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Antonio Pérez Omister

Falando con bobos

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Este sacamantecas nos ha arrebatado de un graznido lo último que nos quedaba: la Esperanza. Y no me estoy refiriendo a la señora Aguirre (la Cólera de Dios) sino a la “esperanza” como ese estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Y muchos lo deseamos con todas nuestras ya escasas fuerzas. Quizás algunos, los más fuertes, podrán soportarlo: más de lo mismo otros cuatro años. Pero… ¡España no podrá soportarlo!

Zapatero ha demostrado que ha agotado su proyecto, suponiendo que hubiese tenido alguno. Presumiendo osadamente que sepa qué es un “proyeto” como diría el académico José “Magoo” Blanco. El número de desempleados, contando a los que realizan los “patrióticos” cursillos de formación (del espíritu a resignarse a ser un parado crónico), ronda los cinco millones. Hay 6 millones de inmigrantes, muchos de ellos indocumentados, cuatreros extracomunitarios que campan a sus anchas viviendo de la delincuencia y el robo de ganado. Y no es una metáfora literaria o una alegoría cinematográfica. El proyecto de la “alianza de civilizaciones” se ha convertido en una auténtica bomba de relojería a punto de estallar en muchas ciudades españolas. En Cataluña, sus correligionarios del PSC y los demás “talibanes” nacionalistas amenazan, un día sí y otro también, con la secesión. Nuestra política exterior se parece cada día más a un monólogo de Marcel Marceau: el silencio ilustrando nuestro discurso en un escenario vacío. Al menos podrían haberle elegido a él para que explicase las bondades de dar el “sí quiero” en ese matrimonio de conveniencia con la Unión Europea. Pero eligieron a Los del Río como padrinos de boda, y todos aceptamos a esa novia infiel llamada Europa por esposa hasta que el déficit público nos separe. Una esposa desleal que, además de ponernos los cuernos con el vecino alauita, y con el okupa llanito, nos amenaza constantemente con el divorcio y con llevárselo todo. Nos quedaremos con lo puesto, como Escarlata O’Hara en “Lo que el viento se llevó” y jurando en la cima de la colina que “jamás volveremos a pasar hambre” mientras apretamos los puños y nos preguntamos qué pondrán de cenar en el comedor de Cáritas.

Hemos de prometernos a nosotros mismos que “jamás volveremos a pasar hambre.” Preguntémosles a nuestros padres y abuelos lo bien que lo pasaron haciendo el tour de los emigrantes por Europa. Ya sé que algunos españoles trabajan ahora en el Cirque du Soleil como saltimbanquis, pero nos es lo mismo. Preguntémosles qué derechos les dispensaron a ellos y hagamos un ejercicio de introspección para decidir qué queremos ser de mayores. ¿Nos conformamos con ser los saltimbanquis a tiempo parcial de este circo europeo, o queremos ser algo más?

No pintamos nada en Europa. Nada. La única cumbre, o minicumbre, que logró convocar Zapatero durante su bochornosa presidencia de la UE, fue con Marruecos. Para colmo, un país que ni siquiera es europeo, por mucho que Moratinos lo proclame como tal a los cuatro vientos. No vino nadie, salvo el luso Durão Barroso para acompañar al iluso Zapatero Zapapico.

España no está entre los Cuatro Fantásticos Marvel de la UE: Francia, Italia, Alemania y Reino Unido. Aznar lo intentó en su día. Le boicotearon desde dentro y desde fuera. Y los brutales atentados del 11-M pusieron un trágico final a una etapa de la reciente historia de España que se cerró en falso, y cuyas consecuencias todavía estamos padeciendo. Desgraciadamente, del “queremos saber” hemos pasado al “no queremos saber nada.” Pero de Belén Esteban lo queremos saber todo. ¡Así nos luce el pelo!

No se puede, no se debe, ser tan soberbio cuando sólo se han sembrado fracasos. Alonso debería atemperar su discurso. No tiene nada de lo que pueda presumir. Nada en su expresión más absoluta. Él mismo es nada. Una nada insondable y tenebrosa. Debería mostrar un poco de humildad, y no amenazar con que este inepto que le puso a él donde está, pueda volver a presentarse por bemoles como candidato vitalicio a la presidencia del Gobierno. Entendemos que Alonso quiera demostrarle su agradecimiento por haberle enchufado, pero el resto de los españoles no le debemos nada a su valedor. La palabra “nada” parece unida al propio Alonso por designio de los dioses que amparan a los mediocres.

Pero lo peor de todo es que, ciertamente, este facilitador de bicocas puede ganar de nuevo. Una buena parte del electorado español no escarmienta. No les bastan todos los fracasos cosechados transgénicamente, todos los errores flagrantes cometidos por este aprendiz de sátiro. Este mago de la contradicción capaz de decir una cosa y la contraria. De imponer una candidata a “dedazo” y jactarse de ello dando lecciones de democracia a propios y extraños.

