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Etiquetas | Antes muerto que en silencio

España está muerta

Triste y dolorosa realidad
Tomás Salinas
miércoles, 25 de julio de 2012, 07:40 h (CET)
Hoy, entretenido como todos los días en una conversación sobre lo irracional, desproporcionado, injusto y criminal que es el Decreto Canalla del Gobierno, y más concretamente sobre las consecuencias inmediatas que está provocando, un amigo me dice que un Estado que necesita blindar sus instituciones y vallar sus parlamentos para protegerse de los sentimientos de la población a la que representa, es un Estado en descomposición. Tiene razón, pero yo iría más lejos.

Intentando ser lo más objetivo posible, cosa harto difícil dada mi visceralidad habitual, y analizando los últimos movimientos del aparato político y las reacciones que suscitan los mismos en los españoles, sé que estoy asistiendo a la muerte de España. No quiero parecer pesimista, pues no lo soy. Y ni mucho menos que se traduzcan mis palabras como un acto de rendición, todo lo contrario. En mí sólo van a encontrar los que pretenden destruir nuestro país, lucha hasta el agotamiento y la muerte. Desde la legalidad, la palabra, la razón, la calle y las barricadas. Desde donde sea y como sea. Con argumentos y sin ellos, piedras contra misiles. Me es igual.

Pero España está muerta. Enfermó y todos consentimos su mal. El anterior desgobierno del PSOE agudizó su dolencia, la maltrató hasta la saciedad y la entregó agonizando a un nuevo equipo médico que no sabe o no quiere saber, lo que es aún peor, cómo sanarla. En lugar de ello aplica la eutanasia económica y la ofrece en cuerpo y alma a los gusanos financieros. Y para defenderse del crimen que está perpetrando, alevoso, cobarde y traidor atentado a la soberanía y voluntad populares, se enfrenta a todo y contra todos.

Intenta vetar la libertad de expresión, amenaza a los que se oponen a sus decisiones, oprime al necesitado y blinda su felonía imponiendo por ley el silencio a sus verdaderos amos y señores, nosotros, los españoles. Ante el ruido de sables, de momento un insistente tintineo, ante el posicionamiento claro y contundente de las Fuerzas de Seguridad del Estado, Guardia Civil, Policía Nacional y demás cuerpos armados, el Gobierno crea una guardia pretoriana que salvaguarde la integridad del político depredador. La Dirección General para la Seguridad Nacional. Una Stasi mediterránea para cuerpear contra el pueblo mientras que la casta se atrinchera con el rico, el banquero y el especulador. Un golpe de estado institucional de libro, en definitiva. Y esa es la puntilla del país.

Las grandes fortunas, los defraudadores, los estafadores y los ladrones de la banca valen más ante los órganos del poder que el sustrato popular y la clase media. Aquellos a quienes se votó en mayoría prefieren enterrar España en una fosa común antes que buscar el remedio a su cáncer allá donde se encuentra. El mismo que tiene la obligación de curarla es el mismo que va a certificar su defunción.

Por eso sé que España está muerta, pobre marioneta de una Unión Europea miserable e interesada que, junto a los mercados, ya ha preparado la incineración. Ahora bien. Plantando cara, quizás Lázaro puede levantarse y, renqueante, caminar. Si cambiamos de hospital y de galenos, recuperamos la medicina robada, castigamos a los culpables, seguro que con unos masajes cardiacos, una colección de “ya cobrará usted mañana” y muchos, pero que muchos arrestos, salimos adelante. Pobres y solos, eligiendo bien los compañeros de viaje, pero sin rémoras ni fango en el cuerpo. Sería bonito...Pero, ¿sería posible?... ¿Tú que dices?

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