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Sociedad
Etiquetas | Mónica Galán | Coaching | Motivación
"Me seduce el placer de una vida sencilla."

Conociendo a … Mónica Galán

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Mónica Galán Bravo es una autoridad reconocida en el arte de la oratoria. Imparte docencia en diferentes escuelas de negocio y en másteres de desarrollo de habilidades personales (PNL, inteligencia emocional y coaching).


Es instructora profesional en técnicas vocales y habilidades escénicas a oradores profesionales, formadores, presentadores de radio y televisión, y empresarios independientes.

Creadora del proyecto social Doble Infinito, a través del cual pretende democratizar las herramientas de desarrollo profesional y personal impartiendo sesiones gratuitas a las enfermeras del Hospital Niño Jesús de Madrid para facilitarles la comunicación de forma efectiva pacientes y familiares en todo momento.

Es autora del Método BRAVO (Alienta), en el que nos propone hablar en público de forma brillante, a través de cinco pasos (Bienvenida; Reconocimiento; Autoridad; Valor y Ovación)

Entrevista


Mónica, ha transcurrido poco más de un año, desde que “Método Bravo” se vistió de largo en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Desde entonces, ¿Qué sensaciones ha experimentado, tras su buena acogida?

Lo cierto es que no hay un solo día en el que no reciba varios mensajes: mails directos o a través de las redes sociales, de personas que han leído el libro, han visto mis videos o que han participado como alumnos a lo largo de estos años, agradeciéndome o consultándome específicamente por algún aspecto de la comunicación oral que han trabajado con el Método BRAVO.

Ayer mismo recibí uno de esos mensajes que le dan sentido a esta maravillosa vorágine de cursos y sesiones. Me escribía el CEO en España de una importante multinacional con la que he trabajado para decirme que había confeccionado su discurso de salida de la empresa con el Método BRAVO, que su estructura y consejos le habían ayudado en un momento tan especial y emotivo y que le había servido profundamente… Me emocioné.

Las sensaciones en general son superpositivas, un motivo de orgullo y un premio al esfuerzo de los meses de escritura del libro, los desvelos vividos, el trabajo previo de documentarme en varios idiomas… Todo ello ha merecido la pena, la verdad que sí.

Durante una presentación, puedes verte afectado por la famosa “Ley de Murphy”, (fallo medios audiovisuales, ordenador…) ¿Hasta qué punto es conveniente no hipotecar nuestro discurso con Software de presentaciones del tipo prezi o powerpoint?, ¿Es necesario llevar preparado un plan B?


Me parece muy buena pregunta y la respuesta sería muy tajante: saberse la presentación, al margen del apoyo de los medios audiovisuales es imprescindible. Los medios son un amplificador, un altavoz de lo que sabes que vas a contar.

Sin duda, son un buen apoyo y pueden ayudar a ser más rigurosos en la ordenación del discurso, pero debemos ser capaces de hacer nuestra presentación sin emplear medios técnicos si fuera necesario.

Además, las tecnologías siempre pueden jugarnos una mala pasada. Ahora existen muchos dispositivos chulísimos, por ejemplo, esas pantallas dobles en las que por una parte se proyecta la presentación y además tiene la opción de ser una pizarra. Sin embargo, como ocurre con la electrónica en los coches, tienen el inconveniente de que si falla una cosa, fallan todas, y corres el peligro de quedarte absolutamente “a oscuras”. Por eso nunca deberíamos sacrificar la importancia de sabernos bien el guion de la presentación, esquemáticamente hablando, para poner todo el peso en el PowerPoint, por ejemplo.

La forma de comunicar (el Cómo) es tan importe o más, que el propio mensaje (el Qué), ¿Es el ámbito de la salud, uno de los que más empeño tienen que poner a la hora de mejorar las habilidades comunicativas con los pacientes y familiares de éstos?

No soy de las que piensa que el QUÉ no es importante, pero si soy de las que afirma que el CÓMO lo es todo. Cuando un doctor o doctora está comunicando información relevante a pacientes o familiares, el contenido del mensaje es tan importante como el cariño y la cautela con la que se realiza.

En un contexto como ese, desde el ámbito de la inteligencia emocional solemos decir que cuando sube la emoción, baja la inteligencia. Ante noticias que no nos resultan agradables, nuestro cuerpo reacciona con una subida de cortisol inmediata que provoca un “secuestro” de la amígdala, algo que no nos permite pensar bien. Esto puede resultar útil si tenemos que luchar o huir, pero no es aconsejable para reflexionar con serenidad y calma.

Por tanto, en situaciones donde las emociones pueden llegar a tener más peso que el raciocinio, la comunicación tiene que ser mucho más medida, y es donde más deberíamos cuidarla.

Mónica, ¿Puede resultar contraproducente “edulcorar” los discursos, para provocar la risa fácil en la audiencia, sin tener cierta gracia innata?

