Es rojo, sabe a frutos rojos y la botella lleva inscrito un nombre sugerente, “Amor de madre”, ¿de qué hablo?, de un Rioja, ¿por qué lleva ese nombre?, ¿para ser un regalo más en “el día de la madre”?. Nada de todo eso.
En la vida del vino, como en el de la arquitectura, del arte, de la moda, de la banca, de los conductores del bús, de las modistas, de las secretarías, de las dependientas, en fin, la vida misma, todo evoluciona, hay que estar al día, ponerle a un crianza Rioja del 2010 “Amor de madre” es un hito en la vida del vino.
Rioja, catedral de los caldos
Ciertamente, en la Rioja, catedral del vino, nadie puede poner trabas a sus caldos, unos gustan más que otros, pero gustan, aquí y en el mundo.
Este Rioja, lo abrimos el domingo de Pascua, lo habíamos recibido bastantes días antes de la Semana Santa y en casa opinamos, desde el minuto cero, que para abrir la botella y beber su contenido debía ser en un día importante.
Había que aprovechar un día festivo, con más tiempo para cocinar algún menú adecuado a la festividad del Domingo de Resurrección, aunque, es obvio, una copa de este caldo a cualquier hora del día viene bien.
En casa, tan avanzados muchas veces y en otras más clásicos, ante la apertura de una botella que se presumía solemne quisimos hacerle los honores correspondientes. Se cocinó una cacerola de arroz con conejo, chuletas de cerdo, un poco de chorizo y unas judías tiernas, un plato consistente merecedor de un buen tinto. Para chuparse los dedos. Un entrante a base de mejillones al vapor aromatizados con laurel y unas guindillas para que picaran lo justo.
Presidiendo la mesa, en el centro, “Amor de madre”, la botella es muy atractiva, destaca un corazón inmenso, el nombre del vino en letras barrocas y “Crianza 2010”.
Sabor en el paladar En el momento de sacar el tapón pudimos percibir ese olor a frutos rojos, todo muy suave, evanescente. Luego, cuando pasaron un par de minutos, ya en la copa, ese color rojo carmelita (finalizada ya la Semana Santa, aún quedaban resquicios de los nombres usados en la misma) se balanceó en nuestra copa hasta el momento de sorber, un aire seco se quedó en el paladar con un indescriptible sabor lejano a puro cubano, pero de lejos, reminiscencia de una época ya extinguida, indescriptible, sugerente, agradable al paladar.
Saber beber Seguro, que los gastrónomos hablando del vino y sus bondades usarían otras palabras para hablar de un Rioja, a mi me gusta saborear vino, de todo tipo, oscuro, rojo, blanco, en su medida, claro. Nunca me he pasado, la gente suele decir que se sabe beber o no.
Yo sé, lo hago cuando puedo, cuando me dejan y cuando tengo oportunidad. Estamos en momentos de recesión y comprar una botella de buen vino no siempre es posible.
De niña, en casa había barricas, mi padre tenía un viñedo muy pequeño y además de plantar patatas, cebollas, tomates, lechugas y alguna cosa más también tenía uva.
Él conocía, desde la esencia, es decir desde el trabajo en el campo, cómo cuidar esa uva, cuando exprimirla y cuando poder beberla, cuando estaba en su punto, cuando abría la barrica se encargaba de llamar a toda la familia para dar a conocer su caldo.
Climatología y capacidad enológica, todo en Rioja Obviamente, lo de mi padre no tiene nada que ver con el trabajo que se realiza en la Rioja. Además, supongo, para elaborar un crianza, hay que tener unos campos con una climatología adecuada , con unos trabajadores que conozcan todos los pormenores y unas uvas especialmente criadas para la elaboración de los distintos caldos y también tener una capacidad enológica para saber cómo será la cosecha de cada año, el mundo del vino tiene cantidad de vericuetos muy profesionales para conseguir un producto óptimo que llegue a ser reconocido en todo el mundo.
Seguro que buscar un nombre a un Rioja, o a cualquier otro vino de otras zonas, nunca es fácil, durante muchos años se ha seguido una tradición, como la del abuelo que le ha puesto a su hijo mayor su nombre y éste a su hijo, pero todo se acaba para bien o para mal.
Amor de madre, excelente El Rioja, que nunca dejarán de ser “excelente” como en el caso que nos ocupa pues así ha sido valorado por el Consejo Regulador, debe buscar nombres más actuales, ese es el caso de “Amor de madre”.
Es un nombre que me encanta, quede claro que no es para “el día de la madre” pero también puede serlo y ser un excelente regalo grato al paladar. No es un nombre que discrimine, es un nombre abierto a la evolución cotidiana de nuestra vida que salta a pasos agigantados.
Los más clásicos sabrán discernir enseguida que el nombre tiene mucho que ver con el contenido, ¿quién no quiere a su madre?, todos queremos a nuestras madres, incluso a nuestras primas que en algunos momentos nos han hecho de madres.
La esencia, excelencia y presencia de un Rioja con un nombre importante. Lo celebramos. Hay que salir de la cáscara. ¡Bien!.