Seguro que el nombre de Llongueras no les será indiferente, lo han visto rotulado infinidad de veces en cualquiera de los salones de alta peluquería que llevan el nombre de este polifacético catalán en las más importantes ciudades de doce países, ya que desde que abrió su primer salón sito en Barcelona con la asistencia del mismo Salvador Dalí los salones con su nombre se han multiplicado estando presente en París, la meca de la moda, donde en 1974 ya abrió casa en la prestigiosa calle Saint- Honoré. Pero Lluís Llongueras, nacido en 1936 en Esparreguera (Barcelona), donde han dado su nombre a una calle, es mucho más que un artista del mundo capilar. Llongueras, a semejanza de aquellos artistas del Renacimiento que dominaban diversas facetas del mundo artístico no se ha quedado anclado en ser un artista diseñando peinados y ha volcado todo su espíritu creativo en otras facetas como la fotografía, la escritura o la escultura entre otras.
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Los hermanos Llongueras con Salvador Dalí.

Muchacha en la ventana de Llongueras.
| Llongueras estudió Comercio en los Salesianos de Horta en Barcelona para posteriormente pasar a la Escuela Técnica Comercial de la misma ciudad donde realizó estudios nocturnos de Contabilidad, Economía y Organización de Empresas, pero es en 1955 cuando comienza a ir por los domicilios particulares peinando a las señoras con su peculiar estilo que entusiasma a las mujeres en aquella época de post-guerra, ahí comienza a nacer y desarrollarse su marca de peluquerías que, con el paso de los años, ha extendido por todo el mundo. A partir de aquí comienza su expansión con apariciones en televisión e incluso en el No-Do que recoge su presentación oficial ante la prensa el último día del año 1965 en las fuentes de Montjuic de manera espectacular con caballos alados sobre los que aparecían las modelos que lucían las creaciones del artista debajo de unos enormes huevos blancos de clara inspiración daliniana.
El nombre de Llongueras comienza a sonar a nivel internacional y le llaman desde diversos países para que esté presente en los más prestigiosos salones de la moda peluquera. Y entre viaje y viaje y peinado y peinado este hombre, para el que los días parecen tener más de veinticuatro horas sigue creando, escribe y edita libros y revistas, se adentra en el mundo de la fotografía y el video, hace poemas y también esculturas y le empiezan a llegar reconocimientos desde todas partes al tiempo que premios diversos, entre ellos la Creu Sant Jordi de la Generalitat catalana, dan lustre a toda esta actividad artística.
A lo largo de todos estos años Lluís Llongueras ha conocido personalidades de todo el mundo y de todos los ámbitos sociales, pero entre tanto nombre famoso el que, tal vez, más le ha marcado ha sido el del pintor Salvador Dalí a quien cuando iba a abrir en 1961 su primer salón de lujo en Barcelona invitó a asistir a la inauguración siendo su sorpresa el verle aparecer el día de la apertura y todavía más sorprendido se quedó cuando Dalí le obsequió con una “Estrella de la Fortuna” pintada con tinta china sobre cartulina y utilizando una pluma de oca, estrella que, desde entonces, da la bienvenida a todos los que acuden a este prestigioso salón, aunque la primera intención del pintor era la de romper el cristal del escaparate y con el mazo dejar allá estampada una de sus obras, hoy Llongueras se arrepiente de no haberle dejado hacer ya que hubiera podido tener un Dalí de tres metros. A partir de aquí se inicia una amistad y colaboración con el pintor de Figueres que duraría hasta la muerte del mismo. Llongueras a lo largo de esos años creó pelucas tanto para Dalí como para Gala, fue el artífice de los falsos bigotes que el pintor se cortó ante la prensa en uno de sus geniales actos surrealistas, paseó con él por las calles de Paris e incluso creó la peluca gigante para la sala Mae West del Museo Dalí de Figueras y diseñó el vestuario, complementos, maquillaje y peinados para la ópera, que nunca se representó, “Etre Dieu” inspirada en Salvador Dalí.

Poesía en torno al cunnilingus de Llongueras.
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Llongueras, un gran hiperactivo, se matriculó a sus cuarenta y cinco años en los Cursos de Escultura del Taller de la conocida Escola Massana con el fin de conocer las técnicas más básicas de esta disciplina y a la vista de las diversas exposiciones que ha realizado de su obra escultórica aprovechó muy bien aquellas tardes empleadas en ir conociendo los secretos del esculpir. Hay obra suya en diversas colecciones tanto privadas como públicas y también en avenidas y plazas de diversas ciudades. Ahora, en los salones del Reial Cercle Artistic de Barcelona tiene una exposición a la que ha titulado “Llongueras a Dalí” y que es una buena muestra de las largas horas que el estilista pasó con el pintor en Cadaqués, Figueras o París. Esculturas, fotografías, carteles, todo remite al genio de Cadaqués a quien Lluis Llongueras ha querido rendir homenaje con esta exposición.
El título de la exposición también podría haber sido “Las esculturas malditas” ya que el espectador se encuentra con una serie de esculturas donde el artista transgrede el pensamiento y el punto de vista de los “bien pensantes” tal y como hizo durante toda su vida su admirado Salvador Dalí. El escultor, mediante la utilización de materiales como el hierro, bronce, mármol, terracota o madera, pasea su mirada por la sexualidad del ser humano mostrando al visitante de la exposición toda una serie de actitudes que, generalmente, no suelen ser modélicas para la parte más pacata de la sociedad. El atrevimiento de Llongueras nos enseña con sus obras el amor lésbico, la homosexualidad masculina, la sonrisa vertical de la mujer reflejada en un cristal donde ésta ha posado sus nalgas pintadas, un Cristo femenino con la cabeza y el pubis totalmente rasurados cuyo significado es la crucifixión de la mujer a lo largo de los tiempos, el acoso entre sexos y todo un sinfín de realidades cuya visión puede suponer para algunos un plus de incomodidad.
Junto con su obra escultórica Llongueras también expone en esta muestra diversas fotografías de momentos pasados junto al pintor de Figueras e incluso algunos recuerdos del Dalí que conoció como unas tijeras, un peine y unos cabellos, ya canos, del pintor. Esta exposición “Llongueras a Dalí” es una buena ocasión para conocer una más de las facetas de este estilista al que, sin lugar a dudas, podemos calificar como artista en el más amplio sentido de la palabra. Si todavía no han pasado por el Reial Cercle Artistic a admirarla háganlo sin demora, tienen tiempo hasta el próximo 21 de Septiembre. Allá, en el patio de entrada un bronce con Salvador Dalí cubierto de algas saliendo de un huevo les dará la bienvenida, una vez dentro de la sala quedaran admirados por la obra de Llongueras en este homenaje a Dalí que en ningún caso supone un intento de copiar al genio de Port Lligat. Dalí sólo hubo uno, pero Lluís Llongueras también es único.
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