A mí me gusta el humor y creo que en buena medida me diferencio de otros oradores en que me apoyo en él todo lo que puedo; me permito hacer muchas bromas, pero siempre sin perder la rigurosidad. Además, las bromas tienen que ser muy “blancas”, con las que nunca dejes mal a la audiencia. Hay que tener en cuenta que una broma que caiga mal puede resultar una “bomba de destrucción masiva”, por lo que hay que tener mucho cuidado con ellas. Sobreponerte a un chiste que no hace ninguna gracia requiere de mucho trabajo personal y de dotes de oratoria para que su efecto no sea casi contrario.

Justamente eso le ha ocurrido hace poco a Mark Zuckerberg, que hizo una broma sobre el talón de Aquiles de Facebook, la privacidad, en un momento tan delicado como el actual en el que nos sentimos vulnerables a este respecto. Como era de esperar, nadie en la audiencia disfrutó la broma y su falta de gracia ha sido foco de memes y chistes en las redes sociales (ahí si nos reímos). Así que si la comicidad no es lo tuyo, como en el caso de Zuckerberg, no la utilices en tus discursos.

A Quintiliano, autor de la obra destinada a preparar al orador, “Instituciones Oratorias”, se le atribuye la frase“el ánimo hace al orador”. No siempre se está en un estado emocional óptimo, para transmitir el entusiasmo necesario a la audiencia. En esas ocasiones, ¿Qué podemos hacer, para salir lo más airos@s posible?
Dicen que no hay personas sin recursos, que lo que hay son estados emocionales sin recursos. Cuando un estado emocional no nos está permitiendo brillar según nuestro potencial, lo que hay que hacer es cambiar de estado. Por ejemplo cambiando nuestra postura. Me explico.

Autores como Amy Cuddy, una psicóloga social de la Universidad de Harvard, han demostrado que desde la fisiología, desde la pose corporal, producimos en nuestro cerebro unas reacciones químicas u otras. Y puede que esa química nos permita actuar desde la serenidad, el aplomo o la fuerza, o… todo lo contrario.

Por ejemplo, las posturas de indefensión, encorvadas, con las que protegemos nuestros organos internos de forma inconsciente, generan un químico determinado, mientras que una postura expansiva, en la que abrimos los brazos y los hombros ocupan su lugar, generan otro químico totalmente distinto.

Así, cuando sintamos falta de energía podemos producir cambios de estado rápidos con trucos como poner una canción potente que nos provoque un subidón, como explico en el “Método Bravo”, o incluso cambiar la postura para provocar una química distinta en nuestro cerebro. Otras técnicas sencillas para generar el estado adecuado antes de hablar en público pueden traer a tu mente un recuerdo agradable, un éxito, algo que ha salido bien, o llamar a alguien que sabes que te aporta un extra de energía.

En alguna de sus sesiones formativas, emplea técnicas de alto impacto como “firewalking”, “glasswalking” o “Arrowbreaking”, ¿Qué objetivos pretende que alcance quien se atreve a practicar dichas técnicas?

El objetivo principal de este tipo de actividades es experimentar una metáfora. En una actividad de alto impacto –con un riesgo medido, por supuesto tras una ponencia que explique el para qué y una preparación previa que genere un contexto–, lo que se persigue es desbloquear una creencia. Se trata de romper no solo una flecha, sino también otras cosas que te estás diciendo a ti mismo que son imposibles y que se pueden hacer, por qué no. Como te comportes en esa actividad es una metáfora, un ejemplo de como lo haces el resto de ocasiones. Por tanto, lo que resuelvas en ese instante, puede ayudarte a desbloquear un comportamiento, inconsciente o no, en la vida real.

Yo misma, incluso a la hora de formarme como instructora, tenía la creencia de no ser capaz de escribir un libro y la sufrí desde la primera página del “Método Bravo”, qué escribí fuera de España, hasta la última, preguntándome qué derecho tenía yo a escribir un libro, si no era escritora. Pero, afortunadamente, me di cuenta de que el título de escritor no te lo da nadie, que la aceptación te la da el público y que cualquiera tiene el derecho a escribir un libro.

En “Método Bravo”, se refería a su etapa del instituto. A la hora de reducir el alarmante abandono escolar en España, ¿Consideraría determinante que todos los alumnos tuviesen la suerte/desgracia de disfrutar/sufrir, con todos los profesores que imparten una misma asignatura, durante el curso escolar?

Aunque no soy experta en materia de educación con jóvenes (de primaria o ESO), por supuesto que tengo mi opinión como antigua estudiante. Como muchos, reconozco que no hay asignaturas buenas o malas, lo que hay son profesores buenos y no tan buenos. Y entre amar una asignatura u odiarla, el profesor que la imparte es determinante.

Es cierto que las personas tenemos cierta predisposición innata para determinadas materias (lengua castellana e idiomas en mi caso), pero en general que el alumno ponga en juego su parte cognitiva, que sea capaz de comprender la materia y que le guste, depende más de cómo dicha asignatura sea explicada pues la capacidad, tras la comprensión, puede expandirse.

Es muy importante que los profesores conozcan cuales son las leyes de atención del cerebro del alumno. Para que un alumno entienda necesita atender y para que atienda, necesita entender. El camino de lo que denomino la “fluencia cognitiva” solo se construye atendiendo y entendiendo. Alguien que se pierde en el camino, que deja de entender una materia, se rendirá o no en función de su grado de resiliencia.

