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Jurassic 5 y Lindstrøm & Todd Terje, de los mejores directos

Sonar 2013: buscando los tres pies al Sonar

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ElsaberhacerdeJurassic_1
El saber hacer de Jurassic 5./ DANI RÓDENAS

Que un festival tenga en un mismo escenario nombres distintos tanto musical como generacionalmente da lugar a situaciones interesantes y a encuentros entre público dispar. Raveros pasándose por Kraftwerk y puretas escuchando Baauer o Major Lazer quedarán siempre grabados en mi retina por su aclimatación o todo lo contrario: estaban más perdidos que Pocoyó en una peli de Tarantino. Mis ojos llegaron a contemplar cómo cuarentones de polo inmaculado compartieron bailes con latigeantes rastas en Foreign Beggars.


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Christieene a lo Locomía. /D.RÓDENAS
Encuentros heterogéneos que también se dieron en el conciertazo de Jurassic 5, un destacable de esta edición con una puesta en escena increíble: scratchearon con un tocadiscos gigante y otros aparatos funcionales, haciendo las delicias de los asistentes. Nos pusieron de buen humor y calentaron el ambiente para Breakbot.

Sí fue bastante uniforme el público de Justice (DJ Set), el sector más pijo se aventuró en el festival para deleitarse en una maraña de sonido similar a sus directos pero que no tuvo mucho que ver. No sé si fue por las horas que llevaba a mis espaldas de música y bailoteo, pero no pude aguantar su sonido regular y por momentos, irritante. Y eso que ya sobreviví a uno de sus lives en el Primavera Sound.

Gran momento musical-alucinógeno tuvo lugar en el Sonar Club el viernes noche. Después de Kraftwerk y ese momento futurista con el público vistiendo unas gafas de papel maché dejando una estampa tan fotografiable como inquietante. En realidad esa visión 3D lo que más provocaba era un rezumante e incómodo sudor en el entrecejo que no pude aguantar.

Fue una noche si no de goce audiovisual, al menos de alucinación continua: tras Kraftwerk y su 3D, Skrillex vestido con camiseta del Barça en una nave espacial y Major Lazer con su corte bailonga calentaron al personal llevándonos a una espiral de infinitos bubble butt rítmicos. Por allí andaba Metropolis, de Foreign Beggars, con el que pude intercambiar opinión sobre dubstep y otras miserias.


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Foreign Beggars en
el Village./ DANI RÓDENAS
Otro trance mágico vino de la varita de Laurent Garnier con su bendito sonido: esta vez compartían suelo pegajoso maduros con camiseta de Pet Shop Boys con pseudo chonis de nido de pelo multicolor. Gente con cultura musical diferente unidos por temazos como “Man with the red face” o “Crispy Bacon”. Saxofón al amanecer con lisergias que enriquecen el anecdotario y la vida, así, en sí misma. Tampoco desmerecer al gran Paul Kalkbrenner, al que llegué tarde por ese paseo calificable de peregrinación desde el Sonar Pub al Sonar Club. Fresco y housero consiguió desquitarme de esa tensión que me había contagiado Justice (DJ Set).

Una de las actuaciones más comentadas fue la de Christieene, concierto al que acudimos con la mente abierta y predispuestos a la polémica. Ofreció 50 minutos intensos en los que mucho público desistió antes de que acabase su performance-concierto y otros decidimos seguirlo hasta el final con una sonrisa. Al comenzar, se sacó un dildo de su innombrable y lo lanzó al público. Besos negros, sobeteos y exhibicionismo penil tuvieron cabida en su provocadora actuación con alguno de sus defendibles hits como “African Mayonnaise” o “Fix my dick”. Entendiendo su live como artista que es y de dónde viene, Texas, un estado americano poco amigo de la homosexualidad, una entiende mejor la transgresión a la que nos enfrentamos.

El cartel era diverso y atrayente tanto de día como de noche, pero el recinto de Fira Gran Via resulta a ratos más complicado de sobrellevar en la oscuridad. Los intentos de encuentro y búsqueda de amigos mejor dejarlos al azar y asumir que te tocará sacrificar algunos de los nombres del cartel que querías ver o que no podrás disfrutarlos como te gustaría. Ha sido la edición con mayor número de asistentes y la marca Sonar es un distintivo sólido que significa variedad musical, anécdotas y non-stop durante tres días, entre otras muchas cosas. También es sudor ajeno, colas, bailes descompasados a lo Walking Dead y ojos de Candy Candy.



