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Estados Unidos afronta un gran consumo energético en el fín de los combustibles fósiles

¿Un futuro energético más prometedor?

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WASHINGTON -- Una semana después de que el Presidente Obama negase la licencia al oleoducto Keystone XL -- que transportaría el crudo de los yacimientos de petróleo canadiense de bituminosa de Alberta hasta las refinerías estadounidenses ubicadas a lo largo del Golfo de México -- es hora de contrastar los hechos. ¿Qué reservará el futuro? Puede ser mejor de lo que cree. Ese es uno de los mensajes del informe "Perspectiva Energética Anual" elaborado por la Agencia de Información Energética de los Estados Unidos, en el que se calcula la oferta y la demanda de combustibles de aquí a 2035.
 
Hasta Obama pecó de optimista en su discurso del Estado de la Unión. El informe de la Agencia insinúa tres conclusiones importantes.
 
En primer lugar, a pesar de los importantes avances en el ahorro energético y el incremento del uso de las "energías renovables" (eólica, solar, biocombustibles), los combustibles fósiles van a seguir siendo muchos años el recurso energético convencional de América. En el año 2010, los combustibles fósiles supusieron el 83% del consumo energético estadounidense, con el crudo en el 37%, el gas natural en el 25% y el carbón en el 21%. Aunque el consumo energético total solamente crece un 10% entre 2010 y 2035, el porcentaje de los combustibles fósiles se mantiene elevado en el 77% en 2035. El crudo representará el 32%, el gas natural el 25% y el carbón un 20%.
 
En segundo lugar, harán falta esfuerzos hercúleos para limitar de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero. Las mejoras del ahorro y el uso generalizado de las energías renovables son contrarrestados por el incremento de la demanda energética de una población mayor (390 millones en 2035, con respecto a los 310 millones de 2010) y más hogares, más edificios de oficinas, más centros comerciales y más vehículos. En el año 2035, las emisiones de dióxido de carbono -- el principal gas de efecto invernadero -- se calculan un 3% superiores a las de 2010. Esto contrasta con el descenso del 50% al 80% que algunos científicos dicen hará falta a mediados de siglo para estabilizar las temperaturas globales.
 
Por último, la extracción de crudo y gas natural estadounidenses son sectores de la economía que están experimentando un crecimiento por encima de la media. Durante años, parecieron sufrir un declive irreversible. Las importaciones petroleras crecían, y la mayor demanda de gas natural se satisfacía a través del gas natural licuado extranjero (LNG). Ahora, los avances en la técnica minera de la "fractura hidráulica" (utilizar agua a presión para "fracturar" el acceso a los yacimientos de gas y petróleo de difícil extracción) han abierto a la explotación nuevos yacimientos. Entre 2007 y 2010, la producción petrolera norteamericana creció de 5,1 millones de barriles diarios (mdb) a 5,5 millones de barriles diarios. Hacia el año 2020, la extracción alcanzará la cota de los 6,7 millones de barriles diarios, según calcula la Agencia. Las importaciones de petróleo están descendiendo paulatinamente, y la mayor producción de gas natural convertirá a Estados Unidos en potencia exportadora hacia el año 2016, según la Agencia.
 
Visto de esta forma, nuestro futuro energético parece tranquilizador. Nos hemos vuelto enormemente ahorrativos. En el año 2010, para obtener un dólar de producción industrial (en producto interior bruto) era necesaria la mitad de la energía que hacía falta en 1980. Esto es reflejo de vehículos de menor consumo -- la respuesta a los precios más elevados de la gasolina y a las normas de ahorro de combustible del estado -- y del paso de una economía industrial de elevado consumo energético a una economía de servicios. Un parque empresarial de 5.000 trabajadores consume menos luz que unos altos hornos con 5.000 peones del metal. La Agencia de Información espera que estas tendencias se prolonguen; el consumo energético por dólar de PIB se calcula que descenderá entre 2010 y 2035 un 42%.
 
Mientras tanto, la producción energética nacional está creciendo y -- pasmosamente -- la dependencia de la energía importada se está desplomando con rapidez. En el año 2010, las importaciones de crudo representaron el 49% del consumo estadounidense, por debajo del 60% del año 2005. Hacia el año 2035, las importaciones podrían bajar el 36%, según calcula la Agencia. Todo esto parecen buenas noticias.
 