Por eso es importante que los profesores se esfuercen por hacer, no te voy a decir divertidas las materias, pero sí entretenidas, buscando la participación y la comprensión de los alumnos, ya que, con excepciones por supuesto, cuando un alumno falla una parte importante de responsabilidad recae sobre los profesores.

Tengo claro que los formadores y profesores que consiguen el éxito de sus alumnos es porque hacen asequible su asignatura a todos y no solo a aquellos que tienen una capacidad innata para comprenderla. Y precisamente ese es uno de los lemas del "Método Bravo”, hacer las cosas fáciles, que no simplonas, y entretenidas para aumentar la comprensión y el recuerdo.

Sugiere el contacto visual con la audiencia, con la finalidad de transmitir sinceridad, decisión y sobre todo autoridad. No siempre es fácil, por ejemplo, en un teatro, distinguir las caras de las personas que están en la platea. ¿En estos casos cómo se puede romper “la cuarta pared”, para interactuar con la audiencia?

Curiosamente, esto que planteas ocurre con mucha frecuencia. Sin ir más lejos, el otro día, presentando el libro "Deconstruyendo la felicidad" de mi amiga Margarita Álvarez, en un teatro precioso y que conozco bien, había un exceso de luz que no hacía fácil ver a la audiencia. En esos casos, hay que intuir a las personas y provocar una conexión visual, incluso sin ser capaz de verlas, teniendo en cuenta que la mirada es la forma privilegiada de conexión emocional y no podemos prescindir de ella.

Mi propuesta para presentarnos ante el público es la naturalidad, nunca llevar tu mirada al final de la sala, a tu propia pantalla, a tus pies y mucho menos al techo. En definitiva, hay que mirar a la audiencia incluso aunque no la estés viendo.

Además, en muchas ocasiones la audiencia está en lo que se denomina “formación teatro”, (con butacas pegadas las unas a las otras) y si existe una distancia de unos cinco o seis metros aproximadamente entre el orador y la audiencia, basta con que el orador oriente la mirada en una determinada dirección para que muchas personas se sientan miradas a la vez. Sentirán que cocrean la charla, ponencia, conferencia con el orador; en definitiva, se sentirán protagonistas, que es lo realmente importante al hablar en público.

Cómo experta en detección de la mentira, colabora en ocasiones con la Policía. En este sentido, la frase “Mentira repetida, es verdad aprendida”, atribuida a los romanos, nos hace ver, que un discurso bien ensayado, puede llegar a ser creíble, ¿Qué aspectos, no controlables, son determinantes para delatar al mentiroso?
Siempre digo que se puede mentir con todo, menos con el cuerpo y con la voz. Si bien es cierto que una mentira que te crees ya no es mentira, cuando somos conscientes de que estamos generando una verdad alternativa (en definitiva, una mentira), las microexpresiones no se pueden forzar, son pequeños gestos que suceden en 1/5 de segundo.

Yo habitualmente miro la nariz, los labios y los ojos de la gente que me habla, y es en los pequeños gestos donde se refleja la incomodidad que produce la mentira. Normalmente es siempre más sencillo decir la verdad, porque mentir requiere pensar y pensar es un proceso que exige carga cognitiva. Con las mentiras suele ocurrir que cuanto más control pretendes demostrar, más se descontrola el cuerpo, por lo que algunos de los indicios de que no se está diciendo la verdad pueden reflejarse mediante picores inmediatos, movimientos de los ojos, arrugar la nariz, movimientos descontrolados de los hombros…

Mónica, ejerció como productora del programa radiofónico Pensamiento Positivo, donde semanalmente se congregaba a la cremè de la cremè del desarrollo personal y profesional, ¿ Ha sido la radio una de las mejores escuelas que ha tenido para alcanzar el nivel de oratoria que posee en la actualidad?, ¿Cómo recuerda su paso por este programa?

(Pausa) Sí, ha sido una de las mejores escuelas, porque creo que antes de atreverte a decir un día que sabes hablar en público, y desde luego a ayudar a otros a hablar en público, lo primero que hay que hacer es escuchar mucho.

En Pensamiento Positivo no hablaba en antena. Era la productora, y cuando desde la pecera vives todo el trabajo que implica la producción de un programa de radio, los invitados, los tiempos, la publicidad, que el conductor del programa estuviese a gusto, tienes la oportunidad de escuchar, no solo a muchos autores y autoras, también a la audiencia, ya que había público en directo.

Ahí pude comprobar que algunos de los invitados comunicaban sus mensajes con eficacia mientras que otros, a pesar de tener mensajes muy poderosos, no lograban conectar lo que hubiese sido deseable. De esto empecé a sacar patrones sobre qué hacer para los que pudieran hablar bien lo hicieran y que fallaba en los que no sentían cumplido su objetivo al transmitir la información.

Te diría que la radio ha sido mi escuela de observación más grande, y después de algún tiempo produciendo sentí que yo también tenía algo que contar, y aunque en un principio pensaba que ayudaría a pocas personas, parece que me equivocaba y hoy son ya miles de libros vendidos.

