resultados adversos para la salud mental. Una reciente revisión publicada en 'The BMJ' encontró que las personas que consumían alimentos ultraprocesados tenían un 22% más de riesgo de depresión, un 48% más de riesgo de ansiedad y un 41% más de riesgo de problemas de sueño.
Los investigadores señalan datos que muestran que alimentos que los 'nuggets' de pollo contienen 30 veces más microplásticos por gramo que las pechugas de pollo, lo que destaca el impacto del procesamiento industrial.
Esa hipótesis gana mayor credibilidad con hallazgos recientes publicados en 'Nature Medicine' que demostraron concentraciones de microplásticos en el cerebro humano ("el equivalente a una cuchara", según los investigadores) con niveles tres a cinco veces más altos en aquellos con diagnósticos documentados de demencia.
"Esta hipótesis es particularmente convincente porque vemos una superposición notable en los mecanismos biológicos. Los alimentos ultraprocesados se han vinculado a salud mental adversa a través de inflamación, estrés oxidativo, epigenética, disfunción mitocondrial y alteraciones en los sistemas de neurotransmisores. Los microplásticos parecen operar a través de vías notables similares", indica Marx.
Por otro lado, un artículo examina evidencia preliminar de que la aféresis terapéutica extracorpórea (una técnica que filtra la sangre fuera del cuerpo) podría tener el potencial de eliminar partículas microplásticas de la circulación humana.
"Si bien necesitamos reducir nuestra exposición a los microplásticos a través de mejores elecciones alimentarias y alternativas de envasado, también necesitamos investigación sobre cómo eliminar estas partículas del cuerpo humano", señala Stefan Bornstein, autor del estudio, quien agrega: "Nuestros primeros hallazgos sugieren que la aféresis podría ofrecer una posible vía para la eliminación de microplásticos, aunque se necesita mucha más investigación".
LLAMADA A LA ACCIÓN
El tema se contextualiza con un editorial de Ma-Li Wong titulado 'La calamidad de una cuchara de plástico en tu cerebro', que enmarca la colección de artículos no solo como una advertencia científica, sino como un cambio de paradigma en cómo se debe pensar sobre los contaminantes ambientales y la salud cerebral.
"Lo que emerge de este trabajo no es una advertencia. Es un ajuste de cuentas", escribe Wong, quien subraya: "La frontera entre lo interno y lo externo ha fallado. Si los microplásticos cruzan la barrera hematoencefálica, ¿qué más creemos que permanece sagrado?".
Los autores de los cuatro artículos enfatizan que sus análisis añaden otra dimensión al creciente argumento para reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y desarrollar mejores métodos para detectar y potencialmente eliminar microplásticos del cuerpo humano.
"A medida que los niveles de alimentos ultraprocesados, microplásticos y resultados adversos para la salud mental aumentan simultáneamente, es imperativo que investiguemos más a fondo esta posible asociación", recalca Fabiano, quien concluye: "Después de todo, somos lo que comemos".
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