La cadena de droguerías Schlecker, fundada en 1975 y conocida en toda Alemania, se ha declarado insolvente y va a dejar en la calle a más de 10.000 trabajadoras. El Partido Socialdemócrata (SPD) demandó el rescate de la empresa para salvar los puestos de trabajo y lo mismo hizo la Unión Social Cristiana (CSU), la variante bávara de la CDU de Merkel. Sin embargo, la oposición del Partido Liberal (FDP) al rescate de Schlecker ha dado al traste con las buenas intenciones de socialdemócratas y socialcristianos.

Ha sido Baviera, Land gobernado por una coalición CSU-FDP, quien ha negado lo que estaban pidiendo otros Estados federados, como Baden-Württemberg o Baja Sajonia. “Esto es así. Los contribuyentes no pueden asumir la responsabilidad de las malas decisiones empresariales tomadas a lo largo de los años”, declaró el liberal Martin Zeil, consejero de Economía de Baviera.

Pese a que sus compañeros en el gobierno bávaro querían salvar la empresa, la negativa en redondo del FDP ha terminado con el debate. Y es que el “no” liberal al rescate de Schlecker contaba con el apoyo de la canciller Angela Merkel, que quiere evitar a toda costa un nuevo conflicto con sus colegas de coalición. Por el camino de la ortodoxia liberal

El rescate de la empresa hubiera necesitado de 71 millones de euros. Una minucia, según el SPD, en comparación con el chorro de dinero que se ha dedicado a los rescates bancarios. Así lo manifiesta la consejera de Trabajo, Igualdad y Asuntos Sociales de Mecklemburgo-Antepomerania, Manuela Schwesig: “Esa es la política del FDP: forramos a los bancos pero no damos dinero para los puestos de trabajo de las mujeres”. También piensa así el Movimiento de Trabajadores Católicos, una de las bases electorales de la CSU, que ha iniciado una protesta a través de internet contra la negativa al rescate.

Sin embargo, nada de esto afecta al FDP, que donde se siente más a gusto es en medio del clásico discurso liberal: pongamos todo en manos de los ciudadanos, de ellos depende su éxito y también su fracaso. Así, según esta lógica, nadie tiene por qué ayudar a una empresa que se metió en problemas por una mala gestión, aunque se lleve por delante 10.000 puestos de trabajo. Esta es en verdad la esencia del FDP, la que le ha dado los mejores frutos en términos electorales y la que le ha valido al partido la etiqueta de frío y sin escrúpulos.

Y la táctica parece que funciona de nuevo, ya que el Partido Liberal ha tomado la iniciativa en un debate nacional por primera vez en muchos meses. Todo esto después de una serie de vapuleos electorales sin discusión y a las puertas de quedarse fuera del Bundestag (Parlamento federal) en las elecciones federales del año próximo, según las encuestas. El FDP necesita aire, y quizá lo pueda encontrar por la vía de la ortodoxia liberal. Las elecciones de mayo en Renania del Norte-Westfalia serán una buena prueba de la validez de este discurso de cara a la ciudadanía.