Mónica en la cercanía


- Para José Mujica, expresidente de Uruguay, triunfar es sentirse feliz y levantarse cuando uno cae. Para Mónica ¿En qué consiste el triunfo?

Lo que me hace feliz es saber que hago felices a otros, la forma de felicidad más facilona y asequible. Por eso me alegra enormemente cuando me escriben y me dicen: “gracias al Método Bravo he conseguido la beca”, o “me han dado el trabajo”, o “he aprobado la oposición”… En definitiva, mi propia felicidad, está basada en la felicidad de los demás.

Eso es triunfar para mí. Para definir la felicidad sin embargo mencionaré a alguien más sabio que yo: Isaac Asimov en su frase: “Tal vez la felicidad sea esto: no sentir que debes estar en otro lado, haciendo otra cosa, siendo alguien más".

- En “Método Bravo”, lanzaba a los lectores una serie de preguntas, que a modo de Bumerán vuelven:

- ¿Serie de Tv favorita en su niñez?

Quizá lo que voy a decir ahora suene muy cursi y posiblemente me arrepienta, pero “La abeja Maya”, me encantaba con todo mi corazón. Tengo un alma muy cándida y un poco naif de más.

- ¿Olor que le transporta directamente a su infancia?

Mi olor favorito, las natillas. Mi abuela olía a natillas y hoy cuando huelo las natillas siento que son mi abuela, absolutamente.

- Imagínese por un momento poder hacer un viaje en el tiempo, ¿A qué momento de la historia de la humanidad le gustaría regresar?

A lo que llamamos la Conquista de América, donde yo espabilaría un poco a los conquistadores –en mis sueños, claro está–; les ayudaría en la comunicación para que se cometiesen menos injusticias.

He tenido la suerte de vivir en México y es uno de mis países favoritos y creo que hay muchas cosas que se quebraron por una mal entendida conquista. Aunque es cierto que hubo muchos españoles haciendo el bien, otros tiraron por el camino de en medio. Yo iría ahí con el sueño de que me escucharan y ayudarles a hacer las cosas de otra manera.

- En petit comite, suele cantar, ¿Qué estilo musical es que prefiere para amenizar las reuniones?, ¿Suele acompañarse tocando la guitarra?

Me gusta cantar pop en inglés, algo facilón. No soy muy rockera y sí un poco flamenca, como mi amiga Leila. Pero para acompañarme con la guitarra prefiero canciones fáciles en las que con cuatro acordes, toco de oído nada más, puedas cantar una canción completa.

- En los agradecimientos de “Método Bravo” se refiere a su familia arrobeña, ¿Le gusta el contraste entre una gran urbe como Madrid, y un pequeño pueblo como Arroba de los Montes?

Mucho. Me gusta volver al pueblo porque es chiquitito, no se ha empeñado en crecer… supongo que para los que están allí todo el año no tendrá el mismo romanticismo que tiene para mí, pero el placer de una vida sencilla me seduce.

Alguna vez he pensado dejar Madrid por un Arroba de los Montes, donde conoces a todo el mundo y te conoce todo el mundo y eso es agradable.

El titular podría ser: “Me seduce el placer de una vida sencilla”.

- Según el zodiaco, la mujer Tauro se caracteriza por ser tenaz, esforzada, generosa, con gran sentido del deber, una lealtad inquebrantable y poco dada a cambiar de opinión, ¿Mónica se ve reflejada en esta definición?

Absolutamente sí. Sobre todo en la del sentido del deber. Le pedí a Dios el deseo de no caer nunca enferma y me concedió el ser autónoma. Te diría que he dado clase estando, no mala, malísima. Sin embargo, ese sentido del deber no solo se lo debo al hecho de ser Tauro, sino que también es como he sido educada por mis padres. En la parte cabezota, también es cierto que me cuesta dar mi brazo a torcer. Si algo lo tengo claro voy a por ello.

- Se autodefine como malísima cocinera, ¿Cuál es el plato más elaborado que suele realizar?

Es una realidad. Quizá lo más elaborado que sé preparar, y hace mucho que no lo hago, son calabacines rellenos. Pero es tan sencillo como partir el calabacín, vaciarlo, mezclarlo con atún y meterlo en el horno.

Como anécdota, te diría que hace poco se me ocurrió hacerle una tarta a la persona más especial de mi vida, y seguro que hay bloques de cemento más blandos que ese pastel ¡Terrible! Lo cierto es que me gustaría que me llamase más la cocina, pero la verdad es que no es así.

- En “Método Bravo”, hace referencia a la canción de Hombres G, “Voy a pasármelo bien”, en la que la primera estrofa comienza así “Hoy me he levantado dando un salto mortal. He echado un par de huevos a mi sartén”. Mónica ¿Es más de desayuno inglés o continental?

(Risas) Lo que yo prefiero es que me lo preparen. Si bien no soporto cenar lo mismo dos noches seguidas, por el contrario no me importaría desayunar todos los días de mi vida lo mismo: una tostada con jamón y aceite, como si lo fueran a prohibir, y un café flojito, y ya soy otra persona. Pero como decía al principio, lo prefiero hecho por alguien que me quiera.

