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Tengo ganas de pedir limosna en el mundo vagabundo, con mi cerveza en la mano, jamás fumando un puro. Vagabunda de noches sin pan, sin poder contar las estrellas, cuando pierda el trabajo, probaré ese mundo. Beber ya sé, extender la mano... aprenderé pronto.
Además, me gustan los gatitos de cuatro patas y lanuditos. Se lamen, se besan y se llenan de sueños, me dan noches de infinita paz que no acabarían en las aventuras de mendigo acariciadas por mí. Panza arriba, con sus ojos redonditos y su pelito, elegantes, llenarán mis horas de alegría. Son la mejor compañía de una pordiosera creyente y poco ambiciosa de bienes.
Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.
Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
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