Mitt Romney podría convertirse en el primer presidente mormón de Estados Unidos si vence en las primarias y más tarde a Obama. Pero su conexión con la iglesia de Salt Lake City le ha valido demasiadas críticas.
Él mismo trata de huir de esa relación porque en la memoria de los estadounidenses todavía hay recuerdos de cuando los mormones defendían la poligamia. Además, otras religiones consideran que realizan acciones ridículas, como bautizar a los muertos. El propio Romney ha reconocido haber llevado a cabo estos bautizos.
Educado en una familia devota, con un bisabuelo que practicaba la poligamia y llegó a tener 12 mujeres, Romney es hijo de padres monogámicos. En una entrevista, habló de su fe utilizando términos cristianos evangélicos para tratar de abarcar a todos los votantes, pero también afirmó que cree en la fe mormón y que espera vivir de acuerdo a ella.
El esfuerzo de Romney no siempre es reconocido
Algunas leyes aprobadas por él como gobernador de Massachusetts son parecidas a las de Obama, incluso en el plano de la sanidad. Pero su pasado mormón le persigue. Uno de los episodios más recientes tiene como protagonista a Elie Wiesel, superviviente en Auschwitz y Premio Nobel de la Paz en 1986. A Wiesel no le gustó ver el nombre de miembros de su familia en la lista mormón de bautizos a muertos.
Como otros líderes judíos, está en contra de este tipo sacramento pos-morten y ahora que Romney camina hacia la Casa Blanca, no ha tardado en pedirle que los prohíba.
Para los mormones, sus miembros son responsables de sus antepasados que no tuvieron la oportunidad de ser bautizados en la Tierra. Por ello les bautizan introduciendo parte del cuerpo en una pila bautismal.