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Montoro anuncia castigos penales para los políticos que incumplan la regla del déficit

Cárcel por sobrepasar el límite de frío

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Fíjense en la gélida composición de la fotografía. Una clase de jóvenes derrocha mantas y moco ante un señor, posiblemente un profesor o un comisario político del frío (o menos probable: un técnico calefactor), que se perfila fríamente hacia una esquina con gesto pétreo e indefinido, lo mismo puede haber descubierto  a un alumno copión que tirita fuera de cuadro o estar sopesando si la mesa del fondo ardería bien en un bidón.

Frente a él, sus alumnos. Generación acostumbrada a vivir por encima de sus posibilidades que es hermana e hija de otras acostumbradas a vivir por encima de sus posibilidades.

Todos son un conjunto muestral de la España manirrota, de esa mileurista que echaba horas para pagar con orgasmo lascivo una casa y un coche y se abonaba golfamente a Internet y se compraba un televisor de plasma en vez de uno de tubos catódicos en cualquier chatarrero de guardia. Bacanal de pecado y derroche que había que redimir, dicen.

Y ésta es la fotografía del azote purgatorio. Empezando por detrás, se ve una chica con una manta que se adivina hortera. Quizás desgastadas por el uso otras más aparentes,  quiera optar (derrochadora ella) a una beca que le permita el año que viene meter la ‘batamanta’ como gasto de material escolar, ese I+D poskeynesiano. Una fila por delante se ven abrigos y prendas discretas, más de clase media todo; de tercer tramo impositivo de IRPF, para entendernos. Por delante hay incluso algún gorro, algo burgués que hay que lucir. Toda la ropa puesta y los percheros vacíos. Percheros. Objetos ya en desuso y prehistóricos como una cabina de teléfono. Vestigios fósiles de la España manirrota.

Pero ahora, por fin, ha llegado el estado del derecho a la austeridad. Como Dios manda.  Ya no sólo la Constitución exige que el déficit sea cero (una opción ideológica y económica,) sino que, como anunció el miércoles el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, habrá “responsabilidades penales” para los gestores públicos que gasten más de lo que ingresan. No quieren ningún disidente en la tarea de cerrar colegios, quirófanos y radiadores. ¡Viva la Constitución!

Así que acostúmbrense, porque están todos detenidos y deberán permanecer en silencio. Algo que no entendió el joven que fotografió a sus congelados compañeros del IES Vila-Roja de Almassora (Valencia, Grecia), que le ha caído una condena de expulsión por sobrepasar el límite de frío y publicarlo en Facebook.  Consagrémonos al déficit cero. De eso va la fotografía, que quizá arda fácil en la vieja estufa de la abuela.

Cárcel por sobrepasar el límite de frío

Montoro anuncia castigos penales para los políticos que incumplan la regla del déficit
Jesús Moreno Abad
viernes, 20 de enero de 2012, 07:52 h (CET)

Sin Título


Fíjense en la gélida composición de la fotografía. Una clase de jóvenes derrocha mantas y moco ante un señor, posiblemente un profesor o un comisario político del frío (o menos probable: un técnico calefactor), que se perfila fríamente hacia una esquina con gesto pétreo e indefinido, lo mismo puede haber descubierto  a un alumno copión que tirita fuera de cuadro o estar sopesando si la mesa del fondo ardería bien en un bidón.

Frente a él, sus alumnos. Generación acostumbrada a vivir por encima de sus posibilidades que es hermana e hija de otras acostumbradas a vivir por encima de sus posibilidades.

Todos son un conjunto muestral de la España manirrota, de esa mileurista que echaba horas para pagar con orgasmo lascivo una casa y un coche y se abonaba golfamente a Internet y se compraba un televisor de plasma en vez de uno de tubos catódicos en cualquier chatarrero de guardia. Bacanal de pecado y derroche que había que redimir, dicen.

Y ésta es la fotografía del azote purgatorio. Empezando por detrás, se ve una chica con una manta que se adivina hortera. Quizás desgastadas por el uso otras más aparentes,  quiera optar (derrochadora ella) a una beca que le permita el año que viene meter la ‘batamanta’ como gasto de material escolar, ese I+D poskeynesiano. Una fila por delante se ven abrigos y prendas discretas, más de clase media todo; de tercer tramo impositivo de IRPF, para entendernos. Por delante hay incluso algún gorro, algo burgués que hay que lucir. Toda la ropa puesta y los percheros vacíos. Percheros. Objetos ya en desuso y prehistóricos como una cabina de teléfono. Vestigios fósiles de la España manirrota.

Pero ahora, por fin, ha llegado el estado del derecho a la austeridad. Como Dios manda.  Ya no sólo la Constitución exige que el déficit sea cero (una opción ideológica y económica,) sino que, como anunció el miércoles el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, habrá “responsabilidades penales” para los gestores públicos que gasten más de lo que ingresan. No quieren ningún disidente en la tarea de cerrar colegios, quirófanos y radiadores. ¡Viva la Constitución!

Así que acostúmbrense, porque están todos detenidos y deberán permanecer en silencio. Algo que no entendió el joven que fotografió a sus congelados compañeros del IES Vila-Roja de Almassora (Valencia, Grecia), que le ha caído una condena de expulsión por sobrepasar el límite de frío y publicarlo en Facebook.  Consagrémonos al déficit cero. De eso va la fotografía, que quizá arda fácil en la vieja estufa de la abuela.

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