
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando conmemora el aniversario del nacimiento de Gustavo Torner (Cuenca, 1925) con la exposición 'Torner. Centenario en la Academia (Obra 1977-2008)', comisariada por Arturo Sagastibelza, e integrada por destacadas pinturas de gran formato de la etapa de madurez del artista.
Las obras expuestas proceden -excepto la que forma parte de la colección del propio Museo de la Academia- de colecciones particulares que las han cedido para esta ocasión. La muestra se ha inaugurado este martes y se podrá visitar hasta el próximo 27 de julio.
La exposición de la Academia se centra en un periodo y ámbito concreto de su producción, la obra pictórica de grandes dimensiones realizada entre 1977 y 2008, siendo complementaria a la organizada en Cuenca por la Fundación Torner.
La muestra reúne trece pinturas variadas formal y conceptualmente, que configuran una representación de esa síntesis de culturas, civilizaciones y tiempos -a la par que de recursos, técnicas y procedimientos- que caracteriza la obra de Torner; un testimonio de la densidad y riqueza de ese momento esplendoroso de su pintura.
Gustavo Torner, según la institución, es una figura clave del arte español, perteneciente a la llamada segunda generación abstracta o generación de los años cincuenta del pasado siglo. Su obra, muy diversa y difícil de clasificar, se adscribe por lo general a la vertiente más lírica, construida e intelectual del arte, alejada de esa otra línea expresionista de 'veta brava' representada por el grupo El Paso.
La trayectoria creativa de Torner se ha desarrollado a lo largo de más de ochenta años, sin limitarse a los campos habituales en los que suele desplegar su labor el artista plástico. Aparte de su ya extenso catálogo de pinturas, esculturas (muchas de ellas monumentales, repartidas por la geografía española, como Reflexiones I, de 1972, que popularmente ha dado nombre a la Plaza de los cubos en Madrid), dibujos, collages o estampaciones en las más diversas técnicas, se ha adentrado de manera muy amplia en ámbitos creativos diversos, como puede ser el diseño de tapices y alfombras, textil y de mobiliario, la vidriera, el mosaico, la fotografía, el diseño gráfico, e incluso en la escenografía y los figurines para obras de teatro, ópera y zarzuela; también ha realizado una labor ingente en el campo de la arquitectura y la ordenación de espacios.
A esa larga lista, debemos añadir su trascendental labor sociocultural en el campo de la museografía, con el diseño y montaje de pabellones feriales, museos privados y numerosas exposiciones.
Su obra de los años cincuenta es acorde con las corrientes figurativas discretamente renovadoras del momento, pero mediada la década su pintura deviene plenamente abstracta, un peculiar informalismo matérico, de ricas texturas y alejado de lo gestual, que despertó el interés de algunos críticos, en especial de Juan Eduardo Cirlot.
Su evolución posterior, en los sesenta, le conduce hacia una pintura más compleja, hasta el extremo de ser en ocasiones una obra -construcciones o ensamblajes- sin gota de pintura; es el momento de sus conocidos homenajes a distintas figuras de la cultura, el arte o la ciencia de todos los tiempos. En la década de los setenta Torner se dedica con gran intensidad a la escultura, y muy especialmente a la monumental -dejando más de treinta repartidas por la geografía española-.
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