Pero no se ve la energía de esta forma. Predicamos a los cuatro vientos objetivos más ambiciosos: ser energéticamente "independientes" o detener en seco el calentamiento global. Y estos objetivos -- como también demuestra el informe de la Agencia -- son inalcanzables a corto plazo, de serlo alguna vez. En ausencia de nuevos yacimientos enormes, no vamos a extraer crudo suficiente para satisfacer nuestras necesidades. De hecho, las premisas de la Agencia a tenor de los biocombustibles, que hacia el año 2035 se habrán triplicado más o menos, también podrían ser demasiado optimistas. Si es así, las importaciones de crudo superarán los cálculos de la Agencia. (Para el año 2035, la Agencia de Información Energética espera que los biocombustibles representen el 12% del consumo de combustibles líquidos, con respecto al 4% del año 2010).
 
Mismo caso del calentamiento global. Es difícil concebir la forma en que, trabajando con supuestos plausibles, se puedan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma sustancial en el futuro próximo. Las presiones de la demografía y el crecimiento económico desbordan el ahorro energético o los cambios en favor de las energías "verdes". Por ejemplo, las energías renovables (eólica, solar, biomasa, geotérmica) se calcula que duplicarán su consumo hacia el año 2035. Aun así, incluyendo la hidroeléctrica, apenas representan el 16% de la luz generada en 2035. Dominan el carbón y el gas natural.
 
Hemos de ver las cosas como son, no como nos gustaría que fueran. Caso del oleoducto Keystone XL. Podemos depender indefinidamente de las importaciones de crudo, pero no todas las importaciones de crudo son iguales. El petróleo canadiense, transportado al sur mediante oleoducto, es casi igual de seguro que el crudo norteamericano. Los yacimientos de bituminosa canadiense están produciendo hoy en torno a 1,9 millones de barriles diarios; hacia el año 2035, la Agencia espera que se alcancen los 5 millones de barriles diarios. El rechazo al oleoducto Keystone no servirá para limitar las emisiones. Simplemente empuja a Canadá a explorar formas de vender a China y al resto de clientes asiáticos.
 
La perspectiva energética no es mala del todo. Con sentido común, podría ser todavía mejor.

¿Un futuro energético más prometedor?

Estados Unidos afronta un gran consumo energético en el fín de los combustibles fósiles
Robert J. Samuelson
jueves, 26 de enero de 2012, 08:15 h (CET)
WASHINGTON -- Una semana después de que el Presidente Obama negase la licencia al oleoducto Keystone XL -- que transportaría el crudo de los yacimientos de petróleo canadiense de bituminosa de Alberta hasta las refinerías estadounidenses ubicadas a lo largo del Golfo de México -- es hora de contrastar los hechos. ¿Qué reservará el futuro? Puede ser mejor de lo que cree. Ese es uno de los mensajes del informe "Perspectiva Energética Anual" elaborado por la Agencia de Información Energética de los Estados Unidos, en el que se calcula la oferta y la demanda de combustibles de aquí a 2035.
 
Hasta Obama pecó de optimista en su discurso del Estado de la Unión. El informe de la Agencia insinúa tres conclusiones importantes.
 
En primer lugar, a pesar de los importantes avances en el ahorro energético y el incremento del uso de las "energías renovables" (eólica, solar, biocombustibles), los combustibles fósiles van a seguir siendo muchos años el recurso energético convencional de América. En el año 2010, los combustibles fósiles supusieron el 83% del consumo energético estadounidense, con el crudo en el 37%, el gas natural en el 25% y el carbón en el 21%. Aunque el consumo energético total solamente crece un 10% entre 2010 y 2035, el porcentaje de los combustibles fósiles se mantiene elevado en el 77% en 2035. El crudo representará el 32%, el gas natural el 25% y el carbón un 20%.
 
En segundo lugar, harán falta esfuerzos hercúleos para limitar de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero. Las mejoras del ahorro y el uso generalizado de las energías renovables son contrarrestados por el incremento de la demanda energética de una población mayor (390 millones en 2035, con respecto a los 310 millones de 2010) y más hogares, más edificios de oficinas, más centros comerciales y más vehículos. En el año 2035, las emisiones de dióxido de carbono -- el principal gas de efecto invernadero -- se calculan un 3% superiores a las de 2010. Esto contrasta con el descenso del 50% al 80% que algunos científicos dicen hará falta a mediados de siglo para estabilizar las temperaturas globales.
 
