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Los pobladores acostumbraban dormir muy temprano. Las luces del pueblo se encendían a las seis de la tarde y eran apagadas a las nueve de la noche, puede afirmarse que era ironía del tiempo. El vecindario del barrio hablaba del burdel y en especial de la mente enfermiza de una mujer, su pasión la llevó a la cárcel, su encanto de mujer le garantizaba los halagos de sus admiradores, pero el día del hecho criminal, en un abrir y cerrar de ojos se esfumó su encanto y la venta de su cuerpo.
Muchas gracias, Señor, por enseñarme, a postrarme ante a Ti con devoción, y por abrir Tu noble Corazón donde poder, dichoso, refugiarme.
Ver sin microscopio en lo infinito, quitar capa a capa hasta que el núcleo que evidencia el arribo de la energía sobre la materia aflora. Bucear, andar, escalar por las elevaciones que se pierden en las imaginarias nubes, desde ahí, confirmar que necesitamos de referentes físicos para transmitir que estamos en lo inefable.
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