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Algunas personas solo reconocen una única faceta de la verdad, desconociendo cómo interpretar las otras

¿Por qué siempre creo tener la razón en todo?

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«¡Quien busque la verdad la encontrará solamente cuando comience a realizar los mandamientos y las leyes divinas, entonces será colmado por ella!» Esta cita que encontramos en el libro: «Con Dios es más fácil vivir» de la Editorial Gabriele nos da una visión absoluta del término «verdad». Pues aquello que, un tanto inconscientes, calificamos como verdad es lo que cada uno capta con su consciencia limitada.

En el libro seguimos leyendo lo siguiente: «La verdad es igual que el sol, de cuya luz y calor viven innumerables criaturas. Ningún ser vivo puede concebir, reconocer y captar el Sol eterno en su grandeza y plenitud, pero si aceptarlo y acogerlo según sea su capacidad de comprensión y conciencia. Asimismo el alma sólo puede percibir y acoger tantos rayos de la luz espiritual como pueda soportar de acuerdo con su desarrollo espiritual. La verdad brilla en innumerables facetas, pero sólo aquel que la ha encontrado puede reconocerlas e interpretarlas».

Muchos opinan que esto o aquello no es la verdad, puesto que consideran que no se corresponde con la realidad, lo cual sucede porque estas personas solo reconocen una única faceta de la verdad, desconociendo cómo interpretar las otras. De hecho son pocas las personas que admiten abiertamente que su consciencia no puede captar las verdades más profundas de la vida, incluso intuir sus innumerables facetas, y por lo tanto entenderlas, ya que ha realizado solo una faceta, un rayo de la verdad eterna.

El ignorante en cosas espirituales suele juzgar muy rápidamente, esto sucede porque no está preparado para abrirse a verdades más profundas. Cada uno ve la verdad conforme a su modo de pensar intelectual y a su propia experiencia: o la ve según aquello que se ha inculcado a sí mismo, o según corresponda a su consciencia más o menos desarrollada, con la que percibe conceptos de la verdad, pero no la verdad misma. No obstante aquel que se encuentre en la realización de las leyes eternas, no hablará más partiendo de esos aspectos de consciencia, es decir no opinará más, ya que él intuye la verdad interna y se esfuerza en volverse altruista, en sentir libremente y pensar positivamente.

Vemos así que muchos juzgan desde su propia capacidad de entendimiento, puesto que la consciencia estrecha cree que posee toda la verdad. Sin embargo al final tendrá que reconocer que muchas de estas pequeñas y grandes verdades relativas son en el fondo solo destellos, impresiones de la verdad absoluta y eterna. La verdad permanece siempre inmutable, son los espejos que la reflejan los que cambian. Si queremos verlo y ponerlo todo de modo correcto y en su debido lugar, deberíamos caminar hacia el interior, recogernos en nosotros, pues solo volviéndonos uno con lo divino conseguimos una visión amplia de las innumerables facetas de la verdad interna.

Por lo tanto quien afirme que únicamente él posee la verdad se engaña enormemente. La verdad omniabarcante puede contemplarla únicamente un hombre divino en su alma pura, pues es allí donde se encuentra en su totalidad, estando oculta para el hombre terrenal. Bienaventurados el hombre y el alma que han despertado en sí el amor, la sabiduría y la armonía y que las mantienen vivas. Ellos serán bendecidos y vivificados por la luz eterna, por la verdad eterna, por el Espíritu universal, por Dios.

¿Por qué siempre creo tener la razón en todo?

Algunas personas solo reconocen una única faceta de la verdad, desconociendo cómo interpretar las otras
Vida Universal
martes, 17 de enero de 2017, 00:40 h (CET)
«¡Quien busque la verdad la encontrará solamente cuando comience a realizar los mandamientos y las leyes divinas, entonces será colmado por ella!» Esta cita que encontramos en el libro: «Con Dios es más fácil vivir» de la Editorial Gabriele nos da una visión absoluta del término «verdad». Pues aquello que, un tanto inconscientes, calificamos como verdad es lo que cada uno capta con su consciencia limitada.

En el libro seguimos leyendo lo siguiente: «La verdad es igual que el sol, de cuya luz y calor viven innumerables criaturas. Ningún ser vivo puede concebir, reconocer y captar el Sol eterno en su grandeza y plenitud, pero si aceptarlo y acogerlo según sea su capacidad de comprensión y conciencia. Asimismo el alma sólo puede percibir y acoger tantos rayos de la luz espiritual como pueda soportar de acuerdo con su desarrollo espiritual. La verdad brilla en innumerables facetas, pero sólo aquel que la ha encontrado puede reconocerlas e interpretarlas».

Muchos opinan que esto o aquello no es la verdad, puesto que consideran que no se corresponde con la realidad, lo cual sucede porque estas personas solo reconocen una única faceta de la verdad, desconociendo cómo interpretar las otras. De hecho son pocas las personas que admiten abiertamente que su consciencia no puede captar las verdades más profundas de la vida, incluso intuir sus innumerables facetas, y por lo tanto entenderlas, ya que ha realizado solo una faceta, un rayo de la verdad eterna.

El ignorante en cosas espirituales suele juzgar muy rápidamente, esto sucede porque no está preparado para abrirse a verdades más profundas. Cada uno ve la verdad conforme a su modo de pensar intelectual y a su propia experiencia: o la ve según aquello que se ha inculcado a sí mismo, o según corresponda a su consciencia más o menos desarrollada, con la que percibe conceptos de la verdad, pero no la verdad misma. No obstante aquel que se encuentre en la realización de las leyes eternas, no hablará más partiendo de esos aspectos de consciencia, es decir no opinará más, ya que él intuye la verdad interna y se esfuerza en volverse altruista, en sentir libremente y pensar positivamente.

Vemos así que muchos juzgan desde su propia capacidad de entendimiento, puesto que la consciencia estrecha cree que posee toda la verdad. Sin embargo al final tendrá que reconocer que muchas de estas pequeñas y grandes verdades relativas son en el fondo solo destellos, impresiones de la verdad absoluta y eterna. La verdad permanece siempre inmutable, son los espejos que la reflejan los que cambian. Si queremos verlo y ponerlo todo de modo correcto y en su debido lugar, deberíamos caminar hacia el interior, recogernos en nosotros, pues solo volviéndonos uno con lo divino conseguimos una visión amplia de las innumerables facetas de la verdad interna.

Por lo tanto quien afirme que únicamente él posee la verdad se engaña enormemente. La verdad omniabarcante puede contemplarla únicamente un hombre divino en su alma pura, pues es allí donde se encuentra en su totalidad, estando oculta para el hombre terrenal. Bienaventurados el hombre y el alma que han despertado en sí el amor, la sabiduría y la armonía y que las mantienen vivas. Ellos serán bendecidos y vivificados por la luz eterna, por la verdad eterna, por el Espíritu universal, por Dios.

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