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Herme Cerezo

‘Roseanna’ de Maj Sjöwall y Per Wahlöö: espléndida, espléndida, espléndida

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De los escritores suecos Sjöwall y Wahlöö había leído algo, concretamente ‘El alegre policía’, hace muchos años. Me los "presentó" Salvador Bellés, alguien a quien quiero mucho como persona, librero vocacional y factótum cultural. Me gustó la novela, pero entonces no había posibilidad de conseguir más títulos y, pues bueno, ahí quedó la cosa. Ahora, RBA ha reeditado en bolsillo otra de sus obras, ‘Roseanna’, escrita en 1965. ¡Qué espléndida edición! ¡Qué espléndido libro! ¡Qué espléndida idea!

Lo primero que llama la atención de ‘Roseanna’ es que, a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, no ha perdido un ápice de interés, ni de VIGENCIA. Una joven turista norteamericana, de vacaciones en Suecia, es hallada muerta en el lago Battern. ¿Quién es? ¿Cómo ha ido a parar allí? ¿Por qué está desnuda? ¿Quién la asesinó? Este es el arranque de la novela. El protagonista, el inspector Martin Beck, debuta como personaje de ficción con este título. Con sus colaboradores Kollberg, Melander y algún otro, despliega todo su oficio para capturar al asesino de la mujer estadounidense. ¿Lo conseguirá, no lo conseguirá? Miren, mis improbables lectores, esta pregunta en ‘Roseanna’ es algo completamente irrelevante. Conocer al asesino no importa aquí. No es novela-problema, no. Es mucho más que eso. Sjöwall y Wahlöö utilizan otras herramientas para hacer de la lectura un ejercicio atractivo, interesante, irremplazable: imposible de abandonar. Creo que, desde las novelas de González Ledesma, ningún roman policier me ha hecho tener tanta prisa por devorar sus capítulos. Y así esta misma tarde, antes de ponerme a teclear estas líneas, me he zampado de un tirón las ciento ochenta páginas que me separaban del final, olvidando que Rodríguez Zapatero y Rajoy Brey se batían en duelo dialéctico por el sillón presidencial ante las cámaras de televisión.

Desde mi punto de vista como lector de policiales, ‘Roseanna’ posee una serie de valores literarios importantísimos. En primer lugar, su dinamismo. Sjöwall y Wahlöö imprimen a la acción una tensión imperceptiblemente imparable. No esperen muchos acontecimientos en sus páginas pero los que hay están exprimidos al máximo. Todos los rincones han sido explorados por los dos escritores suecos. En segundo lugar, el tempo. Ahí es donde el matrimonio escandinavo se muestra como un auténtico maestro: en el dominio del tempo: cuándo ralentizar, cuándo acelerar. ‘Roseanna’ se comporta como una montaña rusa: el vagón asciende y asciende lentamente, hasta que llega a la meseta que precede al descenso vertiginoso. Y ahí es donde Maj y Per deciden poner la directa, deciden que el lector ya no es dueño de sí mismo y que les pertenece. Atrapado en sus redes literarias, quedará pegado a cada frase, a cada palabra, a cada coma, sin poder soltarse, deseando conocer el final. Y eso con el acicate de que el muy incauto cree, desde mucho antes, que sabe quién es el asesino. Sjöwall y Wahlöö juegan a algo que sólo los grandes maestros del género son capaces de jugar: a sembrar la duda en el lector. ¿El asesino será el asesino o no lo será? Y la solución está ahí delante, evidente, ante los ojos ciegos del lector policial. Un tercer y último aspecto llama también poderosamente la atención: la minuciosidad con la que describen las investigaciones. Echamos de menos en ‘Roseanna’ los ordenadores y los teléfonos móviles actuales porque proporcionan a la intriga inmediatez y oportunismo. Pero los suecos echan mano sin recato de todos los métodos de investigación policial de los años sesenta: fotografías, huellas dactilares, filmaciones cinematográficas, testigos oculares, telegramas, etcétera. Todo para que Martin Deck y sus hombres puedan cazar al asesino.

Suecia huele a tierra de buenos escritores policiales. Cuando nombramos este país siempre invade nuestra mente un nombre: Henning Mankell. Pero lo bien cierto es que en la novela policial sueca hay un antes de Mankell. Maj Sjöwall y Per Wahlöö son ese antes. Con los segundos se comprende mejor la calidad del primero. El mismo Mankell, que por cierto escribe el prólogo de esta edición, tiene la honradez de hablar sobre la influencia de estos dos autores en su propia obra: "No sabría decir cuántas veces me han preguntado qué han significado para mí los libros de Sjöwall y Wahlöö. Creo que cualquier que haya escrito sobre crímenes como reflejo de una realidad social ha sido inspirado, de una manera u otra, por ellos. Rompieron con las tendencias preexistentes en la novela policíaca". Es evidente. Martin Deck, el protagonista como ya dije, sufre diversas dolencias en ‘Roseanna’. ¿No les resulta familiar esta circunstancia a ustedes? ¿Acaso Wallander, en las obras de Mankell, no padece un proceso patológico parecido en forma de diabetes y atisbos de cáncer? Tanto Wallander como Deck son más que personajes de papel y tinta, son personajes de carne y hueso: viven, aman, sufren, sueñan, tienen familia, problemas, enfermedades y otras particularidades puramente mortales.