Conociendo a … Mónica Galán

"Me seduce el placer de una vida sencilla."
Alfonso Miñarro López
lunes, 13 de mayo de 2019, 17:09 h (CET)


Mónica Galán Bravo es una autoridad reconocida en el arte de la oratoria. Imparte docencia en diferentes escuelas de negocio y en másteres de desarrollo de habilidades personales (PNL, inteligencia emocional y coaching).


Es instructora profesional en técnicas vocales y habilidades escénicas a oradores profesionales, formadores, presentadores de radio y televisión, y empresarios independientes.

Creadora del proyecto social Doble Infinito, a través del cual pretende democratizar las herramientas de desarrollo profesional y personal impartiendo sesiones gratuitas a las enfermeras del Hospital Niño Jesús de Madrid para facilitarles la comunicación de forma efectiva pacientes y familiares en todo momento.

Es autora del Método BRAVO (Alienta), en el que nos propone hablar en público de forma brillante, a través de cinco pasos (Bienvenida; Reconocimiento; Autoridad; Valor y Ovación)

Entrevista


Mónica, ha transcurrido poco más de un año, desde que “Método Bravo” se vistió de largo en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Desde entonces, ¿Qué sensaciones ha experimentado, tras su buena acogida?

Lo cierto es que no hay un solo día en el que no reciba varios mensajes: mails directos o a través de las redes sociales, de personas que han leído el libro, han visto mis videos o que han participado como alumnos a lo largo de estos años, agradeciéndome o consultándome específicamente por algún aspecto de la comunicación oral que han trabajado con el Método BRAVO.

Ayer mismo recibí uno de esos mensajes que le dan sentido a esta maravillosa vorágine de cursos y sesiones. Me escribía el CEO en España de una importante multinacional con la que he trabajado para decirme que había confeccionado su discurso de salida de la empresa con el Método BRAVO, que su estructura y consejos le habían ayudado en un momento tan especial y emotivo y que le había servido profundamente… Me emocioné.

Las sensaciones en general son superpositivas, un motivo de orgullo y un premio al esfuerzo de los meses de escritura del libro, los desvelos vividos, el trabajo previo de documentarme en varios idiomas… Todo ello ha merecido la pena, la verdad que sí.

Durante una presentación, puedes verte afectado por la famosa “Ley de Murphy”, (fallo medios audiovisuales, ordenador…) ¿Hasta qué punto es conveniente no hipotecar nuestro discurso con Software de presentaciones del tipo prezi o powerpoint?, ¿Es necesario llevar preparado un plan B?


Me parece muy buena pregunta y la respuesta sería muy tajante: saberse la presentación, al margen del apoyo de los medios audiovisuales es imprescindible. Los medios son un amplificador, un altavoz de lo que sabes que vas a contar.

Sin duda, son un buen apoyo y pueden ayudar a ser más rigurosos en la ordenación del discurso, pero debemos ser capaces de hacer nuestra presentación sin emplear medios técnicos si fuera necesario.

Además, las tecnologías siempre pueden jugarnos una mala pasada. Ahora existen muchos dispositivos chulísimos, por ejemplo, esas pantallas dobles en las que por una parte se proyecta la presentación y además tiene la opción de ser una pizarra. Sin embargo, como ocurre con la electrónica en los coches, tienen el inconveniente de que si falla una cosa, fallan todas, y corres el peligro de quedarte absolutamente “a oscuras”. Por eso nunca deberíamos sacrificar la importancia de sabernos bien el guion de la presentación, esquemáticamente hablando, para poner todo el peso en el PowerPoint, por ejemplo.

La forma de comunicar (el Cómo) es tan importe o más, que el propio mensaje (el Qué), ¿Es el ámbito de la salud, uno de los que más empeño tienen que poner a la hora de mejorar las habilidades comunicativas con los pacientes y familiares de éstos?

No soy de las que piensa que el QUÉ no es importante, pero si soy de las que afirma que el CÓMO lo es todo. Cuando un doctor o doctora está comunicando información relevante a pacientes o familiares, el contenido del mensaje es tan importante como el cariño y la cautela con la que se realiza.

En un contexto como ese, desde el ámbito de la inteligencia emocional solemos decir que cuando sube la emoción, baja la inteligencia. Ante noticias que no nos resultan agradables, nuestro cuerpo reacciona con una subida de cortisol inmediata que provoca un “secuestro” de la amígdala, algo que no nos permite pensar bien. Esto puede resultar útil si tenemos que luchar o huir, pero no es aconsejable para reflexionar con serenidad y calma.

Por tanto, en situaciones donde las emociones pueden llegar a tener más peso que el raciocinio, la comunicación tiene que ser mucho más medida, y es donde más deberíamos cuidarla.

Mónica, ¿Puede resultar contraproducente “edulcorar” los discursos, para provocar la risa fácil en la audiencia, sin tener cierta gracia innata?

