Actualmente numerosos países han tenido que reducir su estado de bienestar debido a la falta de dinero público en sus arcas. El dilema es conocer sí es correcto (económicamente) reducir el estado de bienestar o sí el estado de bienestar es el problema de que las arcas públicas de los estados se encuentran vacías.
Para realizar un análisis más pormenorizado hay que remontarse aproximadamente al siglo I, para estudiar que provocó el hundimiento del Imperio Romano (siglo V). La intervención del gobierno romano para intentar crear un estado de bienestar destruyó su sociedad. Bajo la locución latina Panem et circenses (pan y circo), el estado romano proveía de forma gratuita o a muy bajo precio de trigo a los más desfavorecidos y ofrecía espectáculos para que se despreocuparán durante unas horas de sus gravosas situaciones económicas. El pan ofrecido de forma gratuita en la capital desencadeno que los agricultores se desplazarán a Roma y dejarán sus tierras (¿quién va a trabajar 16 horas al día por algo que le regalan en otro lugar?), el tamaño de la capital aumentó considerablemente mientras la gente que trabajaba la tierra y pagaba los impuestos disminuyó, paralelamente aumentó la población que necesitaba pan de forma gratuita. Los acontecimientos llevaron a las autoridades romanas a tomar decisiones equivocadas como subir los impuestos, provocar inflación de la moneda y finalmente a la servidumbre feudal, todo esto provoco que los ciudadanos eligieran ser invadidos por los barbaros antes que seguir siendo vasallos de un régimen opresor.
Esta situación no es muy diferente a la que se vive hoy en día en muchos países. El pan (junto con otras comidas) se percibe de forma gratuita, también las carreteras, las prestaciones, ayudas sociales, educación, sanidad, y hasta un sinfín de partidas que son amortizadas por la gente que trabaja y disfrutadas por los trabajadores y no trabajadores. Arthur Laffer señala que sí el dinero que ganan las personas que trabajan se gravan a un tipo elevado, cada vez aumentará más la gente pobre. La consecuencia de esta afirmación es muy simple, si a una persona que trabaja todos los días se le grava en exceso, en un futuro va a optar por no trabajar y cobrar una prestación (sea de desempleo, ayudas sociales o no contributiva).
La idea del estado de bienestar fundamentándose en un incremento de ayudas sociales básicas (necesidades fisiológicas) es buena. Sin embargo, esta idea se ha llevado al extremo y en la actualidad la población quiere todo de forma gratuita, un pensamiento perverso que justamente conlleva a todo lo contrario a largo plazo. Por lo tanto, sí lo que se quiere es reducir una galopante tasa de paro, aumentar la capacidad adquisitiva, crear tejido empresarial y en definitiva un mayor bienestar para la sociedad lo primero que hay que hacer es bajar drásticamente los impuestos (sin eliminar la progresividad del mismo) y a continuación, eliminar un estado de bienestar insostenible.