MADRID, 23 (OTR/PRESS)Ahora, cuando quedan pocos días de agosto para que acabe el verano maldito de los incendios, y comience la batalla política de cada día, solo queda, como balance, la pésima gestión de las tragedias. Es verdad que Sánchez debió dejar sus vacaciones en Canarias y acudir a los puntos donde las llamas devastaban parte del territorio del que es Presidente del Gobierno. También es cierto que su propuesta de un pacto de Estado contra el cambio climático es pura retórica. Si se consigue, con un PP que ya ha dicho que no, su utilidad práctica sería cuestionable para recuperar todo lo que se ha perdido. Pero, conviene recordar que la competencia sobre la prevención de catástrofes como la DANA o los incendios es exclusiva de las Comunidades Autónomas. Y ha quedado bastante claro que los actuales presidentes de Castilla y León, Galicia o Extremadura se han visto superados por las circunstancias, incompetentes y malos gestores. A Mañueco, en Castilla y León, le empieza a pasar como a Mazón en Valencia; que la gente que lo ha perdido todo, se está echando a la calle pidiendo su dimisión. Según pasen los días y se vea la magnitud de los daños las protestas crecerán y eso es lo que más teme Feijoo. Porque el PP ya tenía diseñada su estrategia de oposición para el otoño, con el claro propósito de lograr los apoyos para tumbar los presupuestos y forzar un adelanto electoral. Pero, si crece la percepción de que sus barones autonómicos sólo saben gestionar cuando las cosas van bien, sus opciones de llegar a Moncloa pierden fuelle. Por eso, Miguel Tellado, que se ha quedado de cancerbero en Madrid, y Feijoo, desde Galicia, alientan la teoría de que el Ejecutivo no aportó los medios suficientes para poder apagar las llamas. Igual que con la DANA, la tragedia se convierte en arma arrojadiza contra el adversario político. Da igual que se hayan perdido vidas humanas: el "y tu más" es la base del argumentario. Y mientras, VOX hace su agosto encendiendo fuegos, esta vez de odio, contra la inmigración, la religión musulmana y los menores de Canarias que llegan a cuentagotas y a escondidas a la península. Podemos y SUMAR han desaparecido, como si los incendios no fueran con ellos. Pablo Iglesias, siempre tan activo, está ocupado con la reapertura de su taberna Garibaldi en el barrio de Lavapiés. Y la vicepresidenta Yolanda Diaz, gallega de cuerpo y alma, no ha dicho una palabra de su tierra, ahora calcinada. Los que salvaron sus pueblos a base de pico y pala, y los bomberos forestales, mal pagados y exhaustos, no olvidaran la falta de respuesta de quien tenía que haberles ayudado.
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