A mí me gusta el humor y creo que en buena medida me diferencio de otros oradores en que me apoyo en él todo lo que puedo; me permito hacer muchas bromas, pero siempre sin perder la rigurosidad. Además, las bromas tienen que ser muy “blancas”, con las que nunca dejes mal a la audiencia. Hay que tener en cuenta que una broma que caiga mal puede resultar una “bomba de destrucción masiva”, por lo que hay que tener mucho cuidado con ellas. Sobreponerte a un chiste que no hace ninguna gracia requiere de mucho trabajo personal y de dotes de oratoria para que su efecto no sea casi contrario.

Justamente eso le ha ocurrido hace poco a Mark Zuckerberg, que hizo una broma sobre el talón de Aquiles de Facebook, la privacidad, en un momento tan delicado como el actual en el que nos sentimos vulnerables a este respecto. Como era de esperar, nadie en la audiencia disfrutó la broma y su falta de gracia ha sido foco de memes y chistes en las redes sociales (ahí si nos reímos). Así que si la comicidad no es lo tuyo, como en el caso de Zuckerberg, no la utilices en tus discursos.

A Quintiliano, autor de la obra destinada a preparar al orador, “Instituciones Oratorias”, se le atribuye la frase“el ánimo hace al orador”. No siempre se está en un estado emocional óptimo, para transmitir el entusiasmo necesario a la audiencia. En esas ocasiones, ¿Qué podemos hacer, para salir lo más airos@s posible?
Dicen que no hay personas sin recursos, que lo que hay son estados emocionales sin recursos. Cuando un estado emocional no nos está permitiendo brillar según nuestro potencial, lo que hay que hacer es cambiar de estado. Por ejemplo cambiando nuestra postura. Me explico.

Autores como Amy Cuddy, una psicóloga social de la Universidad de Harvard, han demostrado que desde la fisiología, desde la pose corporal, producimos en nuestro cerebro unas reacciones químicas u otras. Y puede que esa química nos permita actuar desde la serenidad, el aplomo o la fuerza, o… todo lo contrario.

Por ejemplo, las posturas de indefensión, encorvadas, con las que protegemos nuestros organos internos de forma inconsciente, generan un químico determinado, mientras que una postura expansiva, en la que abrimos los brazos y los hombros ocupan su lugar, generan otro químico totalmente distinto.

Así, cuando sintamos falta de energía podemos producir cambios de estado rápidos con trucos como poner una canción potente que nos provoque un subidón, como explico en el “Método Bravo”, o incluso cambiar la postura para provocar una química distinta en nuestro cerebro. Otras técnicas sencillas para generar el estado adecuado antes de hablar en público pueden traer a tu mente un recuerdo agradable, un éxito, algo que ha salido bien, o llamar a alguien que sabes que te aporta un extra de energía.

En alguna de sus sesiones formativas, emplea técnicas de alto impacto como “firewalking”, “glasswalking” o “Arrowbreaking”, ¿Qué objetivos pretende que alcance quien se atreve a practicar dichas técnicas?

El objetivo principal de este tipo de actividades es experimentar una metáfora. En una actividad de alto impacto –con un riesgo medido, por supuesto tras una ponencia que explique el para qué y una preparación previa que genere un contexto–, lo que se persigue es desbloquear una creencia. Se trata de romper no solo una flecha, sino también otras cosas que te estás diciendo a ti mismo que son imposibles y que se pueden hacer, por qué no. Como te comportes en esa actividad es una metáfora, un ejemplo de como lo haces el resto de ocasiones. Por tanto, lo que resuelvas en ese instante, puede ayudarte a desbloquear un comportamiento, inconsciente o no, en la vida real.

Yo misma, incluso a la hora de formarme como instructora, tenía la creencia de no ser capaz de escribir un libro y la sufrí desde la primera página del “Método Bravo”, qué escribí fuera de España, hasta la última, preguntándome qué derecho tenía yo a escribir un libro, si no era escritora. Pero, afortunadamente, me di cuenta de que el título de escritor no te lo da nadie, que la aceptación te la da el público y que cualquiera tiene el derecho a escribir un libro.

En “Método Bravo”, se refería a su etapa del instituto. A la hora de reducir el alarmante abandono escolar en España, ¿Consideraría determinante que todos los alumnos tuviesen la suerte/desgracia de disfrutar/sufrir, con todos los profesores que imparten una misma asignatura, durante el curso escolar?

Aunque no soy experta en materia de educación con jóvenes (de primaria o ESO), por supuesto que tengo mi opinión como antigua estudiante. Como muchos, reconozco que no hay asignaturas buenas o malas, lo que hay son profesores buenos y no tan buenos. Y entre amar una asignatura u odiarla, el profesor que la imparte es determinante.

Es cierto que las personas tenemos cierta predisposición innata para determinadas materias (lengua castellana e idiomas en mi caso), pero en general que el alumno ponga en juego su parte cognitiva, que sea capaz de comprender la materia y que le guste, depende más de cómo dicha asignatura sea explicada pues la capacidad, tras la comprensión, puede expandirse.

Es muy importante que los profesores conozcan cuales son las leyes de atención del cerebro del alumno. Para que un alumno entienda necesita atender y para que atienda, necesita entender. El camino de lo que denomino la “fluencia cognitiva” solo se construye atendiendo y entendiendo. Alguien que se pierde en el camino, que deja de entender una materia, se rendirá o no en función de su grado de resiliencia.

