Meira Koponen, experta pedagoga de Kahoot!, ofrece las claves para lidiar con los diferentes escenarios que pueden encontrar los padres ante la entrega de las notas finales a los alumnos. "Muchas veces, suspender una asignatura o repetir curso, puede suponer un problema emocional para el alumno. Creo que es importante que, en un escenario como este, los padres sepan cómo reaccionar y, junto con la escuela, faciliten el proceso lo máximo posible. Reforzar la idea de que repetir no es un fracaso, sino una oportunidad, y celebrar las pequeñas victorias, es muy importante para conseguir el éxito del niño", afirma Koponen. En el caso de que las notas no sean tan positivas como se esperaba, la experta señala que "es normal que los padres se preocupen y quieran saber qué es lo que ha sucedido". Por eso, comenta que lo primero que deberían hacer es acudir al profesor o tutor del niño para comprender qué es lo que ha fallado o en qué puede mejorar. Con esta información, los padres tendrán más facilidades para saber cuales son los aspectos más importantes a trabajar de cara al verano. A parte de esto, también deben tener en cuenta que, "lo más eficaz", es mantener la calma y apoyar al niño y, juntos, ver el porqué se ha llegado a esta situación y hacerle ver que no vale menos como persona por el hecho de suspender una o varias asignaturas. "Desde un punto de vista plenamente pedagógico las recompensas por buenas notas, o castigos por malos resultados, son contraproducentes a largo plazo. Hacen que el alumno asocie las recompensas a los resultados y si, en algún momento, las recompensas no llegan, puede implicar una bajada en el esfuerzo y el interés del niño", asegura la pedagoga. Si el escenario al que se enfrentan es que el niño debe repetir curso, es importante tener en cuenta que esto va a suponer "un gran reto emocional para el niño". Por ese motivo, los padres deben hacerle ver que "es una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, no un fracaso". Además de esto, durante el curso siguiente, va a ser "crucial" el apoyo de los padres a la hora de asegurarse, junto con los profesores, que el niño se adapta bien a la nueva situación y no tiene problemas en lo educativo, ni en lo social. Las vacaciones de verano son una época conflictiva en lo que a la educación se refiere. Ante tanto tiempo libre disponible y falta de horarios, la experta resalta la importancia conseguir que los niños dediquen algo de tiempo al aprendizaje sin provocar en ellos la sensación de aburrimiento o saturación, que puedan perjudicarles de cara al siguiente curso. Por ello, recomienda convertir el aprendizaje en una dinámica activa y atractiva, incluyendo en el horario del día actividades cortas (de entre 15 y 30 minutos) y entretenidas que promuevan el estudio de una forma diferente. Para conseguir esto, es importante establecer objetivos realistas, establecer de forma conjunta entre padres e hijo, un objetivo alcanzable de cara al verano; horarios flexibles, ya que dentro de la importancia de cumplir el objetivo también es primordial permitir la adaptación en algunos casos, para que el niño no relacione el momento de estudio con algo negativo; o hacer que el repaso sea un juego, ya que esto no solo va a hacer la actividad más entretenida, sino que también va a hacer que el niño tenga que aplicar sus conocimientos para ello. Koponen concluye que es importante que las sesiones que se hagan durante el verano con los niños "sean cortas" y que se permitan los pequeños descansos para que el cerebro también desconecte de lo que está haciendo durante el tiempo que dura la actividad. "Podemos repetir este proceso un par de veces, antes de tomar un descanso más largo, reforzando siempre de forma positiva el esfuerzo que está realizando el niño", agrega.
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