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Mientras la izquierda no halle su megáfono social, continuará afónica y luchando en silencio para recuperar su voz

La izquierda sin voz

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El ERE iniciado recientemente por el Diario Público y el cierre de CNN+, allá por marzo del presente año, marcan la debilidad mediática de la izquierda en contraste con el poder fáctico de la derecha.

La “afonía roja”, o dicho de un más claro, la pérdida de voz de la izquierda en el discurso cotidiano de su pueblo, invita a la crítica a reflexionar sobre las causas y gravedad de este fenómeno, que pone en tela de juicio los cimientos de pluralidad y objetividad del discurso democrático del presente.

La globalización informativa y la sumisión editorialista de algunos medios al discurso encorsetado de sus fuentes, ha convertido la función periodística de este país, en un instrumento utilitarista al servicio de los partidos para crear corrientes de opinión pública en sintonía con los intereses de sus pagadores. Desde la desventaja mediática del discurso progresista; es de vital importancia innovar y desarrollar formas de comunicación alternativa, para introducir una corriente crítica que ejerza de réplica al “oligopolio informativo” del neoliberalismo occidental.

La búsqueda de la identidad perdida de la izquierda, que venimos analizando en los recientes artículos del blog, debe distinguirse por una defensa a ultranza de la eficacia jurídica del maltratado, artículo 20 de nuestra Suprema.

Entre las causas del deterioro constitucional del derecho a la información y expresión, por parte del “Know how” de la derecha, cabe destacar, entre otras, las siguientes:

- Ruedas de prensa sin preguntas con el consiguiente debilitamiento de la crítica y la libertad de preguntar, como factores determinantes en la búsqueda de la veracidad y choque dialéctico de todo régimen democrático.

- Insultos al movimiento 15-m desde el poder político de Madrid. Se les ha llamado perro flautas, totalitarios, y algunos descalificativos de índole similar. Insultos en el sentido primitivo del término y sancionables atentados, en toda regla, contra la dignidad personal y colectiva.

- Falta de pluralidad en la emisión de programas de debates en cadenas afines a los pensamientos de Rajoy y los suyos, tales como, “el gato al agua” y ”Madrid Opina“; ejemplos claros y contundentes del utilitarismo mediático que denunciamos atrás.

- Manipulación informativa. El recorte “cabezas” por el periódico “la Razón” sobre los indignados del 15-M, con el consiguiente incumplimiento de la “veracidad” constitucional, así como, las manipulaciones famosas de Urdaci, sobre el seguimiento de la huelga general del 20 de Junio del 2002, con el objeto de ocultar la ”verdad” y crear visiones sesgadas de la realidad.

- El fénomeno conspirador. A la derecha siempre le ha encantado anunciar fantasmas donde no los hay. Para ello, utiliza el argumento de conspiración. Conspiración de la izquierda en los atentados del 11-M, conspiración de la izquierda en la huelga de profesores ante los recortes de la derecha, conspiración de la izquierda en el movimiento 15-M, y algunas más de índole similar.

El abuso del poder fáctico de la derecha debe ser cortocircuitado desde la izquierda con el objeto de crear un discurso veraz y crítico en los escenarios parlantes de la clase media. Para conseguir su cometido, la misión mediática de la balanza progresista debe enfocar su estrategia en hacer reversibles los sesgos relacionales de la derecha con los medios. Para ello, ”la fragmentación roja” debe distinguir su función mediática por la recuperación de la veracidad, la pluralidad y la dignidad expresiva como elementos necesarios para cultivar corrientes de opinión pública desprovistas de vicios originados por el reduccionismo político del “cuarto poder”.

Mientras la izquierda no halle su megáfono social, continuará afónica y luchando en silencio para recuperar su voz.

La izquierda sin voz

Mientras la izquierda no halle su megáfono social, continuará afónica y luchando en silencio para recuperar su voz
Abel Ros
viernes, 23 de septiembre de 2011, 06:38 h (CET)
El ERE iniciado recientemente por el Diario Público y el cierre de CNN+, allá por marzo del presente año, marcan la debilidad mediática de la izquierda en contraste con el poder fáctico de la derecha.

La “afonía roja”, o dicho de un más claro, la pérdida de voz de la izquierda en el discurso cotidiano de su pueblo, invita a la crítica a reflexionar sobre las causas y gravedad de este fenómeno, que pone en tela de juicio los cimientos de pluralidad y objetividad del discurso democrático del presente.

La globalización informativa y la sumisión editorialista de algunos medios al discurso encorsetado de sus fuentes, ha convertido la función periodística de este país, en un instrumento utilitarista al servicio de los partidos para crear corrientes de opinión pública en sintonía con los intereses de sus pagadores. Desde la desventaja mediática del discurso progresista; es de vital importancia innovar y desarrollar formas de comunicación alternativa, para introducir una corriente crítica que ejerza de réplica al “oligopolio informativo” del neoliberalismo occidental.

La búsqueda de la identidad perdida de la izquierda, que venimos analizando en los recientes artículos del blog, debe distinguirse por una defensa a ultranza de la eficacia jurídica del maltratado, artículo 20 de nuestra Suprema.

Entre las causas del deterioro constitucional del derecho a la información y expresión, por parte del “Know how” de la derecha, cabe destacar, entre otras, las siguientes:

- Ruedas de prensa sin preguntas con el consiguiente debilitamiento de la crítica y la libertad de preguntar, como factores determinantes en la búsqueda de la veracidad y choque dialéctico de todo régimen democrático.

- Insultos al movimiento 15-m desde el poder político de Madrid. Se les ha llamado perro flautas, totalitarios, y algunos descalificativos de índole similar. Insultos en el sentido primitivo del término y sancionables atentados, en toda regla, contra la dignidad personal y colectiva.

- Falta de pluralidad en la emisión de programas de debates en cadenas afines a los pensamientos de Rajoy y los suyos, tales como, “el gato al agua” y ”Madrid Opina“; ejemplos claros y contundentes del utilitarismo mediático que denunciamos atrás.

- Manipulación informativa. El recorte “cabezas” por el periódico “la Razón” sobre los indignados del 15-M, con el consiguiente incumplimiento de la “veracidad” constitucional, así como, las manipulaciones famosas de Urdaci, sobre el seguimiento de la huelga general del 20 de Junio del 2002, con el objeto de ocultar la ”verdad” y crear visiones sesgadas de la realidad.

- El fénomeno conspirador. A la derecha siempre le ha encantado anunciar fantasmas donde no los hay. Para ello, utiliza el argumento de conspiración. Conspiración de la izquierda en los atentados del 11-M, conspiración de la izquierda en la huelga de profesores ante los recortes de la derecha, conspiración de la izquierda en el movimiento 15-M, y algunas más de índole similar.

El abuso del poder fáctico de la derecha debe ser cortocircuitado desde la izquierda con el objeto de crear un discurso veraz y crítico en los escenarios parlantes de la clase media. Para conseguir su cometido, la misión mediática de la balanza progresista debe enfocar su estrategia en hacer reversibles los sesgos relacionales de la derecha con los medios. Para ello, ”la fragmentación roja” debe distinguir su función mediática por la recuperación de la veracidad, la pluralidad y la dignidad expresiva como elementos necesarios para cultivar corrientes de opinión pública desprovistas de vicios originados por el reduccionismo político del “cuarto poder”.

Mientras la izquierda no halle su megáfono social, continuará afónica y luchando en silencio para recuperar su voz.

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