Por eso es importante que los profesores se esfuercen por hacer, no te voy a decir divertidas las materias, pero sí entretenidas, buscando la participación y la comprensión de los alumnos, ya que, con excepciones por supuesto, cuando un alumno falla una parte importante de responsabilidad recae sobre los profesores.

Tengo claro que los formadores y profesores que consiguen el éxito de sus alumnos es porque hacen asequible su asignatura a todos y no solo a aquellos que tienen una capacidad innata para comprenderla. Y precisamente ese es uno de los lemas del "Método Bravo”, hacer las cosas fáciles, que no simplonas, y entretenidas para aumentar la comprensión y el recuerdo.

Sugiere el contacto visual con la audiencia, con la finalidad de transmitir sinceridad, decisión y sobre todo autoridad. No siempre es fácil, por ejemplo, en un teatro, distinguir las caras de las personas que están en la platea. ¿En estos casos cómo se puede romper “la cuarta pared”, para interactuar con la audiencia?

Curiosamente, esto que planteas ocurre con mucha frecuencia. Sin ir más lejos, el otro día, presentando el libro "Deconstruyendo la felicidad" de mi amiga Margarita Álvarez, en un teatro precioso y que conozco bien, había un exceso de luz que no hacía fácil ver a la audiencia. En esos casos, hay que intuir a las personas y provocar una conexión visual, incluso sin ser capaz de verlas, teniendo en cuenta que la mirada es la forma privilegiada de conexión emocional y no podemos prescindir de ella.

Mi propuesta para presentarnos ante el público es la naturalidad, nunca llevar tu mirada al final de la sala, a tu propia pantalla, a tus pies y mucho menos al techo. En definitiva, hay que mirar a la audiencia incluso aunque no la estés viendo.

Además, en muchas ocasiones la audiencia está en lo que se denomina “formación teatro”, (con butacas pegadas las unas a las otras) y si existe una distancia de unos cinco o seis metros aproximadamente entre el orador y la audiencia, basta con que el orador oriente la mirada en una determinada dirección para que muchas personas se sientan miradas a la vez. Sentirán que cocrean la charla, ponencia, conferencia con el orador; en definitiva, se sentirán protagonistas, que es lo realmente importante al hablar en público.

Cómo experta en detección de la mentira, colabora en ocasiones con la Policía. En este sentido, la frase “Mentira repetida, es verdad aprendida”, atribuida a los romanos, nos hace ver, que un discurso bien ensayado, puede llegar a ser creíble, ¿Qué aspectos, no controlables, son determinantes para delatar al mentiroso?
Siempre digo que se puede mentir con todo, menos con el cuerpo y con la voz. Si bien es cierto que una mentira que te crees ya no es mentira, cuando somos conscientes de que estamos generando una verdad alternativa (en definitiva, una mentira), las microexpresiones no se pueden forzar, son pequeños gestos que suceden en 1/5 de segundo.

Yo habitualmente miro la nariz, los labios y los ojos de la gente que me habla, y es en los pequeños gestos donde se refleja la incomodidad que produce la mentira. Normalmente es siempre más sencillo decir la verdad, porque mentir requiere pensar y pensar es un proceso que exige carga cognitiva. Con las mentiras suele ocurrir que cuanto más control pretendes demostrar, más se descontrola el cuerpo, por lo que algunos de los indicios de que no se está diciendo la verdad pueden reflejarse mediante picores inmediatos, movimientos de los ojos, arrugar la nariz, movimientos descontrolados de los hombros…

Mónica, ejerció como productora del programa radiofónico Pensamiento Positivo, donde semanalmente se congregaba a la cremè de la cremè del desarrollo personal y profesional, ¿ Ha sido la radio una de las mejores escuelas que ha tenido para alcanzar el nivel de oratoria que posee en la actualidad?, ¿Cómo recuerda su paso por este programa?

(Pausa) Sí, ha sido una de las mejores escuelas, porque creo que antes de atreverte a decir un día que sabes hablar en público, y desde luego a ayudar a otros a hablar en público, lo primero que hay que hacer es escuchar mucho.

En Pensamiento Positivo no hablaba en antena. Era la productora, y cuando desde la pecera vives todo el trabajo que implica la producción de un programa de radio, los invitados, los tiempos, la publicidad, que el conductor del programa estuviese a gusto, tienes la oportunidad de escuchar, no solo a muchos autores y autoras, también a la audiencia, ya que había público en directo.

Ahí pude comprobar que algunos de los invitados comunicaban sus mensajes con eficacia mientras que otros, a pesar de tener mensajes muy poderosos, no lograban conectar lo que hubiese sido deseable. De esto empecé a sacar patrones sobre qué hacer para los que pudieran hablar bien lo hicieran y que fallaba en los que no sentían cumplido su objetivo al transmitir la información.

Te diría que la radio ha sido mi escuela de observación más grande, y después de algún tiempo produciendo sentí que yo también tenía algo que contar, y aunque en un principio pensaba que ayudaría a pocas personas, parece que me equivocaba y hoy son ya miles de libros vendidos.

