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La Corona tiene también la exigencia de estar abierta y comprometida con sociedad

Felipe VI, más allá de la Constitución

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Hay en el discurso del nuevo rey, una afirmación que no debiera pasar inadvertida, pese a que nadie la comenta. Y seguramente es la única novedad relevante.

Es cuando dice, textualmente, que “las exigencias de la Corona no se agotan en el cumplimiento de sus funciones constitucionales. He sido consciente, desde siempre, de que la Monarquía Parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve; ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos”.

Es decir, que más allá de les establecidas exigencias constitucionales, la Corona tiene también la exigencia de estar abierta y comprometida con sociedad, y ha de ser fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos.

Puede entenderse como pura retórica o como un expreso e intencionado reconocimiento de que más allá de la Constitución también hay vida política y realidad social. Como afirmaciones como estas, en un discurso real de inauguración de reinado, no se ponen porque sí, cabe pensar que abre la posibilidad de ejercer un arbitraje ante conflictos que se escapan al estricto texto constitucional.

Una Monarquía “abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve” y “fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos”, no puede ser inmovilista, sino dinámica. Ni quedar encorsetada en una normativa depasada y que choca con la realidad. Debe ser creadora, inspiradora y reformadora, por mucho que respete los cauces democráticamente establecidos en el Estado de derecho.

Se trata de lograr que en una Constitución reformada se recojan el máximo posible de las legitimidades individuales, sociales y territoriales. Es una lectura positiva del discurso del nuevo Rey, ante los grandes conflictos actualmente planteados. ¿Demasiado optimista?

Felipe VI, más allá de la Constitución

La Corona tiene también la exigencia de estar abierta y comprometida con sociedad
Wifredo Espina
viernes, 20 de junio de 2014, 06:38 h (CET)
Hay en el discurso del nuevo rey, una afirmación que no debiera pasar inadvertida, pese a que nadie la comenta. Y seguramente es la única novedad relevante.

Es cuando dice, textualmente, que “las exigencias de la Corona no se agotan en el cumplimiento de sus funciones constitucionales. He sido consciente, desde siempre, de que la Monarquía Parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve; ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos”.

Es decir, que más allá de les establecidas exigencias constitucionales, la Corona tiene también la exigencia de estar abierta y comprometida con sociedad, y ha de ser fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos.

Puede entenderse como pura retórica o como un expreso e intencionado reconocimiento de que más allá de la Constitución también hay vida política y realidad social. Como afirmaciones como estas, en un discurso real de inauguración de reinado, no se ponen porque sí, cabe pensar que abre la posibilidad de ejercer un arbitraje ante conflictos que se escapan al estricto texto constitucional.

Una Monarquía “abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve” y “fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos”, no puede ser inmovilista, sino dinámica. Ni quedar encorsetada en una normativa depasada y que choca con la realidad. Debe ser creadora, inspiradora y reformadora, por mucho que respete los cauces democráticamente establecidos en el Estado de derecho.

Se trata de lograr que en una Constitución reformada se recojan el máximo posible de las legitimidades individuales, sociales y territoriales. Es una lectura positiva del discurso del nuevo Rey, ante los grandes conflictos actualmente planteados. ¿Demasiado optimista?

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