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Pelayo López

'Premonition (7 días)': Ni la fe recuperada salva de la catástrofe

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Recurrir a las múltiples posibilidades que ofrece la dimensión temporal se está convirtiendo en una moda cinematográfica nada desdeñable, aunque, como siempre, unos productos suelen ofrecen mejor resultado final que otros. Seguro que nuestro Nacho Vigalondo, cuya ópera prima, Los cronocrímenes, también aborda los viajes en el tiempo, nos depara una historia mucho más interesante que la presente. La palabra “premonición”, según su raíz latina, significa aviso con antelación. Y eso es, precisamente, lo que ocurre al poco de comenzar el metraje de esta cinta. Una mañana, la protagonista conoce la fatal noticia de que su marido ha muerto en un accidente. Sin embargo, al día siguiente, su marido parece estar vivo. Será entonces cuando comience la locura. ¿Se trata de una visión del futuro o de un sueño del pasado?. Ante la incredulidad y la incomprensión de su entorno más cercano, tendrá que ordenar el rompecabezas de una semana de lo más extraña, en la que los días han cobrado vida y se ubican en las casillas que nos les pertenecen.

La sufridora de todo este descontrol es Sandra Bullock, una actriz que ha pasado de ser una de las estrellas más rutilantes de Hollywood a ser, simplemente, una más en el segundo vagón. Y no crean que esta actriz de comedia romántica abandona totalmente esa etiqueta en este caso. Lo cierto es que esta historia, que pretende ser un thriller psicológico temporal -¡qué curioso que su anterior trabajo, La casa del lago, fuese algo similar-, no llega a ser conseguirlo y, además, tampoco deja de lado el aspecto sentimental, ya que, según vamos descubriendo en el desarrollo de la trama, un matrimonio feliz en plena crisis se convierte en el subconsciente detonante del eje central de la misma. La víctima, su marido, es Julian McMahon, uno de los chicos de Embrujadas y también uno de Los 4 fantásticos que, de acuerdo a lo visto hasta ahora, no ha sabido aprovechar demasiado bien ese tirón y que aquí tiene un papel marcado desde el principio. La tercera en discordia, el puntal sobre el que gira la crisis, es la modelo reconvertida en actriz Amber Valletta. Ni para una cosa ni para la otra, según mi gusto. Quien sí debería gozar de una oportunidad definitiva para confirmar lo que es una sospecha es la amiga de la protagonista, Nia Long, una actriz, a la que hemos visto en varios títulos independientes y en otros más comerciales como Esta abuela es un peligro. Como último comentario sobre el reparto, el psicólogo Peter Stormare, cuya presencia física inquietante, ya exprimida en Constantine, podría haber sido reutilizada en otra dirección más interesante para el guión. Y atención a su despacho, en una de cuyas paredes cuelga una copia de Las Meninas.

A veces un reparto consistente puede salvar la nota general de una historia mediocre. Lo que ocurre, en este caso, es que es el argumento es tan espeso como el tono pastel luminoso con el que comienza y que muy pronto, lo que supone quizás el único acierto, deja paso a este rompecabezas narrativo donde el final, pase lo que pase –no se lo vamos a destripar-, es lo de menos. Mientras tanto, por el camino, vamos recogiendo soluciones únicamente parciales que pueden deberse a un lío tal que ni el propio guionista sabe ya cual es la carretera principal entre tantas secundarias. No se puede pretender conseguir un juego con el espectador mediante un guión ramplón donde las pistas no son ecuánimes, hasta el punto de la falta de reacción ante semejante contratiempo. Entre tanto vericueto, el director intenta conseguir resultados efectistas mediante una música oportunista y unos efectos sonoros chirriantes que no consiguen la desazón que persiguen. No hay por ningún rincón tensión o intriga, se estira todo tanto que no es de extrañar que se rompa con una explicación final sin sentido y absolutamente chocante –nunca mejor dicho-, si es que antes la indiferencia y el sueño no han hecho acto de presencia.

No he mencionado el nombre del director, porque, aparte de hacerle un favor omitiéndolo –no creo que tenga muy buen futuro a tenor de lo visto-, carece de un pasado lo suficientemente reconocible como para hacerlo. Desubicados temporalmente podemos quedar al salir de la sala, pero no tipo Nolan que podría llegar incluso a ser positivo, sino, por el contrario, víctimas de una manipulación temporal que, según las apetencias y necesidades, se produce o no, algo incongruente ya que el comportamiento de esta dimensión, según las teorías, sólo puede ser uno. Hablando de incongruencias, o parafraseando lo de que algo va mal, ambas expresiones muy recurrentes en los diálogos son claros indicativos para el espectador de lo que se avecina. Y es que, en esta película, donde lo espiritual acaba ocupando un altar más destacado que el suspense erróneamente, ni la fe recuperada salva de la catástrofe.


FICHA TÉCNICA

- Calificación: 0,5
- Director: Mennan Yapo.
- Reparto: Sandra Bullock, Julian McMahon, Kate Nelligan, Nia Long, Amber Valletta y Peter Stormare.

