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Entrevista a Javier Sierra y Cristina López Barrio

Los Premios Planeta 2017 pasaron por València

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Javier Sierra (Teruel, 1971) es un apasionado contador de historias. Su mirada se detiene siempre en los detalles ocultos, en los misterios que no hemos sido capaces de resolver, y los comparte tanto en su trabajo literario como en radio y televisión. Es autor de diez obras, seis de ellas novelas de gran éxito internacional. Sus títulos ‘La cena secreta’, ‘La dama azul’, ‘El ángel perdido’, ‘El maestro del Prado’ o ‘La pirámide inmortal’ se han publicado en más de cuarenta países. Es uno de los pocos escritores españoles que han conseguido colocar sus historias en lo más alto de la lista de libros más vendidos de los Estados Unidos. La clave de su éxito pasa por investigar a fondo los arcanos que aborda y aplicarles la dosis justa de sentido común, imaginación y "visión trascendente".

Cristina López Barrio (Madrid, 1970), ejerció como abogada durante trece años, especializándose en Propiedad Intelectual. Tras ganar en 2009 el Premio Villa Pozuelo de Alarcón de novela juvenil con la obra ‘El hombre que se mareaba con la rotación de la Tierra’, y la publicación de la novela ‘La casa de los amores imposibles’, abandonó la abogacía para dedicarse plenamente a la escritura. En 2010 obtuvo el premio a la escritora revelación que otorga el conocido blog literario Llegir en cas d’incendi por ‘La casa de los amores imposibles’, novela traducida a quince lenguas y publicada en veintidós países. Ha publicado también el libro de relatos ‘El reloj del mundo’, así como las novelas ‘El cielo en un infierno cabe’ y ‘Tierra de brumas’.

Pasaron por València los Premios Planeta 2017, o lo que es lo mismo, Javier Sierra, el ganador, con su novela ‘El fuego invisible’, y la finalista, Cristina López Barrio, con ‘Niebla en Tánger’. Y lo hicieron de un modo bastante fugaz, con poco tiempo para conversar con ellos y tomar unas cuantas fotografías en el Hotel Astoria. Todo ocurrió en la primera hora de la tarde del penúltimo miércoles del mes de noviembre.

EL GANADOR, JAVIER SIERRA
Javier Sierra ha sido el eterno ganador del Premio Planeta. En las últimas ediciones, los pronosticadores siempre incluían su nombre en la lista de favoritos. Sin duda este triunfo suyo, ahora sí real, supone una enorme satisfacción para él y una pérdida irreparable para la rumorología. «Pues sí, el Planeta se tendrá que buscar otro eterno candidato. Igual que los periodistas. Aunque puede no resultar creíble, a lo largo de diez años he construido una notable colección de recortes de prensa, en los que se me daba como ganador. No sé si algún día haré algo con ellos, pero cuando me presenté, lo primero que pensé es que esta vez quien se iba a reír era yo». El escritor turolense se encuentra particularmente satisfecho por el galardón conseguido. «Creo que es mi novela con mayor peso porque el oficio de escribir hace que, cuanto más viejo eres, mejores novelas deberías escribir, y yo ya llevo veinte años publicando historias».

2811jav‘El fuego invisible’ narra las peripecias de David Salas, un prometedor lingüista, que comienza la búsqueda de un alumno desaparecido de una escuela de literatura. Para su sorpresa, la clave parece esconderse en el mito del grial y su vinculación con España. «La literatura se inventó para responder las grandes preguntas del ser humano. Aquel que conseguía respuestas se convertía en el chamán, en el guía, en el gurú de la tribu, como dice Doris Lessing en la cita del principio del libro. Precisamente mi pretensión era recoger ese espíritu en la novela, concebida como un mecanismo para enfrentarse a todo aquello que la razón no es capaz de contestar. Ahora que parece demandarse un libro de consumo rápido y bajo instinto, yo me he ido a lo difícil, a la escritura de una obra trascendental». David Salas es un sujeto peculiar, alguien que desea encontrar la verdad. «El protagonista es un joven que vive con su madre, de la que se aleja para descubrir cosas. He tratado de evocar aquellas fuentes literarias que me han deslumbrado e invocar las fuerzas que movieron los relatos esenciales». Acostumbrados a que Javier Sierra realice lejanos periplos para documentar sus narraciones, en esta ocasión no se ha movido tanto. «’El fuego invisible’ habla de un viaje más cercano, doméstico, en el que he transitado por lugares accesibles a todo el mundo como el Museo Nacional de Arte de Cataluña, las Iglesias del Pirineo catalán o el Retiro madrileño. Tras escribir ‘El maestro del Prado’ me he dado cuenta de las cosas que están a la vuelta de la esquina resultan fascinantes porque también encierran misterios».