Aquí no se trata de ser o no ser socialista, de estar con el PP de los Borja Mari y las Pilucas, o con el PSOE de las ministrillas de Igual-da y los Mr. Magoo disléxicos, ya sean blancos o de otros colores. De lo que se trata es de buscar urgentemente un recambio donde sea. A Zapatero ya no le quedan más ases en la manga. Es, como aquellos tahúres de los viejos western, un tramposo al que ya conocen en todas las timbas de póker. Él y su chica tendrán que abandonar el pueblo como en el desenlace de un western crepuscular. Ella, al menos… podrá seguir llamándose Trinidad.

Él lo tiene más difícil. Washington Obama, el único sheriff negro al oeste del río Pecos, no le quiere. Sarkozy de Bergerac se siente traicionado. Berlusconi Corleone le planta en medio de una rueda de prensa sin darle tiempo a rechazar su oferta. Ángela Merkel, la dueña de la cervecería más grande del pueblo, no le recibe y no le permite jugar en su local. ¿Adónde irá este héroe de espagueti-western de serie B?

Después del duelo en OK Corral del 29-S muchos se preguntan ¿dónde están sus políticas sociales? Los indios dicen de él que habla con lengua de serpiente y que su “agua de fuego” está adulterada. Los colonos también desconfían: primero les da el cheque-bebé con una mano, y luego se lo arrebata con la otra. Juega al póker de las políticas sociales con los desempleados y les quita sus subsidios faroleando con unas dobles parejas. Sus cartas siempre están marcadas.

Su único amigo es un abotargado jefe apache musulmán que también habla con lengua de víbora. Él y Moro Sentado planean asaltar Fort Laramie (Ceuta) y Fort Wisconsin (Melilla) con la ayuda de un viejo tratante de pieles llamado Moro Tinos. Entre tahúres, moros y desatinos anda el juego. Sin olvidar a lusos e ilusos.
Entretanto, en Spain City todos están inquietos. Bandas de forajidos se han enseñoreado del pueblo y Kevin Rajoy Costner sigue sin aparecer para salvarles. ¿Estará falando con bobos? Y si es así… ¿de qué falan estos bobos?

Falando con bobos

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
viernes, 15 de octubre de 2010, 12:01 h (CET)
Este sacamantecas nos ha arrebatado de un graznido lo último que nos quedaba: la Esperanza. Y no me estoy refiriendo a la señora Aguirre (la Cólera de Dios) sino a la “esperanza” como ese estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Y muchos lo deseamos con todas nuestras ya escasas fuerzas. Quizás algunos, los más fuertes, podrán soportarlo: más de lo mismo otros cuatro años. Pero… ¡España no podrá soportarlo!

Zapatero ha demostrado que ha agotado su proyecto, suponiendo que hubiese tenido alguno. Presumiendo osadamente que sepa qué es un “proyeto” como diría el académico José “Magoo” Blanco. El número de desempleados, contando a los que realizan los “patrióticos” cursillos de formación (del espíritu a resignarse a ser un parado crónico), ronda los cinco millones. Hay 6 millones de inmigrantes, muchos de ellos indocumentados, cuatreros extracomunitarios que campan a sus anchas viviendo de la delincuencia y el robo de ganado. Y no es una metáfora literaria o una alegoría cinematográfica. El proyecto de la “alianza de civilizaciones” se ha convertido en una auténtica bomba de relojería a punto de estallar en muchas ciudades españolas. En Cataluña, sus correligionarios del PSC y los demás “talibanes” nacionalistas amenazan, un día sí y otro también, con la secesión. Nuestra política exterior se parece cada día más a un monólogo de Marcel Marceau: el silencio ilustrando nuestro discurso en un escenario vacío. Al menos podrían haberle elegido a él para que explicase las bondades de dar el “sí quiero” en ese matrimonio de conveniencia con la Unión Europea. Pero eligieron a Los del Río como padrinos de boda, y todos aceptamos a esa novia infiel llamada Europa por esposa hasta que el déficit público nos separe. Una esposa desleal que, además de ponernos los cuernos con el vecino alauita, y con el okupa llanito, nos amenaza constantemente con el divorcio y con llevárselo todo. Nos quedaremos con lo puesto, como Escarlata O’Hara en “Lo que el viento se llevó” y jurando en la cima de la colina que “jamás volveremos a pasar hambre” mientras apretamos los puños y nos preguntamos qué pondrán de cenar en el comedor de Cáritas.

