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Nuevas técnicas de análisis genético permiten profundizar en el estudio del ADN de los espermatozoides

Una empresa valenciana pone cerco a la infertilidad masculina

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La infertilidad masculina es un problema creciente en nuestra sociedad. Se estima que cerca del 50% de las parejas que no logran concebir deben su infertilidad a una causa de origen masculino. Hasta hace pocos años el estudio de los espermatozoides de los varones infértiles se limitaba al análisis básico del semen (lo que se conoce como el seminograma). Este estudio valora parámetros como el número, la movilidad, la forma, la vitalidad, el volumen, el pH, etc… y se utiliza cómo principal indicador de la fertilidad masculina. No obstante, en muchos casos, a pesar de presentar un seminograma normal, la infertilidad persiste.

Actualmente, según la responsable del laboratorio de Genética Espermática de Sistemas Genómicos, Elena García Mengual, “el diseño y desarrollo de estudios dirigidos al análisis genético del ADN en espermatozoides ha permitido evidenciar un componente genético en la infertilidad masculina. Se trata del análisis de la fragmentación del ADN espermático y el análisis de alteraciones en el número de cromosomas (lo que se conoce como 'aneuploidía espermática')”.

La rotura del ADN de los espermatozoides
El ADN de los espermatozoides es enormemente estable, pero paradójicamente muchos de ellos están programados genéticamente para autodestruirse de forma natural en un proceso conocido como “muerte celular programada” o apoptosis, que se inicia con la rotura de su ADN. Este mecanismo puede verse alterado por diversos factores, como cambios en los hábitos de vida, exposición a agentes tóxicos (tabaco, alcohol, radioterapia, quimioterapia, etc.), generando unos valores de fragmentación anormalmente elevados en determinados pacientes.

Durante los últimos años, “se han publicado un gran número de trabajos que relacionan los valores elevados de fragmentación del ADN espermático con alteraciones en el seminograma, mala calidad embrionaria y abortos de repetición”.

En base a la experiencia acumulada en el laboratorio de Genética Espermática de la empresa valenciana Sistemas Genómicos, se ha observado que un 20% de los pacientes estudiados mediante la técnica de TUNEL (del inglés: Terminal dUTP Nick-End Labeling), presentan elevados niveles de rotura en el ADN de sus espermatozoides, explicando así un origen genético de su infertilidad.

Aneuploidía espermática, análisis genético automatizado pionero
El espermatozoide, al igual que el óvulo, contiene una sola copia (23 cromosomas) del material genético que tendrá la futura descendencia. Durante la formación de los espermatozoides pueden surgir errores que darán lugar a alteraciones numéricas en esta copia de material genético; este fenómeno se conoce técnicamente como aneuploidia. Las alteraciones consisten en la aparición de una copia adicional de un cromosoma en concreto (disomía), la ausencia de algún cromosoma (nulisomía) o la presencia por duplicado de todos los cromosomas (diploidía).

Se ha demostrado recientemente que los varones que presentan alteraciones en su seminograma muestran también mayores tasas de aneuploidía espermática y, por lo tanto, cuentan con un mayor riesgo de transmitir esta anomalía a la descendencia durante la fecundación. “Aumenta así el riesgo de producción de embriones aneuploides con menor potencial de desarrollo, que no llegan a implantar, acaban en aborto o, en el peor de los casos, en el nacimiento de un recién nacido afecto”, destaca Elena García Mengual.

Para la responsable del laboratorio de Genética Espermática de Sistemas Genómicos, “en los últimos años el análisis de aneuploidías en espermatozoides se ha convertido en parte de nuestra rutina, revelando que el 50% de nuestros pacientes presentan alguna de estas alteraciones genéticas”. Se estudian hasta 9 cromosomas de forma simultánea en cada muestra de semen, mediante la técnica de FISH (del inglés Fluorescent in situ hybridization). Consiste en marcar cada cromosoma que se desea estudiar con una sonda fluorescente, para así poder identificarlos en cada espermatozoide. El análisis se lleva a cabo mediante un sistema automatizado de microscopía de fluorescencia, pionero en nuestro país, y que permite analizar más de 10.000 células espermáticas de forma individual en cada muestra.

Para Elena García, no cabe duda que “los estudios genéticos en las muestras de semen son una realidad en el diagnóstico de las causas de infertilidad o subfertilidad de los varones”. Estos estudios ponen en evidencia un claro componente genético, convirtiendo a estos varones en pacientes de riesgo. “La combinación de novedosas técnicas de análisis genético con la fecundación in vitro, así como la selección genética de los embriones, está permitiendo conseguir el embarazo en parejas con un alto riesgo de infertilidad”, afirma esta experta.