Muchos autores se han acercado al mito del Grial, y cabe preguntarse por qué nos seduce tanto. «Lo que nos atrae es que se trata de un elemento en el que se entrecruzan el mundo superior y el inferior, lo divino y lo humano, lo natural y lo sobrenatural. Desde el punto de vista simbólico, el Grial, además, presenta la comodidad de que es portátil y lo puedes llevar siempre contigo». Una de las eternas preguntas sobre el grial se centra en su origen. «En la novela se recoge la discusión que existe sobre este punto. Por un lado, hay quien identifica el grial como la copa de la última cena y, por otro, los que piensan que del grial no se habla antes del año 1180, cuando Chrétien de Troyes empleó por primera vez esta palabra. Esta fecha es muy interesante porque coincide con el regreso de los cruzados, cargados de reliquias de los Santos Lugares. En la Península Ibérica se tiene constancia del grial sesenta años antes, a través de la pintura de una mujer portadora de una copa de la que emanaba una luz muy intensa. En mi opinión, el grial nació como un elemento propagandístico utilizado por los reinos cristianos, que ocupaban la franja norte peninsular, para dar el golpe definitivo a la Reconquista, unir a los cristianos y expulsar a los musulmanes».

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A la hora de escribir, Javier Sierra casi siempre ha preferido el mundo de la ficción al del ensayo. «He escrito ensayos también como ‘La ruta prohibida’, ‘En busca de la Edad de Oro’, o ‘El maestro del Prado’, que es un híbrido, pero es cierto que me gustaría desarrollarlo más. Lo que ocurre es que, como en mis obras planteo grandes preguntas filosóficas que carecen de respuesta, me inclino por la novela que me permite aventurar soluciones. Pero estoy seguro de que en cualquier momento regresaré al ensayo». Resulta interesante saber si este afán divulgador del escritor turolense es compartido por todo el mundo o si, por el contrario, existe una fuerza oculta que se esfuerza en evitar la divulgación del conocimiento. «Sí, la hay y somos nosotros mismos. El ser humano, como especie, es muy contradictorio. Lo mismo se inclina hacia la luz que hacia las sombras, aunque generalmente se vuelve más sombrío cuanto más cerca se encuentra de los poderosos. Al poderoso no le interesa que el colectivo sea libre y tome decisiones, por ello crea estructuras, ideológicas o de otro tipo, que impiden crecer y desarrollarse. En la novela yo hablo de los frustradores, pero esos frustradores podemos ser nosotros mismos, ya que canalizamos por igual el bien y el mal.

LA FINALISTA, CRISTINA LÓPEZ BARRIO
Cristina López Barrio manifestó que «es todo un lujo compartir el premio con Javier. Durante la gira me lo paso fenomenal, porque me cuenta historias en primera persona. Formar parte de la lista de finalistas del Planeta significa todo un honor para mí, al mismo tiempo que un impulso en mi carrera. Es una magnífica oportunidad para que la gente se acerque a conocerme y ver cómo escribo».

La obra finalista, ‘Niebla en Tánger’, es una historia circular en la que realidad y ficción se entrelazan: la acción va cobrando sentido a partir de la novela que se desarrolla dentro de la propia novela. La protagonista es Flora, una traductora que ha renunciado a ser escritora y que vive de traducir instrucciones para electrodomésticos. «Creo que las dos novelas tienen puntos en común. En mi caso se trata de una novela dentro de otra novela, para lo que me inspiré en el cuento ‘Continuidad de los parques’ de Cortázar, pero trasladando su estructura a un relato mucho más largo. La estructura circular obedece a que de este modo he podido cerrar de modo satisfactorio todas las expectativas que he ido despertando en el lector a medida que la escribía». La obra está llena referencias metaliterarias. «Las dos historias que la integran se retroalimentan y me han servido para resolver un enigma policiaco, en el que la protagonista se siente detective y emprende un viaje para resolver el misterio. También hay otras referencias como Óscar Wilde o el Quijote y un homenaje a otros escritores y a la propia creación literaria en sí».