La Suecia de Sjöwall y Wahlöö se nos muestra algo más apacible que la de Mankell, más amable, al menos en ‘Roseanna’, teniendo presente que una buena parte de la acción transcurre en verano. Vean la descripción de la Navidad que hay en la novela: "Una gruesa capa de nieve sucia y acuosa cubre las calles y los tejados de las casas, caen gotas de las estrellas de Navidad grandes y amarillas suspendidas entre las fachadas de los edificios de Regeringsgatan. Llevan colgadas un par de semanas, a pesar de que falta casi un mes para la Navidad". No encuentro yo aquí la dureza climatológica tan determinista de los libros de Mankell (¿o, a estas alturas, debo decir de Wallander?).

Comunistas declarados, Maj Sjöwall y Per Wahlöö se conocieron en la editorial donde publicaban sus escritos. Tras contraer matrimonio escribieron en pareja diez novelas protagonizadas por el inspector Martin Deck. Wahlöö, nacido en Goteborg (1926), periodista especializado en crímenes, murió prematuramente a los 49 años de edad, mientras que Sjöwall, nacida en Estocolmo (1935), todavía vive. Varias de sus obras han sido llevadas al cine: ‘Roseanna’, ‘San Francisco, ciudad desnuda’, ‘Un hombre en el tejado’, ‘Mannen som gick upp i rok’, ‘Brandbilen som forsvann’ (disculpen, mis improbables, mi ignorancia del idioma sueco), ‘El hombre del balcón’, ‘El maratón de Estocolmo’ y ‘Beck’. Lo mejor de haber leído ‘Roseanna’ es saber que todavía me quedan otras ocho novelas de esta serie por leer.

Ocho, nada menos. Ocho nada más.

¡Cómo me voy a poner!

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‘Roseanna’. Maj Sjöwall/Per Wahlöö. RBA bolsillo, año 2007. 284 páginas, 9 euros.

‘Roseanna’ de Maj Sjöwall y Per Wahlöö: espléndida, espléndida, espléndida

Herme Cerezo
Herme Cerezo
viernes, 13 de junio de 2008, 10:27 h (CET)
De los escritores suecos Sjöwall y Wahlöö había leído algo, concretamente ‘El alegre policía’, hace muchos años. Me los "presentó" Salvador Bellés, alguien a quien quiero mucho como persona, librero vocacional y factótum cultural. Me gustó la novela, pero entonces no había posibilidad de conseguir más títulos y, pues bueno, ahí quedó la cosa. Ahora, RBA ha reeditado en bolsillo otra de sus obras, ‘Roseanna’, escrita en 1965. ¡Qué espléndida edición! ¡Qué espléndido libro! ¡Qué espléndida idea!

Lo primero que llama la atención de ‘Roseanna’ es que, a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, no ha perdido un ápice de interés, ni de VIGENCIA. Una joven turista norteamericana, de vacaciones en Suecia, es hallada muerta en el lago Battern. ¿Quién es? ¿Cómo ha ido a parar allí? ¿Por qué está desnuda? ¿Quién la asesinó? Este es el arranque de la novela. El protagonista, el inspector Martin Beck, debuta como personaje de ficción con este título. Con sus colaboradores Kollberg, Melander y algún otro, despliega todo su oficio para capturar al asesino de la mujer estadounidense. ¿Lo conseguirá, no lo conseguirá? Miren, mis improbables lectores, esta pregunta en ‘Roseanna’ es algo completamente irrelevante. Conocer al asesino no importa aquí. No es novela-problema, no. Es mucho más que eso. Sjöwall y Wahlöö utilizan otras herramientas para hacer de la lectura un ejercicio atractivo, interesante, irremplazable: imposible de abandonar. Creo que, desde las novelas de González Ledesma, ningún roman policier me ha hecho tener tanta prisa por devorar sus capítulos. Y así esta misma tarde, antes de ponerme a teclear estas líneas, me he zampado de un tirón las ciento ochenta páginas que me separaban del final, olvidando que Rodríguez Zapatero y Rajoy Brey se batían en duelo dialéctico por el sillón presidencial ante las cámaras de televisión.

