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Teresa Berengueras y Rafa Esteve-Casanova

Salvador Dalí y las fallas

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El nombre y el arte de Salvador Dalí es conocido en todo el mundo aunque durante muchos años una parte del mundo de la pintura no quiso reconocerle como uno de los grandes debido a sus veleidades con el régimen político del general Franco, pero con el paso del tiempo incluso aquellos que le negaban el pan y la sal y le acusaban de ser más una máquina de hacer dinero que un buen pintor han tenido que rendirse ante la evidencia de su magna obra que puede ser visitada en los mejores y más reconocido museos del mundo. Lo que mucha gente tal vez desconozca es la relación que el pintor de Port Lligat tuvo hace más de cincuenta años con el mundo fallero de la ciudad de Valencia. En 1954 se plantó una falla en el centro de la ciudad, en la que hoy se conoce como Plaza del Ayuntamiento se erigió un monumento construido por el conocido escultor Octavio Vicent sobre un diseño obra de Salvador Dalí.




Juan Javier Bofill, conservador del RCAB con el boceto adquirido.


La llamada “Comissió del Foc” formada por gentes adineradas de la capital valenciana era la encargada de plantar el monumento fallero en la plaza más emblemática de la ciudad y aquel año, rompiendo con la tradición, decidieron encargar el boceto de la falla al pintor Dalí. El ampurdanés realizó el diseño sobre el que Octavio Vicent esculpiría el monumento en madera y cartón. Los valencianos se vieron sorprendidos por aquella falla que rompía moldes, “la corrida de toros surrealista” era su lema y justo al lado de las paradas de venta de flores que en aquellos días rodeaban el centro de la plaza al amanecer del primer día de fallas descubrieron una falla singular, diferente a todo lo visto hasta aquel momento y totalmente alejada del gusto imperante por aquellos años en el mundo fallero. Una enorme plaza de toros rodeada de gentes y con un público formado por brazos desnudos que salían de las gradas elevándose hacia el cielo de Valencia, la imagen del pintor en las gradas más altas y algún nazareno junto con un enorme busto en el que media cara es la del genio de Port Lligat y la otra media la de Pablo Ruiz “Picasso” y una mujer, seguramente Gala, eran el público de aquella corrida de toros surrealista en la que sobre la arena revoloteaba un torero con unas enormes alas de mariposa llenas de colorido mientras el ensangrentado toro miraba todo desde lo alto sostenido por las garras de un águila con cabeza de sapo que sobre su testa lucia dos grandes cuernos de rinoceronte y la imagen de una mujer, seguramente Gala otra vez. Octavio Vicent, de manera excepcional y no sin algunas dificultades técnicas, llevó al cartón los delirios de Dalí pero al llegar la noche del 19 de Marzo las llamas convirtieron en volátiles cenizas la obra de Dalí y Vicent.




Boceto de Dalí para la insignia
de la Comisión del Foc.


El principal monumento fallero de la ciudad fue polémico en aquel año de 1954, los valencianos estaban acostumbrados a ver otro tipo de fallas, unas fallas tradicionales y artísticas en el sentido más académico de la palabra y aquel desafío daliniano hizo correr ríos de tinta y protestas. La mayoría de valencianos consideraron una provocación la visión de aquel monumento instalado en la plaza más importante de Valencia y naturalmente en los años siguientes se volvió a la “normalidad” abandonando veleidades modernizadoras y dando un paso atrás en la renovación estética de la fiesta que se había querido llevar a cabo al encargar el diseño de la principal falla de la ciudad a Salvador Dalí. Aquella falla se quemó, como todas, pero hoy es posible ver la maqueta de la misma en la exposición que sobre la obra de Salvador Dalí está instalada en los salones del Reial Cercle Artístic de Barcelona y a partir de ahora se le une para admiración de los visitantes el boceto que el pintor ampurdanés dibujó para la realización de la insignia que en aquellas fiestas lucieron en sus bandas las falleras de la comisión del Foc y en sus solapas los integrantes masculinos de dicha comisión fallera.

Durante años aquel boceto original de 10,3 x 4,8 cms. firmado por Salvador Dalí permaneció oculto a los ojos del mundo en el salón de algún coleccionista. Hoy está en la exposición daliniana del Reial Cercle Artistic de Barcelona después de haber sido adquirido por 10.625 dólares en una reciente subasta celebrada en la conocida casa Chistie’s de Nueva York y puede ser admirado por los visitantes junto a la maqueta de la falla y a diversas fotos de la misma. Seguramente en estos momentos y aunque la estética fallera no ha evolucionado mucho aquella falla daliniana de hace cincuenta y cinco años recibiría una mejor acogida por parte de los valencianos igual que ha sucedido con el resto de la obra de Salvador Dalí que desde hace ya años ha dejado de ser considerada el delirio de un extravagante pintor para adquirir la condición de gran obra de arte en el mundo de la pintura.