Tánger es un territorio mítico, el escenario donde se dan cita los personajes del libro. «Hay que perder el miedo al fracaso. Los personajes van a Tánger para reencontrarse con ellos mismos, porque su vida ha transcurrido muy rápidamente. Cada persona tiene su Tánger particular, sin olvidar que Tánger es una ciudad mítica que vive de la nostalgia, porque disfrutó de un estatuto internacional que ni siquiera llegó a tener Shanghái». El desencadenante de que la protagonista viaje a la ciudad norteafricana es una noche de amor con un desconocido. «No sé si el amor de una sola noche puede cambiar la vida de una persona, pero en la novela a la protagonista le sirva para encontrar el impulso necesario para huir de una situación que le atrapa. Esto es como un héroe cotidiano que encuentra un motivo para viajar, alguien que busca un Ítaca y que al final comprende, como dice el poema de Kavafis, que lo importante es el viaje, el camino, no el desenlace».

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Tanto para Cristina como para Javier, el Premio Planeta tiene una gran trascendencia. Para la escritora madrileña son importantes todos sus aspectos, tanto el económico como el reconocimiento de los miembros del jurado. «Me dicen que mi éxito ha sido meteórico, pero la gente ignora la cantidad de horas que he invertido en escribir y las novelas y cuentos que tengo guardados sin ver la luz. Son muchos años de lucha por consolidar mi vocación escritora. Aquí hay mucho de satisfacción personal, de no rendirme» Para Javier ganar el Planeta «tiene algo de mito y de símbolo, porque hace diez años comencé a publicar en esta editorial, lo que significó entrar por la puerta grande de la literatura, por donde habían pasado escritos tan importantes como Vázquez Montalbán, Vargas Llosa, Ana María Matute o Eslava Galán. Siento también una enorme responsabilidad por el hecho de tener que vender tantos libros para compensar el monto económico del concurso, que en el fondo no es más que un anticipo de las ventas».

Los Premios Planeta 2017 pasaron por València

Entrevista a Javier Sierra y Cristina López Barrio
Herme Cerezo
martes, 28 de noviembre de 2017, 21:49 h (CET)

Javier Sierra (Teruel, 1971) es un apasionado contador de historias. Su mirada se detiene siempre en los detalles ocultos, en los misterios que no hemos sido capaces de resolver, y los comparte tanto en su trabajo literario como en radio y televisión. Es autor de diez obras, seis de ellas novelas de gran éxito internacional. Sus títulos ‘La cena secreta’, ‘La dama azul’, ‘El ángel perdido’, ‘El maestro del Prado’ o ‘La pirámide inmortal’ se han publicado en más de cuarenta países. Es uno de los pocos escritores españoles que han conseguido colocar sus historias en lo más alto de la lista de libros más vendidos de los Estados Unidos. La clave de su éxito pasa por investigar a fondo los arcanos que aborda y aplicarles la dosis justa de sentido común, imaginación y "visión trascendente".

Cristina López Barrio (Madrid, 1970), ejerció como abogada durante trece años, especializándose en Propiedad Intelectual. Tras ganar en 2009 el Premio Villa Pozuelo de Alarcón de novela juvenil con la obra ‘El hombre que se mareaba con la rotación de la Tierra’, y la publicación de la novela ‘La casa de los amores imposibles’, abandonó la abogacía para dedicarse plenamente a la escritura. En 2010 obtuvo el premio a la escritora revelación que otorga el conocido blog literario Llegir en cas d’incendi por ‘La casa de los amores imposibles’, novela traducida a quince lenguas y publicada en veintidós países. Ha publicado también el libro de relatos ‘El reloj del mundo’, así como las novelas ‘El cielo en un infierno cabe’ y ‘Tierra de brumas’.

Pasaron por València los Premios Planeta 2017, o lo que es lo mismo, Javier Sierra, el ganador, con su novela ‘El fuego invisible’, y la finalista, Cristina López Barrio, con ‘Niebla en Tánger’. Y lo hicieron de un modo bastante fugaz, con poco tiempo para conversar con ellos y tomar unas cuantas fotografías en el Hotel Astoria. Todo ocurrió en la primera hora de la tarde del penúltimo miércoles del mes de noviembre.

