
La ansiedad, los problemas de alimentación y las adicciones son algunos de los problemas que son "más comunes" entre niños y adolescentes, según se desprende de los resultados de un informe del Observatorio Español de la Salud Mental Infantojuvenil (Observainfancia).
El documento apunta que los niños también reconocen que el uso excesivo de dispositivos electrónicos es una realidad en su vida diaria. Por ello, muchos de ellos afirman que los controles parentales son necesarios para moderar y hacer un buen uso, "evitando los peligros existentes en Internet".
Cuando se les pregunta sobre la posibilidad de no tener móvil o redes sociales, gran parte de ellos cree que esto "no sería un problema" e incluso manifiestan que, desde su opinión, "no creen necesario que sus iguales tengan acceso a estos dispositivos electrónicos". Así, ven esta desconexión como una "oportunidad para disfrutar más de las actividades al aire libre, las interacciones presenciales y otros aspectos de su vida cotidiana".
El estudio, denominado 'Tomando el pulso a la salud mental' y enmarcado en el proyecto EMO-CHILD, lo ha presentado este martes en la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) la catedrática Mireia Orgilés en la III Jornada Científico-Profesional Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, bajo el lema 'Una visón desde dentro'.
Los investigadores han partido de una muestra formada por 187 participantes: 43 niños de ocho a once años, 41 adolescentes de 12 a 16, 24 padres de niños de ocho a once, 33 progenitores de adolescentes de 12 a 16 y 46 profesionales de la educación y de la salud mental.
OTROS PROBLEMAS
En concreto, según el informe, consultado por Europa Press, entre los problemas de salud mental que los niños perciben como "más comunes" en sus compañeros están la ansiedad, el estrés, la frustración, los nervios y las adicciones a la tecnología.
Cuando se les pregunta sobre las posibles causas que pueden originar estos inconvenientes, la mayoría de niños señalan como causas los problemas familiares, la falta de apoyo emocional y la falta de atención por parte de los padres.
En cuanto a los adolescentes, estos consideran que la salud mental está relacionada con sentirse bien consigo mismo y saber identificar y gestionar los problemas. Entre los más comunes, según los resultados del estudio, están la ansiedad, la depresión, los problemas de alimentación, las inseguridades, las preocupaciones, las adicciones y la necesidad de aprobación.
De acuerdo con este dictamen, los niños definen la salud mental como la capacidad de expresar emociones y la importancia de contar con una red de apoyo social "sólida". Así, un tema recurrente identificado por ellos es la "relevancia" de socializar como un componente "clave" para el bienestar mental y emocional. Sin embargo, enfatizan que estas interacciones "deben ir más allá del uso de dispositivos electrónicos" y destacan la "importancia" de las relaciones personales presenciales.
Otro aspecto es la percepción de que los niños tienen "poca información" sobre salud mental en su entorno. Muchos de ellos proponen que el colegio sea un espacio "donde se fomente" la educación en esta materia y plantean que "tanto maestros como familias" puedan desempeñar un papel importante en proporcionarles "el conocimiento y las herramientas necesarias para aprender más" al respecto.
Entre los factores que más afectan al bienestar de sus compañeros, según los adolescentes encuestados por Observainfancia, están los conflictos en el aula, los malentendidos, la relación con los padres y con sus iguales, los estudios y la presión social.
ACOSO ESCOLAR
Respecto al acoso escolar, los adolescentes entrevistados creen que esta problemática debe abordarse hablando con los padres del acosador y de la víctima. Además, comentan que el acoso escolar se vive desde edades tempranas y afirman que las acciones escolares, como por ejemplo charlas y protocolos, "no son eficaces y que ellos no tienen información suficiente para detectarlo".
Asimismo, el suicidio es percibido por los adolescentes como una "consecuencia trágica de un sufrimiento profundo y prolongado en el tiempo". Dicho sufrimiento puede derivar de múltiples factores, incluidos problemas personales, familiares, sociales o emocionales. La percepción general es que este estado de desesperación puede llevar a una persona a sentir que la única salida es acabar con su propia vida.
Sin embargo, también creen "firmemente" que este sufrimiento puede ser aliviado "si la persona afectada busca y recibe ayuda profesional a tiempo" e informan que "no cuentan con herramientas para poder ayudar a una persona que les indique que quiere quitarse la vida".
La mayor parte de los adolescentes participantes en el estudio de Observainfancia afirma que conoce casos de personas que se autolesionan. Además, hay niños que reconocen en su entorno cotidiano el acoso escolar y que suelen hablar con sus padres y docentes para alertar sobre posibles casos.
No obstante, algunos de estos niños dicen sentirse "temerosos" de denunciar estas situaciones por "miedo a represalias por parte de los agresores". A pesar de estos temores, muchos coinciden en que es "fundamental" comunicarlas "de forma clara y oportuna".
"BARRERAS ECONÓMICAS" PARA IR AL PSICÓLOGO
Para los adolescentes, recibir ayuda psicológica es visto como "algo positivo" porque contribuye a que las personas puedan solucionar sus problemas. Sin embargo, comentan que existen "barreras económicas y relacionadas con que sus padres tengan que saberlo".
Los adolescentes indican que es una buena forma de aprender recursos personales para superar dificultades y que conocen a personas de su edad que reciben terapia psicológica. Hay algunos que no comprenden la necesidad de ir a este especialista "si tienes amigos y familiares que te apoyan", pero son una minoría, según el informe.
Por su parte, cuando a los niños se les pregunta sobre su percepción de acudir al psicólogo, estos expresan una "actitud mayoritariamente positiva" hacia esta figura profesional. Consideran que ir a terapia es beneficioso porque "ayuda a afrontar problemas, gestionar emociones y encontrar soluciones a situaciones que generan malestar". Además, mencionan que conocen a niños de su edad que acuden al psicólogo, aunque todavía manifiestan que perciben que "continúa siendo un estigma social".
Precisamente, los padres con hijos de entre ocho y 12 años citan "dificultades" para acceder a terapias psicológicas adecuadas "debido a la falta de recursos en los servicios públicos y el alto coste de los privados". También destacan "la falta de coordinación entre los servicios de salud pública, los centros privados y las instituciones educativas, lo que complica el tratamiento continuo y efectivo para los niños".
Asimismo, los progenitores de adolescentes sienten que no tienen "suficiente" información sobre salud mental y, aunque algunos pueden acceder a ella a través del trabajo, charlas o el boca a boca, la mayoría dice que no sabe cómo transmitir este mensaje "adecuadamente" a sus hijos y que encuentran "dificultades para intervenir efectivamente" en los problemas de sus descendientes "debido a la barrera de comunicación que las redes sociales y el acceso a información generan".
"FORTALECER DIÁLOGO Y CONFIANZA EN LAS FAMILIAS"
En las conclusiones, los autores subrayan que "existe una carencia generalizada de formación en salud mental desde la infancia, lo que dificulta la identificación y gestión de emociones en niños y adolescentes y el poder proporcionar ayuda por parte de los progenitores" y que "las redes sociales y la tecnología son vistas como una herramienta útil, pero también como un factor de riesgo, pues fomentan la comparación social, la baja autoestima y la insatisfacción con la propia imagen". Además, abogan por "fortalecer el diálogo y la confianza dentro de las familias".
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