Una empresa valenciana pone cerco a la infertilidad masculina

Nuevas técnicas de análisis genético permiten profundizar en el estudio del ADN de los espermatozoides
Francisco Acedo
martes, 26 de marzo de 2013, 10:16 h (CET)
La infertilidad masculina es un problema creciente en nuestra sociedad. Se estima que cerca del 50% de las parejas que no logran concebir deben su infertilidad a una causa de origen masculino. Hasta hace pocos años el estudio de los espermatozoides de los varones infértiles se limitaba al análisis básico del semen (lo que se conoce como el seminograma). Este estudio valora parámetros como el número, la movilidad, la forma, la vitalidad, el volumen, el pH, etc… y se utiliza cómo principal indicador de la fertilidad masculina. No obstante, en muchos casos, a pesar de presentar un seminograma normal, la infertilidad persiste.

Actualmente, según la responsable del laboratorio de Genética Espermática de Sistemas Genómicos, Elena García Mengual, “el diseño y desarrollo de estudios dirigidos al análisis genético del ADN en espermatozoides ha permitido evidenciar un componente genético en la infertilidad masculina. Se trata del análisis de la fragmentación del ADN espermático y el análisis de alteraciones en el número de cromosomas (lo que se conoce como 'aneuploidía espermática')”.

La rotura del ADN de los espermatozoides
El ADN de los espermatozoides es enormemente estable, pero paradójicamente muchos de ellos están programados genéticamente para autodestruirse de forma natural en un proceso conocido como “muerte celular programada” o apoptosis, que se inicia con la rotura de su ADN. Este mecanismo puede verse alterado por diversos factores, como cambios en los hábitos de vida, exposición a agentes tóxicos (tabaco, alcohol, radioterapia, quimioterapia, etc.), generando unos valores de fragmentación anormalmente elevados en determinados pacientes.

Durante los últimos años, “se han publicado un gran número de trabajos que relacionan los valores elevados de fragmentación del ADN espermático con alteraciones en el seminograma, mala calidad embrionaria y abortos de repetición”.

En base a la experiencia acumulada en el laboratorio de Genética Espermática de la empresa valenciana Sistemas Genómicos, se ha observado que un 20% de los pacientes estudiados mediante la técnica de TUNEL (del inglés: Terminal dUTP Nick-End Labeling), presentan elevados niveles de rotura en el ADN de sus espermatozoides, explicando así un origen genético de su infertilidad.

Aneuploidía espermática, análisis genético automatizado pionero
El espermatozoide, al igual que el óvulo, contiene una sola copia (23 cromosomas) del material genético que tendrá la futura descendencia. Durante la formación de los espermatozoides pueden surgir errores que darán lugar a alteraciones numéricas en esta copia de material genético; este fenómeno se conoce técnicamente como aneuploidia. Las alteraciones consisten en la aparición de una copia adicional de un cromosoma en concreto (disomía), la ausencia de algún cromosoma (nulisomía) o la presencia por duplicado de todos los cromosomas (diploidía).

Se ha demostrado recientemente que los varones que presentan alteraciones en su seminograma muestran también mayores tasas de aneuploidía espermática y, por lo tanto, cuentan con un mayor riesgo de transmitir esta anomalía a la descendencia durante la fecundación. “Aumenta así el riesgo de producción de embriones aneuploides con menor potencial de desarrollo, que no llegan a implantar, acaban en aborto o, en el peor de los casos, en el nacimiento de un recién nacido afecto”, destaca Elena García Mengual.

Para la responsable del laboratorio de Genética Espermática de Sistemas Genómicos, “en los últimos años el análisis de aneuploidías en espermatozoides se ha convertido en parte de nuestra rutina, revelando que el 50% de nuestros pacientes presentan alguna de estas alteraciones genéticas”. Se estudian hasta 9 cromosomas de forma simultánea en cada muestra de semen, mediante la técnica de FISH (del inglés Fluorescent in situ hybridization). Consiste en marcar cada cromosoma que se desea estudiar con una sonda fluorescente, para así poder identificarlos en cada espermatozoide. El análisis se lleva a cabo mediante un sistema automatizado de microscopía de fluorescencia, pionero en nuestro país, y que permite analizar más de 10.000 células espermáticas de forma individual en cada muestra.

Para Elena García, no cabe duda que “los estudios genéticos en las muestras de semen son una realidad en el diagnóstico de las causas de infertilidad o subfertilidad de los varones”. Estos estudios ponen en evidencia un claro componente genético, convirtiendo a estos varones en pacientes de riesgo. “La combinación de novedosas técnicas de análisis genético con la fecundación in vitro, así como la selección genética de los embriones, está permitiendo conseguir el embarazo en parejas con un alto riesgo de infertilidad”, afirma esta experta.

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