EL GANADOR, JAVIER SIERRA
Javier Sierra ha sido el eterno ganador del Premio Planeta. En las últimas ediciones, los pronosticadores siempre incluían su nombre en la lista de favoritos. Sin duda este triunfo suyo, ahora sí real, supone una enorme satisfacción para él y una pérdida irreparable para la rumorología. «Pues sí, el Planeta se tendrá que buscar otro eterno candidato. Igual que los periodistas. Aunque puede no resultar creíble, a lo largo de diez años he construido una notable colección de recortes de prensa, en los que se me daba como ganador. No sé si algún día haré algo con ellos, pero cuando me presenté, lo primero que pensé es que esta vez quien se iba a reír era yo». El escritor turolense se encuentra particularmente satisfecho por el galardón conseguido. «Creo que es mi novela con mayor peso porque el oficio de escribir hace que, cuanto más viejo eres, mejores novelas deberías escribir, y yo ya llevo veinte años publicando historias».

2811jav‘El fuego invisible’ narra las peripecias de David Salas, un prometedor lingüista, que comienza la búsqueda de un alumno desaparecido de una escuela de literatura. Para su sorpresa, la clave parece esconderse en el mito del grial y su vinculación con España. «La literatura se inventó para responder las grandes preguntas del ser humano. Aquel que conseguía respuestas se convertía en el chamán, en el guía, en el gurú de la tribu, como dice Doris Lessing en la cita del principio del libro. Precisamente mi pretensión era recoger ese espíritu en la novela, concebida como un mecanismo para enfrentarse a todo aquello que la razón no es capaz de contestar. Ahora que parece demandarse un libro de consumo rápido y bajo instinto, yo me he ido a lo difícil, a la escritura de una obra trascendental». David Salas es un sujeto peculiar, alguien que desea encontrar la verdad. «El protagonista es un joven que vive con su madre, de la que se aleja para descubrir cosas. He tratado de evocar aquellas fuentes literarias que me han deslumbrado e invocar las fuerzas que movieron los relatos esenciales». Acostumbrados a que Javier Sierra realice lejanos periplos para documentar sus narraciones, en esta ocasión no se ha movido tanto. «’El fuego invisible’ habla de un viaje más cercano, doméstico, en el que he transitado por lugares accesibles a todo el mundo como el Museo Nacional de Arte de Cataluña, las Iglesias del Pirineo catalán o el Retiro madrileño. Tras escribir ‘El maestro del Prado’ me he dado cuenta de las cosas que están a la vuelta de la esquina resultan fascinantes porque también encierran misterios».

Muchos autores se han acercado al mito del Grial, y cabe preguntarse por qué nos seduce tanto. «Lo que nos atrae es que se trata de un elemento en el que se entrecruzan el mundo superior y el inferior, lo divino y lo humano, lo natural y lo sobrenatural. Desde el punto de vista simbólico, el Grial, además, presenta la comodidad de que es portátil y lo puedes llevar siempre contigo». Una de las eternas preguntas sobre el grial se centra en su origen. «En la novela se recoge la discusión que existe sobre este punto. Por un lado, hay quien identifica el grial como la copa de la última cena y, por otro, los que piensan que del grial no se habla antes del año 1180, cuando Chrétien de Troyes empleó por primera vez esta palabra. Esta fecha es muy interesante porque coincide con el regreso de los cruzados, cargados de reliquias de los Santos Lugares. En la Península Ibérica se tiene constancia del grial sesenta años antes, a través de la pintura de una mujer portadora de una copa de la que emanaba una luz muy intensa. En mi opinión, el grial nació como un elemento propagandístico utilizado por los reinos cristianos, que ocupaban la franja norte peninsular, para dar el golpe definitivo a la Reconquista, unir a los cristianos y expulsar a los musulmanes».

