La balada del Partido Socialista Madrileño lleva camino de
convertirse en uno de los números circenses más famosos de los últimos
decenios.
Todos querían primarias para elegir al candidato o candidata a la
Comunidad de Madrid, y estas se realizaron siendo votado por las bases
Tomás Gómez y, más tarde, botado por el dedo majestuoso del Secretario
General Pedro Sánchez; esta es la escueta verdad y no habría que darle más
vueltas al asunto.
Tomás, rodeado de algunos de sus fieles, convocó una surrealista
rueda de prensa acompañado del candidato a la Alcaldía de Madrid señor
Carmona, en la que el defenestrado argumentó que presentaría batalla
porque con su honor y dignidad no jugaba nadie, por lo que amenazó con ir
a los Tribunales si hiciese falta; al finalizar el acto Carmona y Tomás se
abrazaron y besaron con profusión.
Cuando Tomás se encontraba en una emisora de televisión hablando
de un tranvía de Parla que cuesta un huevo, el coordinador de la tele le
anunció que el eterno Simancas, el encargado de arreglar el batiburrillo
socialista, había cambiado la cerradura de acceso al despacho del ex
alcalde de Parla, y este se sintió dolido, muy dolido, al pensar que
Simancas se podía haber llevado una colección de miniaturas de motos
Vespa; hecho este, para mí el más importante, del que, por cierto, no se
sabe nada al respecto. Al tiempo que ocurría el desahucio, Carmona, el
alcaldable besucón, se ofrecía para ocupar el puesto de su amigo del alma
Tomás.
Ahora Simancas y los suyos van a la caza y captura de algún
candidato o candidata a presidir la Comunidad de Madrid, y así se habla de
Gabilondo, hermano de Iñaki que, por cierto, en público le ha aconsejado
al frater no meterse en la cueva del lobo; se ha puesto sobre la mesa, a
instancias de Tomás el nombre de Zerolo y ahora, para más inri, se está
tocando a la señorita Fernández de la Vega.
Mientras tanto, Simancas, “perro” viejo en estas lides, ha prometido
que no habrá nuevas primarias, pero que sí se va a oír a todas las
agrupaciones locales madrileñas que, en buena lógica, deberían apostar de
nuevo por Tomás, al menos para que recoja las miniaturas.
Simancas, que de todo esto sabe un rato largo, ha prometido que se
va a oír a todos, pero que corresponde al mando en plaza, Pedro Sánchez,
interpretar; si al menos Simancas hubiese dicho “escuchar” en lugar de
“oír” la cosa parecería en serio.
Confiemos en que Tomás, cautivo, derrotado y sumiso, tenga en su
poder las miniaturas de las vespillas, y haya aprendido que en política de
partidos no valen las ideologías, sino los Estatutos.
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