Desde mi punto de vista como lector de policiales, ‘Roseanna’ posee una serie de valores literarios importantísimos. En primer lugar, su dinamismo. Sjöwall y Wahlöö imprimen a la acción una tensión imperceptiblemente imparable. No esperen muchos acontecimientos en sus páginas pero los que hay están exprimidos al máximo. Todos los rincones han sido explorados por los dos escritores suecos. En segundo lugar, el tempo. Ahí es donde el matrimonio escandinavo se muestra como un auténtico maestro: en el dominio del tempo: cuándo ralentizar, cuándo acelerar. ‘Roseanna’ se comporta como una montaña rusa: el vagón asciende y asciende lentamente, hasta que llega a la meseta que precede al descenso vertiginoso. Y ahí es donde Maj y Per deciden poner la directa, deciden que el lector ya no es dueño de sí mismo y que les pertenece. Atrapado en sus redes literarias, quedará pegado a cada frase, a cada palabra, a cada coma, sin poder soltarse, deseando conocer el final. Y eso con el acicate de que el muy incauto cree, desde mucho antes, que sabe quién es el asesino. Sjöwall y Wahlöö juegan a algo que sólo los grandes maestros del género son capaces de jugar: a sembrar la duda en el lector. ¿El asesino será el asesino o no lo será? Y la solución está ahí delante, evidente, ante los ojos ciegos del lector policial. Un tercer y último aspecto llama también poderosamente la atención: la minuciosidad con la que describen las investigaciones. Echamos de menos en ‘Roseanna’ los ordenadores y los teléfonos móviles actuales porque proporcionan a la intriga inmediatez y oportunismo. Pero los suecos echan mano sin recato de todos los métodos de investigación policial de los años sesenta: fotografías, huellas dactilares, filmaciones cinematográficas, testigos oculares, telegramas, etcétera. Todo para que Martin Deck y sus hombres puedan cazar al asesino.

Suecia huele a tierra de buenos escritores policiales. Cuando nombramos este país siempre invade nuestra mente un nombre: Henning Mankell. Pero lo bien cierto es que en la novela policial sueca hay un antes de Mankell. Maj Sjöwall y Per Wahlöö son ese antes. Con los segundos se comprende mejor la calidad del primero. El mismo Mankell, que por cierto escribe el prólogo de esta edición, tiene la honradez de hablar sobre la influencia de estos dos autores en su propia obra: "No sabría decir cuántas veces me han preguntado qué han significado para mí los libros de Sjöwall y Wahlöö. Creo que cualquier que haya escrito sobre crímenes como reflejo de una realidad social ha sido inspirado, de una manera u otra, por ellos. Rompieron con las tendencias preexistentes en la novela policíaca". Es evidente. Martin Deck, el protagonista como ya dije, sufre diversas dolencias en ‘Roseanna’. ¿No les resulta familiar esta circunstancia a ustedes? ¿Acaso Wallander, en las obras de Mankell, no padece un proceso patológico parecido en forma de diabetes y atisbos de cáncer? Tanto Wallander como Deck son más que personajes de papel y tinta, son personajes de carne y hueso: viven, aman, sufren, sueñan, tienen familia, problemas, enfermedades y otras particularidades puramente mortales.

La Suecia de Sjöwall y Wahlöö se nos muestra algo más apacible que la de Mankell, más amable, al menos en ‘Roseanna’, teniendo presente que una buena parte de la acción transcurre en verano. Vean la descripción de la Navidad que hay en la novela: "Una gruesa capa de nieve sucia y acuosa cubre las calles y los tejados de las casas, caen gotas de las estrellas de Navidad grandes y amarillas suspendidas entre las fachadas de los edificios de Regeringsgatan. Llevan colgadas un par de semanas, a pesar de que falta casi un mes para la Navidad". No encuentro yo aquí la dureza climatológica tan determinista de los libros de Mankell (¿o, a estas alturas, debo decir de Wallander?).

Comunistas declarados, Maj Sjöwall y Per Wahlöö se conocieron en la editorial donde publicaban sus escritos. Tras contraer matrimonio escribieron en pareja diez novelas protagonizadas por el inspector Martin Deck. Wahlöö, nacido en Goteborg (1926), periodista especializado en crímenes, murió prematuramente a los 49 años de edad, mientras que Sjöwall, nacida en Estocolmo (1935), todavía vive. Varias de sus obras han sido llevadas al cine: ‘Roseanna’, ‘San Francisco, ciudad desnuda’, ‘Un hombre en el tejado’, ‘Mannen som gick upp i rok’, ‘Brandbilen som forsvann’ (disculpen, mis improbables, mi ignorancia del idioma sueco), ‘El hombre del balcón’, ‘El maratón de Estocolmo’ y ‘Beck’. Lo mejor de haber leído ‘Roseanna’ es saber que todavía me quedan otras ocho novelas de esta serie por leer.

Ocho, nada menos. Ocho nada más.

¡Cómo me voy a poner!

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‘Roseanna’. Maj Sjöwall/Per Wahlöö. RBA bolsillo, año 2007. 284 páginas, 9 euros.

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