
La I Conferencia de Expertos sobre Cambio Climático y Territorio en el Mediterráneo Ibérico, celebrada el pasado 30 de enero en Valencia, analizó la relación entre el cambio climático, los usos y la gestión del territorio en el Mediterráneo ibérico.
En el marco de esta conferencia, un equipo de científicos de varios centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en concreto, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS), del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) y del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), junto a investigadores de la Universidad de Alicante (UA), presentaron una ponencia sobre el problema de la desertificación, que se ha incluido ahora en el libro 'Cambio climático y territorio en el Mediterráneo ibérico', publicado por la Editorial Tirant Lo Blanch.
El libro se compone de textos y recomendaciones de los diversos grupos que intervinieron en la Conferencia, en la que participaron más de 70 representantes de la comunidad científica que presentaron evidencias sobre las causas y los efectos de diversos procesos como el calentamiento, la desertificación, los incendios forestales, las dinámicas costeras, los episodios extremos o la ordenación del territorio, entre otros.
La desertificación es un fenómeno complejo que combina procesos biofísicos, sociales y económicos en diversas escalas. Actuaciones aisladas como la desalinización, la reforestación o el manejo del suelo pueden contribuir pero no resolverla por sí solas, lo que requiere soluciones adaptadas que consideren la interacción y retroalimentación de múltiples factores, según los investigadores.
En concreto, el mencionado equipo del CSIC y de la UA discute en el capítulo titulado 'Desertificación, la pérdida de vitalidad del territorio' sobre la complejidad del proceso de desertificación, propio de las zonas áridas, que finalmente resulta en el deterioro de dos recursos fundamentales: agua y suelo.
Como se indica en el artículo, "en España, con un 75% de zonas áridas y al menos un 20% de su territorio con diversos grados de desertificación -cifra que no incluye la degradación de las aguas subterráneas ni la pérdida de biodiversidad- (*) abordar este problema con garantías requiere, en primer lugar, entender adecuadamente todos los eslabones del proceso que abarca desde los impactos biofísicos-químicos en el medio hasta sus causas socioeconómicas, mucho más difíciles de relacionar con el proceso de degradación".
"En segundo lugar, es necesario detectar donde ocurre la desertificación y cuál es su grado de severidad y con ello, en tercer lugar, hay que implementar una colección de medidas adaptadas a cada contexto y con amplio apoyo desde el punto de vista científico y social y, por último, quizá ha llegado el momento de trascender el ámbito de las zonas áridas y abordar de manera más amplia de la degradación de la tierra incluyendo incluso los ecosistemas acuáticos afectados", prosigue el texto.
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