'Premonition (7 días)': Ni la fe recuperada salva de la catástrofe

Pelayo López
Pelayo López
miércoles, 11 de julio de 2007, 23:19 h (CET)
Recurrir a las múltiples posibilidades que ofrece la dimensión temporal se está convirtiendo en una moda cinematográfica nada desdeñable, aunque, como siempre, unos productos suelen ofrecen mejor resultado final que otros. Seguro que nuestro Nacho Vigalondo, cuya ópera prima, Los cronocrímenes, también aborda los viajes en el tiempo, nos depara una historia mucho más interesante que la presente. La palabra “premonición”, según su raíz latina, significa aviso con antelación. Y eso es, precisamente, lo que ocurre al poco de comenzar el metraje de esta cinta. Una mañana, la protagonista conoce la fatal noticia de que su marido ha muerto en un accidente. Sin embargo, al día siguiente, su marido parece estar vivo. Será entonces cuando comience la locura. ¿Se trata de una visión del futuro o de un sueño del pasado?. Ante la incredulidad y la incomprensión de su entorno más cercano, tendrá que ordenar el rompecabezas de una semana de lo más extraña, en la que los días han cobrado vida y se ubican en las casillas que nos les pertenecen.

La sufridora de todo este descontrol es Sandra Bullock, una actriz que ha pasado de ser una de las estrellas más rutilantes de Hollywood a ser, simplemente, una más en el segundo vagón. Y no crean que esta actriz de comedia romántica abandona totalmente esa etiqueta en este caso. Lo cierto es que esta historia, que pretende ser un thriller psicológico temporal -¡qué curioso que su anterior trabajo, La casa del lago, fuese algo similar-, no llega a ser conseguirlo y, además, tampoco deja de lado el aspecto sentimental, ya que, según vamos descubriendo en el desarrollo de la trama, un matrimonio feliz en plena crisis se convierte en el subconsciente detonante del eje central de la misma. La víctima, su marido, es Julian McMahon, uno de los chicos de Embrujadas y también uno de Los 4 fantásticos que, de acuerdo a lo visto hasta ahora, no ha sabido aprovechar demasiado bien ese tirón y que aquí tiene un papel marcado desde el principio. La tercera en discordia, el puntal sobre el que gira la crisis, es la modelo reconvertida en actriz Amber Valletta. Ni para una cosa ni para la otra, según mi gusto. Quien sí debería gozar de una oportunidad definitiva para confirmar lo que es una sospecha es la amiga de la protagonista, Nia Long, una actriz, a la que hemos visto en varios títulos independientes y en otros más comerciales como Esta abuela es un peligro. Como último comentario sobre el reparto, el psicólogo Peter Stormare, cuya presencia física inquietante, ya exprimida en Constantine, podría haber sido reutilizada en otra dirección más interesante para el guión. Y atención a su despacho, en una de cuyas paredes cuelga una copia de Las Meninas.

A veces un reparto consistente puede salvar la nota general de una historia mediocre. Lo que ocurre, en este caso, es que es el argumento es tan espeso como el tono pastel luminoso con el que comienza y que muy pronto, lo que supone quizás el único acierto, deja paso a este rompecabezas narrativo donde el final, pase lo que pase –no se lo vamos a destripar-, es lo de menos. Mientras tanto, por el camino, vamos recogiendo soluciones únicamente parciales que pueden deberse a un lío tal que ni el propio guionista sabe ya cual es la carretera principal entre tantas secundarias. No se puede pretender conseguir un juego con el espectador mediante un guión ramplón donde las pistas no son ecuánimes, hasta el punto de la falta de reacción ante semejante contratiempo. Entre tanto vericueto, el director intenta conseguir resultados efectistas mediante una música oportunista y unos efectos sonoros chirriantes que no consiguen la desazón que persiguen. No hay por ningún rincón tensión o intriga, se estira todo tanto que no es de extrañar que se rompa con una explicación final sin sentido y absolutamente chocante –nunca mejor dicho-, si es que antes la indiferencia y el sueño no han hecho acto de presencia.

No he mencionado el nombre del director, porque, aparte de hacerle un favor omitiéndolo –no creo que tenga muy buen futuro a tenor de lo visto-, carece de un pasado lo suficientemente reconocible como para hacerlo. Desubicados temporalmente podemos quedar al salir de la sala, pero no tipo Nolan que podría llegar incluso a ser positivo, sino, por el contrario, víctimas de una manipulación temporal que, según las apetencias y necesidades, se produce o no, algo incongruente ya que el comportamiento de esta dimensión, según las teorías, sólo puede ser uno. Hablando de incongruencias, o parafraseando lo de que algo va mal, ambas expresiones muy recurrentes en los diálogos son claros indicativos para el espectador de lo que se avecina. Y es que, en esta película, donde lo espiritual acaba ocupando un altar más destacado que el suspense erróneamente, ni la fe recuperada salva de la catástrofe.


FICHA TÉCNICA

- Calificación: 0,5
- Director: Mennan Yapo.
- Reparto: Sandra Bullock, Julian McMahon, Kate Nelligan, Nia Long, Amber Valletta y Peter Stormare.

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