Salvador Dalí y las fallas

Teresa Berengueras y Rafa Esteve-Casanova
Teresa Berengueras
viernes, 30 de octubre de 2009, 02:37 h (CET)
El nombre y el arte de Salvador Dalí es conocido en todo el mundo aunque durante muchos años una parte del mundo de la pintura no quiso reconocerle como uno de los grandes debido a sus veleidades con el régimen político del general Franco, pero con el paso del tiempo incluso aquellos que le negaban el pan y la sal y le acusaban de ser más una máquina de hacer dinero que un buen pintor han tenido que rendirse ante la evidencia de su magna obra que puede ser visitada en los mejores y más reconocido museos del mundo. Lo que mucha gente tal vez desconozca es la relación que el pintor de Port Lligat tuvo hace más de cincuenta años con el mundo fallero de la ciudad de Valencia. En 1954 se plantó una falla en el centro de la ciudad, en la que hoy se conoce como Plaza del Ayuntamiento se erigió un monumento construido por el conocido escultor Octavio Vicent sobre un diseño obra de Salvador Dalí.




Juan Javier Bofill, conservador del RCAB con el boceto adquirido.


La llamada “Comissió del Foc” formada por gentes adineradas de la capital valenciana era la encargada de plantar el monumento fallero en la plaza más emblemática de la ciudad y aquel año, rompiendo con la tradición, decidieron encargar el boceto de la falla al pintor Dalí. El ampurdanés realizó el diseño sobre el que Octavio Vicent esculpiría el monumento en madera y cartón. Los valencianos se vieron sorprendidos por aquella falla que rompía moldes, “la corrida de toros surrealista” era su lema y justo al lado de las paradas de venta de flores que en aquellos días rodeaban el centro de la plaza al amanecer del primer día de fallas descubrieron una falla singular, diferente a todo lo visto hasta aquel momento y totalmente alejada del gusto imperante por aquellos años en el mundo fallero. Una enorme plaza de toros rodeada de gentes y con un público formado por brazos desnudos que salían de las gradas elevándose hacia el cielo de Valencia, la imagen del pintor en las gradas más altas y algún nazareno junto con un enorme busto en el que media cara es la del genio de Port Lligat y la otra media la de Pablo Ruiz “Picasso” y una mujer, seguramente Gala, eran el público de aquella corrida de toros surrealista en la que sobre la arena revoloteaba un torero con unas enormes alas de mariposa llenas de colorido mientras el ensangrentado toro miraba todo desde lo alto sostenido por las garras de un águila con cabeza de sapo que sobre su testa lucia dos grandes cuernos de rinoceronte y la imagen de una mujer, seguramente Gala otra vez. Octavio Vicent, de manera excepcional y no sin algunas dificultades técnicas, llevó al cartón los delirios de Dalí pero al llegar la noche del 19 de Marzo las llamas convirtieron en volátiles cenizas la obra de Dalí y Vicent.




Boceto de Dalí para la insignia
de la Comisión del Foc.


El principal monumento fallero de la ciudad fue polémico en aquel año de 1954, los valencianos estaban acostumbrados a ver otro tipo de fallas, unas fallas tradicionales y artísticas en el sentido más académico de la palabra y aquel desafío daliniano hizo correr ríos de tinta y protestas. La mayoría de valencianos consideraron una provocación la visión de aquel monumento instalado en la plaza más importante de Valencia y naturalmente en los años siguientes se volvió a la “normalidad” abandonando veleidades modernizadoras y dando un paso atrás en la renovación estética de la fiesta que se había querido llevar a cabo al encargar el diseño de la principal falla de la ciudad a Salvador Dalí. Aquella falla se quemó, como todas, pero hoy es posible ver la maqueta de la misma en la exposición que sobre la obra de Salvador Dalí está instalada en los salones del Reial Cercle Artístic de Barcelona y a partir de ahora se le une para admiración de los visitantes el boceto que el pintor ampurdanés dibujó para la realización de la insignia que en aquellas fiestas lucieron en sus bandas las falleras de la comisión del Foc y en sus solapas los integrantes masculinos de dicha comisión fallera.

Durante años aquel boceto original de 10,3 x 4,8 cms. firmado por Salvador Dalí permaneció oculto a los ojos del mundo en el salón de algún coleccionista. Hoy está en la exposición daliniana del Reial Cercle Artistic de Barcelona después de haber sido adquirido por 10.625 dólares en una reciente subasta celebrada en la conocida casa Chistie’s de Nueva York y puede ser admirado por los visitantes junto a la maqueta de la falla y a diversas fotos de la misma. Seguramente en estos momentos y aunque la estética fallera no ha evolucionado mucho aquella falla daliniana de hace cincuenta y cinco años recibiría una mejor acogida por parte de los valencianos igual que ha sucedido con el resto de la obra de Salvador Dalí que desde hace ya años ha dejado de ser considerada el delirio de un extravagante pintor para adquirir la condición de gran obra de arte en el mundo de la pintura.

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