BrunaLa sesión de Bruna prometía, pero se le cortó el sonido varias veces. / DANI RÓDENAS  


Sonar 2013: buscando los tres pies al Sonar

Jurassic 5 y Lindstrøm & Todd Terje, de los mejores directos
Teresa Gascón
miércoles, 19 de junio de 2013, 11:17 h (CET)


ElsaberhacerdeJurassic_1
El saber hacer de Jurassic 5./ DANI RÓDENAS

Que un festival tenga en un mismo escenario nombres distintos tanto musical como generacionalmente da lugar a situaciones interesantes y a encuentros entre público dispar. Raveros pasándose por Kraftwerk y puretas escuchando Baauer o Major Lazer quedarán siempre grabados en mi retina por su aclimatación o todo lo contrario: estaban más perdidos que Pocoyó en una peli de Tarantino. Mis ojos llegaron a contemplar cómo cuarentones de polo inmaculado compartieron bailes con latigeantes rastas en Foreign Beggars.


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Christieene a lo Locomía. /D.RÓDENAS
Encuentros heterogéneos que también se dieron en el conciertazo de Jurassic 5, un destacable de esta edición con una puesta en escena increíble: scratchearon con un tocadiscos gigante y otros aparatos funcionales, haciendo las delicias de los asistentes. Nos pusieron de buen humor y calentaron el ambiente para Breakbot.

Sí fue bastante uniforme el público de Justice (DJ Set), el sector más pijo se aventuró en el festival para deleitarse en una maraña de sonido similar a sus directos pero que no tuvo mucho que ver. No sé si fue por las horas que llevaba a mis espaldas de música y bailoteo, pero no pude aguantar su sonido regular y por momentos, irritante. Y eso que ya sobreviví a uno de sus lives en el Primavera Sound.

Gran momento musical-alucinógeno tuvo lugar en el Sonar Club el viernes noche. Después de Kraftwerk y ese momento futurista con el público vistiendo unas gafas de papel maché dejando una estampa tan fotografiable como inquietante. En realidad esa visión 3D lo que más provocaba era un rezumante e incómodo sudor en el entrecejo que no pude aguantar.

Fue una noche si no de goce audiovisual, al menos de alucinación continua: tras Kraftwerk y su 3D, Skrillex vestido con camiseta del Barça en una nave espacial y Major Lazer con su corte bailonga calentaron al personal llevándonos a una espiral de infinitos bubble butt rítmicos. Por allí andaba Metropolis, de Foreign Beggars, con el que pude intercambiar opinión sobre dubstep y otras miserias.


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Foreign Beggars en
el Village./ DANI RÓDENAS
Otro trance mágico vino de la varita de Laurent Garnier con su bendito sonido: esta vez compartían suelo pegajoso maduros con camiseta de Pet Shop Boys con pseudo chonis de nido de pelo multicolor. Gente con cultura musical diferente unidos por temazos como “Man with the red face” o “Crispy Bacon”. Saxofón al amanecer con lisergias que enriquecen el anecdotario y la vida, así, en sí misma. Tampoco desmerecer al gran Paul Kalkbrenner, al que llegué tarde por ese paseo calificable de peregrinación desde el Sonar Pub al Sonar Club. Fresco y housero consiguió desquitarme de esa tensión que me había contagiado Justice (DJ Set).

Una de las actuaciones más comentadas fue la de Christieene, concierto al que acudimos con la mente abierta y predispuestos a la polémica. Ofreció 50 minutos intensos en los que mucho público desistió antes de que acabase su performance-concierto y otros decidimos seguirlo hasta el final con una sonrisa. Al comenzar, se sacó un dildo de su innombrable y lo lanzó al público. Besos negros, sobeteos y exhibicionismo penil tuvieron cabida en su provocadora actuación con alguno de sus defendibles hits como “African Mayonnaise” o “Fix my dick”. Entendiendo su live como artista que es y de dónde viene, Texas, un estado americano poco amigo de la homosexualidad, una entiende mejor la transgresión a la que nos enfrentamos.

El cartel era diverso y atrayente tanto de día como de noche, pero el recinto de Fira Gran Via resulta a ratos más complicado de sobrellevar en la oscuridad. Los intentos de encuentro y búsqueda de amigos mejor dejarlos al azar y asumir que te tocará sacrificar algunos de los nombres del cartel que querías ver o que no podrás disfrutarlos como te gustaría. Ha sido la edición con mayor número de asistentes y la marca Sonar es un distintivo sólido que significa variedad musical, anécdotas y non-stop durante tres días, entre otras muchas cosas. También es sudor ajeno, colas, bailes descompasados a lo Walking Dead y ojos de Candy Candy.



BrunaLa sesión de Bruna prometía, pero se le cortó el sonido varias veces. / DANI RÓDENAS  


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