“No te quieres enterar, yé,yé, que te quiero de verdad, ye, ye yeyeeeeeeeeeeeeee”, esto es un trozo de letra de la canción “La chica yé,yé”, una melodía que alberga los recuerdos de muchos que hace unas pocas noches celebraron en la terraza del restaurante Bravo24 la llegada del verano, el tercer aniversario del restaurante y la puesta en marcha de la terraza que se abre a partir de un verano más frente al mar, ese mar que abraza a Barcelona y, muy especialmente, a los que van al restaurante Bravo24 o se hospedan en el lujoso hotel “W”.
Carles Abellán, el chef exitoso y marchoso, lleva ya tres años reuniendo a lo mejor de cada casa de esta ciudad de los prodigios, tal y como la denominó Eduardo Mendoza en su obra del mismo título.
Abellán es un hombre dinámico, emprendedor, siempre se suma a todos los eventos que hay en la ciudad y corre su riesgo cada verano al abrir su ventana al mar.
Este año consiguió que a su invitación acudieran mil personas y que se lo pasaran muy bien con la colaboración de su amigo Fede Sardá, los dos se aliaron para que la noche no sólo fuera una noche de encontrarse los amigos año tras año, no, dieron un paso más y nos regalaron una fiesta de los años 70, con música de aquellos momentos, música que pinchaba Fede y además algunas de sus canciones se escucharon en directo interpretadas por La Chica yé, yé.
En pocos veranos se ha convertido en la fiesta más deseada, Carlos elabora una lista de invitados infinita, caras conocidas de todos los ámbitos, de la cultura, del arte, de la política, periodistas, malabares, chicas maravillosas, personajes seductores, hombres atractivos, se come muy bien, Abellán coloca sus viandas como si estuviésemos en un mercado y se puede escoger de todo, se come y se bebe a discreción y nunca falta de nada. Eso, en una fiesta, es difícil de conseguir, él puede, le ayudan el equipo de GRS y todo su equipo de cocina y restauración, tiene un gran equipo, Abellán es un buen coordinador, un buen conversador y le gusta que la gente en su casa se lo pase muy bien.
Estoy convencida que la otra noche, espectacular, todo el mundo se olvidó de esa prima que cada día nos da un susto y tan poco nos gusta y que en estos momentos ya es como de la familia.
Llevaba Carlos una camisa de los años 70 de flores y collares, como si fuera un hippie recién llegado de Eivissa.
Lo cierto es que ahora ya no hay hippies, en esencia, a todos, en algún momento, nos gustaría solazarnos con el canuto, pedir libertad en todos los aspectos y navegar por las turquesas aguas marinas camino de Ítaca. Es un sueño, hoy eso no es posible como todo el mundo sabe, por eso son tan estupendas fiestas como las de Carles Abellán. El mar Mediterráneo besa sus albóndigas, su jamón Joselito, las gambas, las ostras, los gin tonics, el vino, el cava, todo lo que hubo esa noche para divertirse, reír y compartir.
Como siempre estuvo presente el espectacular pastel de Christian Escribá y Patricia Schmidt.
Y además todos los chefs que año tras año acompañan a su amigo pues, como ya he escrito tantas veces, Carles es amigo de todos los chefs del mundo y todos los que pueden asisten a esa noche que no voy a dejar de suscribir ni de gritar a los cuatro vientos que es mágica y única. Ya nos apuntamos a la del próximo año.