Por último, la extracción de crudo y gas natural estadounidenses son sectores de la economía que están experimentando un crecimiento por encima de la media. Durante años, parecieron sufrir un declive irreversible. Las importaciones petroleras crecían, y la mayor demanda de gas natural se satisfacía a través del gas natural licuado extranjero (LNG). Ahora, los avances en la técnica minera de la "fractura hidráulica" (utilizar agua a presión para "fracturar" el acceso a los yacimientos de gas y petróleo de difícil extracción) han abierto a la explotación nuevos yacimientos. Entre 2007 y 2010, la producción petrolera norteamericana creció de 5,1 millones de barriles diarios (mdb) a 5,5 millones de barriles diarios. Hacia el año 2020, la extracción alcanzará la cota de los 6,7 millones de barriles diarios, según calcula la Agencia. Las importaciones de petróleo están descendiendo paulatinamente, y la mayor producción de gas natural convertirá a Estados Unidos en potencia exportadora hacia el año 2016, según la Agencia.
 
Visto de esta forma, nuestro futuro energético parece tranquilizador. Nos hemos vuelto enormemente ahorrativos. En el año 2010, para obtener un dólar de producción industrial (en producto interior bruto) era necesaria la mitad de la energía que hacía falta en 1980. Esto es reflejo de vehículos de menor consumo -- la respuesta a los precios más elevados de la gasolina y a las normas de ahorro de combustible del estado -- y del paso de una economía industrial de elevado consumo energético a una economía de servicios. Un parque empresarial de 5.000 trabajadores consume menos luz que unos altos hornos con 5.000 peones del metal. La Agencia de Información espera que estas tendencias se prolonguen; el consumo energético por dólar de PIB se calcula que descenderá entre 2010 y 2035 un 42%.
 
Mientras tanto, la producción energética nacional está creciendo y -- pasmosamente -- la dependencia de la energía importada se está desplomando con rapidez. En el año 2010, las importaciones de crudo representaron el 49% del consumo estadounidense, por debajo del 60% del año 2005. Hacia el año 2035, las importaciones podrían bajar el 36%, según calcula la Agencia. Todo esto parecen buenas noticias.
 
Pero no se ve la energía de esta forma. Predicamos a los cuatro vientos objetivos más ambiciosos: ser energéticamente "independientes" o detener en seco el calentamiento global. Y estos objetivos -- como también demuestra el informe de la Agencia -- son inalcanzables a corto plazo, de serlo alguna vez. En ausencia de nuevos yacimientos enormes, no vamos a extraer crudo suficiente para satisfacer nuestras necesidades. De hecho, las premisas de la Agencia a tenor de los biocombustibles, que hacia el año 2035 se habrán triplicado más o menos, también podrían ser demasiado optimistas. Si es así, las importaciones de crudo superarán los cálculos de la Agencia. (Para el año 2035, la Agencia de Información Energética espera que los biocombustibles representen el 12% del consumo de combustibles líquidos, con respecto al 4% del año 2010).
 
Mismo caso del calentamiento global. Es difícil concebir la forma en que, trabajando con supuestos plausibles, se puedan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma sustancial en el futuro próximo. Las presiones de la demografía y el crecimiento económico desbordan el ahorro energético o los cambios en favor de las energías "verdes". Por ejemplo, las energías renovables (eólica, solar, biomasa, geotérmica) se calcula que duplicarán su consumo hacia el año 2035. Aun así, incluyendo la hidroeléctrica, apenas representan el 16% de la luz generada en 2035. Dominan el carbón y el gas natural.
 
Hemos de ver las cosas como son, no como nos gustaría que fueran. Caso del oleoducto Keystone XL. Podemos depender indefinidamente de las importaciones de crudo, pero no todas las importaciones de crudo son iguales. El petróleo canadiense, transportado al sur mediante oleoducto, es casi igual de seguro que el crudo norteamericano. Los yacimientos de bituminosa canadiense están produciendo hoy en torno a 1,9 millones de barriles diarios; hacia el año 2035, la Agencia espera que se alcancen los 5 millones de barriles diarios. El rechazo al oleoducto Keystone no servirá para limitar las emisiones. Simplemente empuja a Canadá a explorar formas de vender a China y al resto de clientes asiáticos.
 
La perspectiva energética no es mala del todo. Con sentido común, podría ser todavía mejor.

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