La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha anunciado este lunes que la "difícil realidad financiera" de la organización, derivada de la falta de fondos, le obligará en los próximos meses a paralizar programas y a acometer una reorganización de oficinas y plantilla que implicará la desaparición de unos 3.500 puestos de trabajo. El máximo responsable de ACNUR, Filippo Grandi, ha lamentado que la agencia se ve "obligada" a revisar sus operaciones para concentrarse "en actividades que tengan el mayor impacto en los refugiados", por lo que cerrará o reducirá oficinas y reducirá en casi un 50 por ciento los altos cargos en la sede de Ginebra y en oficinas regionales. ACNUR estima que recortará un 30 por ciento de los costes derivados de su propio personal, dentro de unos recortes que Grandi ha reconocido tan "dolorosos" como inevitables. La organización dispone para este año del mismo dinero que hace una década, cuando las personas desplazadas o refugiadas sonb ahora más del doble y superan los 122 millones. En este sentido, Grandi ha subrayado en un comunicado que el compromiso hacia estas personas es "firme". "Aunque los recursos sean más escasos y nuestra capacidad de entrega se reduzca, seguiremos trabajando duro para responder a las emergencias, proteger los derechos de los refugiados y perseguir soluciones", ha recalcado. ACNUR, que busca nuevas fórmulas de ahorro como integrar personal dentro de oficinas de otras organizaciones o acelerar el uso de la tecnologías, ha querido también agradecer la labor de los donantes que han mantenido o incluso aumentado el dinero entregado a la agencia. Grandi ha incidido en que esta ayuda "da un punto de estabilidad en situaciones muy volátiles". "Invertir en ayuda no sólo salva vidas, también evita costes futuros más altos si las personas desesperadas se ven obligadas a moverse en busca de seguridad", ha agregado.
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