Hemos de prometernos a nosotros mismos que “jamás volveremos a pasar hambre.” Preguntémosles a nuestros padres y abuelos lo bien que lo pasaron haciendo el tour de los emigrantes por Europa. Ya sé que algunos españoles trabajan ahora en el Cirque du Soleil como saltimbanquis, pero nos es lo mismo. Preguntémosles qué derechos les dispensaron a ellos y hagamos un ejercicio de introspección para decidir qué queremos ser de mayores. ¿Nos conformamos con ser los saltimbanquis a tiempo parcial de este circo europeo, o queremos ser algo más?

No pintamos nada en Europa. Nada. La única cumbre, o minicumbre, que logró convocar Zapatero durante su bochornosa presidencia de la UE, fue con Marruecos. Para colmo, un país que ni siquiera es europeo, por mucho que Moratinos lo proclame como tal a los cuatro vientos. No vino nadie, salvo el luso Durão Barroso para acompañar al iluso Zapatero Zapapico.

España no está entre los Cuatro Fantásticos Marvel de la UE: Francia, Italia, Alemania y Reino Unido. Aznar lo intentó en su día. Le boicotearon desde dentro y desde fuera. Y los brutales atentados del 11-M pusieron un trágico final a una etapa de la reciente historia de España que se cerró en falso, y cuyas consecuencias todavía estamos padeciendo. Desgraciadamente, del “queremos saber” hemos pasado al “no queremos saber nada.” Pero de Belén Esteban lo queremos saber todo. ¡Así nos luce el pelo!

No se puede, no se debe, ser tan soberbio cuando sólo se han sembrado fracasos. Alonso debería atemperar su discurso. No tiene nada de lo que pueda presumir. Nada en su expresión más absoluta. Él mismo es nada. Una nada insondable y tenebrosa. Debería mostrar un poco de humildad, y no amenazar con que este inepto que le puso a él donde está, pueda volver a presentarse por bemoles como candidato vitalicio a la presidencia del Gobierno. Entendemos que Alonso quiera demostrarle su agradecimiento por haberle enchufado, pero el resto de los españoles no le debemos nada a su valedor. La palabra “nada” parece unida al propio Alonso por designio de los dioses que amparan a los mediocres.

Pero lo peor de todo es que, ciertamente, este facilitador de bicocas puede ganar de nuevo. Una buena parte del electorado español no escarmienta. No les bastan todos los fracasos cosechados transgénicamente, todos los errores flagrantes cometidos por este aprendiz de sátiro. Este mago de la contradicción capaz de decir una cosa y la contraria. De imponer una candidata a “dedazo” y jactarse de ello dando lecciones de democracia a propios y extraños.

Aquí no se trata de ser o no ser socialista, de estar con el PP de los Borja Mari y las Pilucas, o con el PSOE de las ministrillas de Igual-da y los Mr. Magoo disléxicos, ya sean blancos o de otros colores. De lo que se trata es de buscar urgentemente un recambio donde sea. A Zapatero ya no le quedan más ases en la manga. Es, como aquellos tahúres de los viejos western, un tramposo al que ya conocen en todas las timbas de póker. Él y su chica tendrán que abandonar el pueblo como en el desenlace de un western crepuscular. Ella, al menos… podrá seguir llamándose Trinidad.

Él lo tiene más difícil. Washington Obama, el único sheriff negro al oeste del río Pecos, no le quiere. Sarkozy de Bergerac se siente traicionado. Berlusconi Corleone le planta en medio de una rueda de prensa sin darle tiempo a rechazar su oferta. Ángela Merkel, la dueña de la cervecería más grande del pueblo, no le recibe y no le permite jugar en su local. ¿Adónde irá este héroe de espagueti-western de serie B?

Después del duelo en OK Corral del 29-S muchos se preguntan ¿dónde están sus políticas sociales? Los indios dicen de él que habla con lengua de serpiente y que su “agua de fuego” está adulterada. Los colonos también desconfían: primero les da el cheque-bebé con una mano, y luego se lo arrebata con la otra. Juega al póker de las políticas sociales con los desempleados y les quita sus subsidios faroleando con unas dobles parejas. Sus cartas siempre están marcadas.

Su único amigo es un abotargado jefe apache musulmán que también habla con lengua de víbora. Él y Moro Sentado planean asaltar Fort Laramie (Ceuta) y Fort Wisconsin (Melilla) con la ayuda de un viejo tratante de pieles llamado Moro Tinos. Entre tahúres, moros y desatinos anda el juego. Sin olvidar a lusos e ilusos.
Entretanto, en Spain City todos están inquietos. Bandas de forajidos se han enseñoreado del pueblo y Kevin Rajoy Costner sigue sin aparecer para salvarles. ¿Estará falando con bobos? Y si es así… ¿de qué falan estos bobos?

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