Mónica en la cercanía


- Para José Mujica, expresidente de Uruguay, triunfar es sentirse feliz y levantarse cuando uno cae. Para Mónica ¿En qué consiste el triunfo?

Lo que me hace feliz es saber que hago felices a otros, la forma de felicidad más facilona y asequible. Por eso me alegra enormemente cuando me escriben y me dicen: “gracias al Método Bravo he conseguido la beca”, o “me han dado el trabajo”, o “he aprobado la oposición”… En definitiva, mi propia felicidad, está basada en la felicidad de los demás.

Eso es triunfar para mí. Para definir la felicidad sin embargo mencionaré a alguien más sabio que yo: Isaac Asimov en su frase: “Tal vez la felicidad sea esto: no sentir que debes estar en otro lado, haciendo otra cosa, siendo alguien más".

- En “Método Bravo”, lanzaba a los lectores una serie de preguntas, que a modo de Bumerán vuelven:

- ¿Serie de Tv favorita en su niñez?

Quizá lo que voy a decir ahora suene muy cursi y posiblemente me arrepienta, pero “La abeja Maya”, me encantaba con todo mi corazón. Tengo un alma muy cándida y un poco naif de más.

- ¿Olor que le transporta directamente a su infancia?

Mi olor favorito, las natillas. Mi abuela olía a natillas y hoy cuando huelo las natillas siento que son mi abuela, absolutamente.

- Imagínese por un momento poder hacer un viaje en el tiempo, ¿A qué momento de la historia de la humanidad le gustaría regresar?

A lo que llamamos la Conquista de América, donde yo espabilaría un poco a los conquistadores –en mis sueños, claro está–; les ayudaría en la comunicación para que se cometiesen menos injusticias.

He tenido la suerte de vivir en México y es uno de mis países favoritos y creo que hay muchas cosas que se quebraron por una mal entendida conquista. Aunque es cierto que hubo muchos españoles haciendo el bien, otros tiraron por el camino de en medio. Yo iría ahí con el sueño de que me escucharan y ayudarles a hacer las cosas de otra manera.

- En petit comite, suele cantar, ¿Qué estilo musical es que prefiere para amenizar las reuniones?, ¿Suele acompañarse tocando la guitarra?

Me gusta cantar pop en inglés, algo facilón. No soy muy rockera y sí un poco flamenca, como mi amiga Leila. Pero para acompañarme con la guitarra prefiero canciones fáciles en las que con cuatro acordes, toco de oído nada más, puedas cantar una canción completa.

- En los agradecimientos de “Método Bravo” se refiere a su familia arrobeña, ¿Le gusta el contraste entre una gran urbe como Madrid, y un pequeño pueblo como Arroba de los Montes?

Mucho. Me gusta volver al pueblo porque es chiquitito, no se ha empeñado en crecer… supongo que para los que están allí todo el año no tendrá el mismo romanticismo que tiene para mí, pero el placer de una vida sencilla me seduce.

Alguna vez he pensado dejar Madrid por un Arroba de los Montes, donde conoces a todo el mundo y te conoce todo el mundo y eso es agradable.

El titular podría ser: “Me seduce el placer de una vida sencilla”.

- Según el zodiaco, la mujer Tauro se caracteriza por ser tenaz, esforzada, generosa, con gran sentido del deber, una lealtad inquebrantable y poco dada a cambiar de opinión, ¿Mónica se ve reflejada en esta definición?

Absolutamente sí. Sobre todo en la del sentido del deber. Le pedí a Dios el deseo de no caer nunca enferma y me concedió el ser autónoma. Te diría que he dado clase estando, no mala, malísima. Sin embargo, ese sentido del deber no solo se lo debo al hecho de ser Tauro, sino que también es como he sido educada por mis padres. En la parte cabezota, también es cierto que me cuesta dar mi brazo a torcer. Si algo lo tengo claro voy a por ello.

- Se autodefine como malísima cocinera, ¿Cuál es el plato más elaborado que suele realizar?

Es una realidad. Quizá lo más elaborado que sé preparar, y hace mucho que no lo hago, son calabacines rellenos. Pero es tan sencillo como partir el calabacín, vaciarlo, mezclarlo con atún y meterlo en el horno.

Como anécdota, te diría que hace poco se me ocurrió hacerle una tarta a la persona más especial de mi vida, y seguro que hay bloques de cemento más blandos que ese pastel ¡Terrible! Lo cierto es que me gustaría que me llamase más la cocina, pero la verdad es que no es así.

- En “Método Bravo”, hace referencia a la canción de Hombres G, “Voy a pasármelo bien”, en la que la primera estrofa comienza así “Hoy me he levantado dando un salto mortal. He echado un par de huevos a mi sartén”. Mónica ¿Es más de desayuno inglés o continental?

(Risas) Lo que yo prefiero es que me lo preparen. Si bien no soporto cenar lo mismo dos noches seguidas, por el contrario no me importaría desayunar todos los días de mi vida lo mismo: una tostada con jamón y aceite, como si lo fueran a prohibir, y un café flojito, y ya soy otra persona. Pero como decía al principio, lo prefiero hecho por alguien que me quiera.

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