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A la hora de escribir, Javier Sierra casi siempre ha preferido el mundo de la ficción al del ensayo. «He escrito ensayos también como ‘La ruta prohibida’, ‘En busca de la Edad de Oro’, o ‘El maestro del Prado’, que es un híbrido, pero es cierto que me gustaría desarrollarlo más. Lo que ocurre es que, como en mis obras planteo grandes preguntas filosóficas que carecen de respuesta, me inclino por la novela que me permite aventurar soluciones. Pero estoy seguro de que en cualquier momento regresaré al ensayo». Resulta interesante saber si este afán divulgador del escritor turolense es compartido por todo el mundo o si, por el contrario, existe una fuerza oculta que se esfuerza en evitar la divulgación del conocimiento. «Sí, la hay y somos nosotros mismos. El ser humano, como especie, es muy contradictorio. Lo mismo se inclina hacia la luz que hacia las sombras, aunque generalmente se vuelve más sombrío cuanto más cerca se encuentra de los poderosos. Al poderoso no le interesa que el colectivo sea libre y tome decisiones, por ello crea estructuras, ideológicas o de otro tipo, que impiden crecer y desarrollarse. En la novela yo hablo de los frustradores, pero esos frustradores podemos ser nosotros mismos, ya que canalizamos por igual el bien y el mal.

LA FINALISTA, CRISTINA LÓPEZ BARRIO
Cristina López Barrio manifestó que «es todo un lujo compartir el premio con Javier. Durante la gira me lo paso fenomenal, porque me cuenta historias en primera persona. Formar parte de la lista de finalistas del Planeta significa todo un honor para mí, al mismo tiempo que un impulso en mi carrera. Es una magnífica oportunidad para que la gente se acerque a conocerme y ver cómo escribo».

La obra finalista, ‘Niebla en Tánger’, es una historia circular en la que realidad y ficción se entrelazan: la acción va cobrando sentido a partir de la novela que se desarrolla dentro de la propia novela. La protagonista es Flora, una traductora que ha renunciado a ser escritora y que vive de traducir instrucciones para electrodomésticos. «Creo que las dos novelas tienen puntos en común. En mi caso se trata de una novela dentro de otra novela, para lo que me inspiré en el cuento ‘Continuidad de los parques’ de Cortázar, pero trasladando su estructura a un relato mucho más largo. La estructura circular obedece a que de este modo he podido cerrar de modo satisfactorio todas las expectativas que he ido despertando en el lector a medida que la escribía». La obra está llena referencias metaliterarias. «Las dos historias que la integran se retroalimentan y me han servido para resolver un enigma policiaco, en el que la protagonista se siente detective y emprende un viaje para resolver el misterio. También hay otras referencias como Óscar Wilde o el Quijote y un homenaje a otros escritores y a la propia creación literaria en sí».

Tánger es un territorio mítico, el escenario donde se dan cita los personajes del libro. «Hay que perder el miedo al fracaso. Los personajes van a Tánger para reencontrarse con ellos mismos, porque su vida ha transcurrido muy rápidamente. Cada persona tiene su Tánger particular, sin olvidar que Tánger es una ciudad mítica que vive de la nostalgia, porque disfrutó de un estatuto internacional que ni siquiera llegó a tener Shanghái». El desencadenante de que la protagonista viaje a la ciudad norteafricana es una noche de amor con un desconocido. «No sé si el amor de una sola noche puede cambiar la vida de una persona, pero en la novela a la protagonista le sirva para encontrar el impulso necesario para huir de una situación que le atrapa. Esto es como un héroe cotidiano que encuentra un motivo para viajar, alguien que busca un Ítaca y que al final comprende, como dice el poema de Kavafis, que lo importante es el viaje, el camino, no el desenlace».

2811port2

Tanto para Cristina como para Javier, el Premio Planeta tiene una gran trascendencia. Para la escritora madrileña son importantes todos sus aspectos, tanto el económico como el reconocimiento de los miembros del jurado. «Me dicen que mi éxito ha sido meteórico, pero la gente ignora la cantidad de horas que he invertido en escribir y las novelas y cuentos que tengo guardados sin ver la luz. Son muchos años de lucha por consolidar mi vocación escritora. Aquí hay mucho de satisfacción personal, de no rendirme» Para Javier ganar el Planeta «tiene algo de mito y de símbolo, porque hace diez años comencé a publicar en esta editorial, lo que significó entrar por la puerta grande de la literatura, por donde habían pasado escritos tan importantes como Vázquez Montalbán, Vargas Llosa, Ana María Matute o Eslava Galán. Siento también una enorme responsabilidad por el hecho de tener que vender tantos libros para compensar el monto económico del concurso, que en el fondo no es más que un anticipo de las ventas».

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